Conclusiones: Las Etapas Generales De La Actividad Representativa.

El pensamiento representativo lo conforman: la imitación, el juego simbólico y la representación cognoscitiva, además representa la función del equilibrio progresivo de la asimilación y la acomodación. Lo característico de la representación es al contrario de rebasar lo inmediato aumentando las dimensiones en el espacio y en el tiempo en el campo de la adaptación, o sea evocar lo que sobrepasa al terreno perceptivo y motor.

La representación implica un doble juego de asimilación y acomodaciones actuales y pasadas, cuyo equilibrio de unas con relación a otras no podrá ser más rápido, pues ocupa de hecho toda la temprana infancia.

Toda asimilación consiste en relacionar los datos actuales con elementos anteriores, puesto que asimilar es modificar el objeto en función de la acción y del punto de vista propio, es decir, en función de esquema. La función simbólica es la que hace posible la adquisición de los lenguajes o de los signos colectivos, pero sobrepasa la sola función del lenguaje puesto que alcanza también el campo de los símbolos por oposición a los signos, es decir, a las imágenes que intervienen en el desarrollo de la imitación, el juego y la representación cognoscitiva misma.

La acomodación y la asimilación adquieren el poder de integrarse a nuevos sistemas más complejos que las acciones sensorio motoras y que se constituyen por extensión de éstos últimos en el dominio no perceptible.

La imitación de éste segundo período es representativa, por oposición a la imitación sensorio-motora que funciona en presencia del modelo solamente porque esta imitación exterior se funde con la imagen mental del modelo.

La imagen simple es una imitación interiorizada del objeto con el cual se relaciona, lo mismo que las imitaciones exteriorizadas son una copia directa del modelo, por medio del propio cuerpo o de los movimientos que proyectan los caracteres imitados en una reproducción material.

En el llamado juego simbólico, el objeto significante es el propio cuerpo, pero no es otra cosa que una diferencia de instrumento y hay imitación en todo el juego simbólico. En el simbolismo secundario, la relación entre el objeto significante y el objeto significado escapa a la reflexión del sujeto, y que el objeto significante puede reducirse al estado de simple imagen.

El desequilibrio entre la acomodación y asimilación es la simple expresión de la situación general que caracteriza la adaptación representativa en sus comienzos y basta para explicar la pobreza inicial de las representaciones cognoscitivas.

Desde su nacimiento, el niño toma parte de una vasta gama de secuencias interpersonales que involucran diversos canales de comunicación, juega un rol decididamente activo ya desde los primeros meses. Esto es posible por el hecho de que el niño está dotado de un repertorio no verbal muy rico, que junto con una serie de capacidades sensoriales-perceptivas

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