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Chono


Enviado por   •  25 de Marzo de 2015  •  Informe  •  945 Palabras (4 Páginas)  •  273 Visitas

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Chono: ese hombre que emergió del mar.

Sentada cerca de las aguas por donde Chono andaba, empezaba a dar unos cantos. Sini no sabía que alguien la escuchaba, y que al escuchar esas notas que despedía, aún más se enamoraba. Pero había alguien que sí sabía sobre este increíble hombre, era ella: Madén, la musa del norte. Madén se asomaba por encima de las sierras para verlo, y a veces, cuando sentía temor de ser descubierta, se tapaba con unas mantas de nieblas.

Los celos se apoderaron de Madén al descubrir que Chono le había enviado una perla a Sini. Entonces inició por urdía en contra de Sini, pero mientras Madén tramaba aquello, Sini continuaba cantando e ignorando que alguien era gozoso por sus cantos.

Por ese lado donde sumergía sus pies era la ribera de una ensenada. Como es propio de este ambiente, sobre rocas y entre aguas los indígenas del sur siempre la hallaban. Fue durante un anochecer, por horas de partir del mar, que Sini percibió de las aguas un rumor. Aquellas hojas caídas en la mañana sobre esas aguas, que luego se pusieron oscuras y salpicadas de plata, originaron un movimiento circular a manera de una danza. Habiendo visto y escuchado estos sucesos, disparó en correr muy asustada de esa ribera. La musa del sur llevó su acelerado corazón hacia las tribus de su tierra. En el norte, la musa Madén ya tenía un ejército de indígenas prestos a entregar sus vidas por la honra suya. Con un ejército detenidos sobre el hilo que limita el mar con la tierra del norte, ella aguardaba un poco, sólo hasta que el sol saliera, para atacar y destruir la tierra del sur, y junto, a su musa. Pero el pez de coral, aquel que le llevo la perla de Chono a Sini, estando nadando por las costas del norte se topó con un indígena que fue al muelle para enjuagarse la cara, y le oyó decir, aunque en lengua natural: “venga usted a saber que de aquí sólo la musa del norte prevalecerá. Las flechas ya tienen veneno y las armas están afiladas”. Luego de que el hombre se fuera a la línea de guerra, el pez llevó el mensaje a Chono, pero la noche no le permitía encontrar sus orejas, sin embargo, allá en el profundo mar hay criaturas que tienen por ventura luces adheridas a sus cuerpos. Y le dijo: “La musa Madén ha untado con sus malos sentimientos las tribus del norte. En los murmullos de esas costas se escuchan palabras que hablan de destruir todo lo que haya por el sur”. Más Chono nunca había sido un hombre de sabiduría. Él era un espíritu inocente que jugaba con los peces y que le atraían los cantos y se enamoraba tan fácilmente. Pero aún que su condición era así, buscó remedio, pero sin sangre, sin guerras, sin nada. Entonces le envió un recado al sol con una garza. Y mientras la garza se desvanecía en el horizonte, el sol se preguntaba: << ¿Para qué quiere Chono que atrase mí salida? >>.

En esa noche en que se aproximaba el fin del sur y del norte,

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