Chicos En Banda
Enviado por • 12 de Noviembre de 2013 • 2.327 Palabras (10 Páginas) • 1.786 Visitas
Chicos en banda. Silvia Duschatzky - Cristina Corea
Escenarios de expulsión social y subjetividad
La pobreza no necesariamente afecta a la “creencia” o a la confianza de que es posible alcanzar otras posiciones sociales.
La exclusión pone el acento en un estado: estar por fuera del orden social. Nos habla de un estado en el que se encuentra un sujeto. La idea de exclusión social, refiere a la relación entre ese estado de exclusión y lo que lo hizo posible.
Excluido: un dato, un resultado de la imposibilidad de integración. Expulsado: es resultado de una operación social, una producción.
Si se considera la exclusión como una operatoria (unas condiciones, ponemos de relieve su carácter productivo y la estrategia de lectura debe modificarse. La expulsión, considerada como un serie de operaciones, nos da la oportunidad de ver un funcionamiento, la producción en la situación del expulsado. La expulsión social, entonces, nombra un modo de construcción de lo social.
La expulsión social se trata de sujetos que han perdido su visibilidad en la vida pública, porque han entrado en el universo de la indiferencia, porque transitan por una sociedad que parece no esperar nada de ellos.
Un ser de nuda vida es un ser al que se le han su potencia, sus posibilidades.
El sujeto privado de realizar formas múltiples de vida se convierte en nuda vida. Cuando un sujeto deja de realizarse en sus inscripciones múltiples, trabajador, mujer, hombre, hijo, etc., se aproxima a la nuda vida.
Nuestra preocupación se orienta a indagar las formas de habitar las nuevas condiciones de pobreza que llamamos expulsión social, decidimos distinguir entre actos y datos reveladores de la expulsión y prácticas de subjetividad, es decir, operaciones que ponen en juego el sujeto en esa situación de expulsión.
Las prácticas de subjetividad permiten rastrear las operaciones que despliegan los sujetos en situaciones límites y las simbolizaciones producidas. Las formas de producción de la subjetividad se inscriben en condiciones sociales y culturales específicas. Destaquemos en primer término una alteración fundamental en el suelo de constitución subjetiva: El desplazamiento de la promesa del estado por la promesa del mercado. Ya no se trata de ciudadanos sino de consumidores.
A diferencia del estado, el mercado no impone un orden simbólico articulador, un sustrato normativo que comprende a todos por igual.
El mercado se dirige a un sujeto que solo tiene derecho de consumidor, y no los derechos y obligaciones conferidos al ciudadano; el mercado instituye, para consumidores y no consumidores, un nuevo ideal del yo, un imaginario que produce, el espejo donde mirarse.
Para satisfacer el “deseo” de consumo, necesita del objeto y no del sujeto; para alcanzar la felicidad no es al otro el que necesito sino que me basta con un conjunto de prótesis de mi mismo: gimnasia, consejo de autoayuda, lifting.
¿Podemos establecer alguna conexión entre las nuevas conexiones de legitimidad instalada por la dominancia del mercado y la violencia? La violencia se presenta como sustrato cotidiano sobre el que construyen la subjetividad niños y jóvenes. Digamos que la violencia es hoy una nueva forma de sociabilidad, un modo de estar “con” los otros, o de buscar a los otros, una forma incluso de vivir la temporalidad, la violencia puede constituir un lenguaje.
Nuestra hipótesis es que la violencia se presenta como un modo de relación que aparece en condiciones de impotencia instituyente de la escuela y la familia. (Ejemplo: “lo hizo encerrar la vieja porque no lo podía tener en la casa...” LA MADRE NO PUDO CUMPLIR SU FUNCION”).
Estar alfabetizado, ser ciudadano y tener trabajo nombraba a un sujeto anclado en un lazo social, la impotencia instituyente habla entonces de la caída no solo de estos referentes o patrones de identidad sino de la propia autoridad simbólica. La violencia se presenta bajo 4 formas:
• Como estallido (en la escuela): la violencia en la escuela es un fuera de lugar, es vivida como un modo de trato habitual y cotidiano. La violencia en la escuela es identificada como tal, como un observador (Docentes) hablan de violencia cuando se constatan que los comportamientos habituales de los alumnos no corresponde a la condición de alumno. El ideal del alumno “respetuoso, obediente y atento” es el que rige como parámetro de juicio.
El estado-nación, mediante sus instituciones principales, la familia y la escuela, a dejado de ser el dispositivo fundante “de la moralidad del sujeto”.
Los maestros se quejan de que los chicos no entienden cuando se les reitera “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan”. Pero lo que ocurre es que para que esto se comprenda, o mejor dicho se incorpore como mandato es necesario percibir al otro como semejante.
La educación moral orientada a la regulación del conjunto de los ciudadanos creaba la categoría de semejante como utopía universalizándora
• Como forma instituida (en los ritos): se trata de una condición que le confiere al sujeto una posición dentro del grupo. Atravesar por una serie de actos “violentos” sobre el propio cuerpo y el cuerpo del otro, es un modo de alcanzar un nuevo lugar legitimado en el grupo, la violencia en estos casos es una marca fundante de reconocimiento
• Como componente de un acontecimiento (en las fiestas): la violencia aparece como un ingrediente mas de ese acontecimiento, los chicos se socializan en una fiesta que contiene la violencia como una de su formad e expresión. Es decir no la viven como un fuera de lugar
• Como matriz cotidiana (en la calle): la violencia se presenta constituyendo la matriz del lugar se trata de un lugar del que no se puede escapar, la calle es un lugar ineludible. El imaginario de la inseguridad es un sentimiento, una sensación que tiene a la calle como epicentro.
Las instituciones en la pendiente.
Las figuras de la autoridad familiar
El otro entonces condición y posibilidad de subjetivación. Ese primer otro es la madre que nutre, cuida, brinda afecto, toca, habla. La función materna ofrece además una función identificadora, le proporciona al niño un conjunto de significados que permitirán nombrar los diferentes estados por los que atraviesa. Es la que dice si el niño tiene hambre, frio, esta triste, etc.
Se trata entonces de una violencia primaria fundada en una asimetría que será constitutiva del sujeto mientras no se instale como un modo de relación perdurable que obture las posibilidades de enfrentarse a las propias decisiones.
El padre es representante de la ley, el padre es el encargado de romper la simbiosis entre madre
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