Concepto De Najda En El Surrealismo
Enviado por y16p • 20 de Noviembre de 2014 • 2.271 Palabras (10 Páginas) • 198 Visitas
NADJA Y EL CONCEPTO DE LA MUJER EN EL SURREALISMO
“El problema de la mujer es lo único maravilloso
e inquietante que en el mundo existe”[1]
A. Breton
1. La erótica del surrealismo
Desde la visión del surrealismo, el mundo es solo una parte de la realidad que el ser humano percibe. Sin embargo, existe una realidad oculta, poblada de sueños, que aviva el inconsciente y nutre la fantasía. La percepción de esta realidad no puede efectuarse por lo medios habituales del conocimiento. Se necesita una superación de aquellos límites impuestos por la lógica binaria y la tradición. Un mundo que rompa con las fronteras entre lo subjetivo y lo objetivo, la locura y la razón.
Dentro de estas distintas formas de expresar un contenido, la visión del universo femenino creada por el escritor surrealista corresponde a la idea de mujer más aparente que real, una mujer encerrada en una esfera donde se construye una ser mágico, mítico, que rompa con el concepto evocado por los poetas románticos, una imagen femenina irreal, de ensueño, separada del mundo existencial y capaz de ser utilizada libremente como el objeto poético más puro.
La idea de la mujer-musa es clave en el surrealismo. Tiene la capacidad de estimular y provocar la creatividad del hombre surrealista. Por su visión concéntrica, su sentido trascendente y su ausencia de visión lógica, la mujer ayuda al hombre a sacudirse del mundo racional y a abrirse a un mundo de fantasía e imaginación.
Sobre todo en Dalí y Breton se halla el poder constante que tiene la mujer como inspiradora del hombre. Dalí sublima a Gala hasta convertirla en el eje de su vida y de su obra, hasta simbólicamente utilizar su firma unida a los dos y, Breton dedica a Nadja en Arcane 17[2] una de las frases más bellas acuñadas por el poeta francés: “Cuado la suerte te trajo a mi encuentro, la mayor oscuridad reinaba en mí y puedo decir que en mí se ha abierto esta ventada”
La idea del amor ensalzada por el surrealismo es elsummum mediante el cual se realiza mejor la función de esa mujer ídolo de pasión y objeto erótico, facetas de un mismo sentimiento magnificado por los surrealistas.
Esta concepción fue expuesta fundamentalmente por Breton en Nadja (1928), y también aparece en la mayor parte de texto del grupo definido por la simbiosis de lo material y lo espiritual, que logra conformar el amor sublime, aspiración máxima del amor surrealista. De esta manera, aquella mujer que lo encarna asume la total libertad para entregarse de modo exclusivo al otro y alcanzar la unión total.
La re valoración de la mujer al cual apela el surrealismo, por intolerante que parezca para ciertas percepciones, ya ha marcado un derrotero único. Los surrealistas rechazan reducir el acto amoroso a un simple gesto, inversamente, lo harán depender de todos los modos de expresión, y de las más altas funciones del espíritu.
“Nosotros reducimos el arte a su más simple expresión, que es el amor”, exclamaba Breton, para quien lo “convulsivo” deviene en el concepto mismo de la belleza. Como simple afirmación de las cosas, la historia del arte no había cesado de limitar el amor a una representación netamente simbólica, empero el surrealismo, tiene a someter la creación artística al dictado del inconsciente, otorgándole los matices mismos del éxtasis, tal como lo definiría Dali “estado vital de la lucidez ciega del deseo”.
La erótica del surrealismo tiende a identificar el dictado del deseo con el del inconsciente, a hacer el amor un equivalente del sueño más bello que está en el origen de toda creación, y por ello mismo, su función está en transformar el acto de amor en un acto divino.
Sin embargo, no hay que olvidar que a veces las mujeres surrealistas eran vistas como un objeto, ya lo afirmaba Leonora Carrington (compañera sentimental del pintor Max Ernest): “ser una mujer surrealista quiere decir que eres la que cocina la cena de los hombres surrealistas”.
Estos conceptos se encuentran confirmados por los estudiosos y sobre todo por las feministas americanas, que tienden a decir que los surrealistas eran machistas, pero no obvian que al mismo tiempo, fue un movimiento en el que hubo muchas mujeres implicadas cuyas obras se publicaron también en las revistas surrealistas.
2. La mujer surreal en el universo de André Breton.
A diferencia del futurismo, que reclamaba la desaparición de la mujer al tiempo que abogaba por su educación en igualdad de condiciones y el derecho al voto; los surrealistas, como ya se advirtió, influenciados directa o indirectamente, por políticas de separación, consideraban a la mujer como musa, inspiración como objeto-sexual a disposición de la imaginación de y deseos masculinos.
Las referencias en el Primer y Segundo Manifiesto Surrealista, publicados por Breton en 1924 y 1929 respectivamente, respecto de la mujer son breves pero muy significativas: éstas son celebradas por su “arrebatadora belleza”, mientras que a los hombres se les asigna la función de “señores de las mujeres y del amor”, en palabras del autor de “Nadja”: “¿acaso lo esencial no es que seamos dueños de nosotros mismos, y también, señores de las mujeres y del amor”.
De esta manera, se observa que los artistas surrealistas consideraban a la mujer como “compañera de ruta”, “objeto de estudio”, “seres que habían venido al mundo para ser redescubiertas por los hombres”, “enigmas que debían ser descifrados”,
Si bien el hombre desea conquistar y descubrir a la mujer, Breton se cuestiona: ¿realmente ella desea ser conquistada? Así podemos advertir que en “Nadja” la protagonista del mismo nombre resume en su persona el azar, los encuentros casuales, el descubrimiento de lo desconocido, y ésta llega a exclamar: “Eres mi dueño, no soy más que un átomo que respira en la comisura de tus labios…”, palabras que por supuesto, el autor a puesto en boca de mujer.
Asimismo, en Poisson Soluble la mujer es tratada como objeto sexual, mujer cosa. En L’amour fou, inspirada en Jacquieline Lamba[3], el azar, el encuentro, el amor, la naturaleza y los personajes mitológicos y de leyenda están enlazados a la idea que el autor tiene del sexo femenino. EnArcane 17, se producirá curiosamente un cambio en el tema analizado: se deja atrás a la mujer musa, e incluso también esa mujer polarizada de amor virgen y niña, mujer objeto erótico y mujer fatal, y pasamos a un Breton maduro, para quien el mundo no
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