Contaminacion
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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
XOCHIMILCO
Contaminación en frutas y hortalizas desde su cultivo hasta su comercialización, en zonas del Distrito Federal.
INVESTIGADORES
Aguilar Chávez Nubia Aranzazu
Álvarez Román Luis Alfredo
Barrientos Méndez Karen Adriana
Domínguez Martínez Samantha Guadalupe
López Guadarrama Miguel Angel
Martínez Cuevas Frida Leticia
Martínez Hernández Isabel Nichdali
Rodríguez Chora Karla Angélica
Sánchez Meneses César Armando
DRA. MARTA NUNILDA CORONADO HERRERA
10 DE JULIO DEL 2012
ÍNDICE
Resumen
4
Introducción
6
Metodología
8
Resultados y Discusión
10
Conclusión
45
Bibliografía
47
Este trabajo presenta los tipos de contaminación en frutas y hortalizas; biológicos, químicos o físicos. Así como los posibles métodos para evitar este riesgo, desde su cultivo hasta su comercialización y algunos métodos de desinfección.
Se realizaron encuestas a estudiantes de nivel medio superior y superior, entrevistas a especialistas, se recabaron artículos científicos relacionados con el tema y se visitaron centros de comercialización y un invernadero para conocer los procesos de cultivo y comercialización e identificar los posibles puntos de contaminación.
Los resultados reflejaron que teniendo un menor control sanitario durante las etapas de cultivo, cosecha, transporte y comercialización, repercutirá en la calidad de frutas y hortalizas.
Las aguas residuales son utilizadas para riego agrícola, ya que aportan nutrientes orgánicos al terreno de cultivo, sin embargo, han incrementado las enfermedades gastrointestinales como consecuencia de los patógenos que contienen (Veliz, et al. 2009). Aunado a esto, el alto nivel de microorganismos patógenos contenidos en lodos provenientes de plantas de tratamiento de aguas residuales (Méndez, et al. 2008), agrava la situación de las aguas de riego empleadas en frutas y hortalizas. Los riesgos asociados a estas sustancias constituyen una enorme amenaza para la salud, pero se emplean gracias a su bajo costo en zonas con régimen pluvial errático o escaso (Rivera, et al. 2007). La contaminación microbiana, agua de riego y suelo de cultivo, son consideradas las principales fuentes que ocasionan la pérdida de inocuidad en los alimentos (López, et al. 2009).
Se han realizado estudios, en donde los principales microorganismos patógenos que se han encontrado son: Escherichia Coli y Salmonella (Ávila, et al. 2008). Los hongos fitopatógenos pueden causar grandes daños. Estos microorganismos son capaces de producir sustancias llamadas micotoxinas, que se distribuyen con facilidad en el sustrato y pueden llegar a ser perjudiciales para la salud (Trigos, Ramírez, Salinas, 2008). Otro factor potencialmente peligroso, son los metales pesados presentes en suelos y aguas de riego agrícola, debido a su carácter no biodegradable y la toxicidad que ejercen sobre los diferentes cultivos (Prieto, et al. 2009), ya que tienden a acumularse en la superficie del suelo, quedando accesibles al consumo de las raíces de los cultivos (Pérez, et al. 2008). Por ejemplo, el arsénico es un metal presente en la corteza terrestre y es distribuido en el ambiente a través de procesos naturales (Mora, et al. 2012). Debido a su toxicidad, es un contaminante importante y la exposición crónica a éste se relaciona con graves enfermedades (Prieto, et al. 2007; Monroy, Ramírez, Macías, 2009).
La aparición de plagas afecta la calidad de los cultivos; la mosca blanca (Bemisia Tabaci), es una de las más dañinas, su principal impacto es como transmisor de enfermedades virales (Holguín, Hernández, Latisnere,2010). El uso de insecticidas orgánicos sintéticos tiene efectos perjudiciales en la salud (Ruiz, et al. 2011), originando gran cantidad de compuestos de alta agresividad y efectos nocivos para el hombre (Martínez, Gómez,2007). Por otro lado, los plaguicidas organofosforados resultan ser muy eficientes y económicos en el control de plagas; sin embargo, no dejan de representar un riesgo para la salud (Pérez, et al. 2009). Para combatir la contaminación en suelos, se recurre a la biorremediación, ya que metaboliza ciertos organismos que permiten la degradación, transformación o remoción de los contaminantes para tratar suelos, lodos y sedimentos contaminados con hidrocarburos, solventes y pesticidas (Martínez, et al. 2011).
Cuantificar los mohos y levaduras permite su utilización como un indicador de prácticas sanitarias inadecuadas durante la transportación y el almacenamiento de los productos (Secretaría de Salud, 1995). Las cadenas de frío sirven para lograr el transporte de productos perecederos, como alimentos, a través de grandes distancias (Medina, 2009). Éstas ofrecen una oportunidad a los comercializadores para evitar la descomposición de sus productos. Al incrementar considerablemente la venta de frutas y hortalizas de manera trozada, es importante tener un control de sanidad para evitar que represente un riesgo para la salud (Ruiz, et al. 2006). El consumidor jugará un papel muy importante, ya que en él, se concentrará la cadena de esfuerzos o las fallas en el tratamiento de la inocuidad de los productos (Cruz, et al. 2010).
La interrogante a resolver en la presente investigación, es conocer si las frutas y hortalizas que reciben un mejor manejo sanitario, desde su cultivo hasta su comercialización, disminuyen en sus niveles de contaminación, identificando las principales zonas de cultivo en el Distrito Federal, el agua de riego empleada, las principales normas de empaque, almacenamiento, transporte y comercialización; para así identificar los principales puntos de contaminación.
Para
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