Cosmovision de la muerte totonaca
Enviado por enriquemahanaim • 3 de Enero de 2017 • Ensayo • 1.400 Palabras (6 Páginas) • 775 Visitas
COSMOVISIÓN DE LA MUERTE TOTONACA
Cuando morimos,
no en verdad morimos,
porque vivimos, resucitamos,
seguimos viviendo, despertamos,
Esto nos hace felices ...
¿Acaso de verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra,
aunque sea oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,
no para siempre en la tierra: sólo un poco aquí."
Con la frase “El totonaca se prepara toda su vida para la muerte”, se vislumbra el escenario ideológico que este pueblo edificaba a través de su cotidianidad, representa además la carga simbólica que tiene para ellos su transitar y las emociones que despierta concebir a la muerte como una etapa más, no de declive o fin absoluto, sino de un nuevo comienzo.
En Veracruz, los totonacas sitúan a la muerte uno de sus principales temas de riqueza cultural, que dista de las concepciones occidentalizadas actuales cuyos significados adornan a la muerte como una etapa de culminación, de desenlace, de lo acabado; este pueblo prehispánico otorga una importancia manifiesta en la continua búsqueda de sentido al conocimiento de la vida, como algo trascendental que de ninguna manera se circunscribe al plano terrenal, por lo que la muerte es solamente un paso más en este trayecto infinito. [pic 1]
Es por ello que los pueblos prehispánicos del México Antiguo, como los totonacas, pretendían en sus majestuosos Centros de Conocimiento, hoy llamados zonas arqueológicas, llegar a la vida eterna a través de la "muerte" de la vida mundana. Es decir, que sólo ante la muerte de los apegos terrenales el espíritu quedaba libre, para iniciar el luminoso viaje hacia la vida eterna.
La vida en el plano de lo conocido es pasajera, quebrantable, un medio valioso pero al fin un medio del ser hacia un destino más importante, un lugar donde se debe llegar después de transitar por esta existencia terrenal. La muerte es un paso a la vida eterna. Bajo esta concepción nuestros antepasados movilizaban cualquier cantidad de actos en la orquestación de una vida espiritual plena y de enérgico posicionamiento ante la trascendencia de su existir.
Esta visión milenaria se palpa en la observación cálida del cementerio de Quiahuiztlán, forjada en el antecedente del culto al dios de la muerte Linin, con representaciones majestuosas e incluso místicas en su construcción, que dan cuenta de la idea mesoamericana vida-muerte-vida como un ciclo perfecto y constante con el que se concebía a la naturaleza, como en la temporada de lluvias seguía la de secas y otra vez de lluvia, así con la muerte iba a surgir nuevamente la vida en un proceso dinámico en torno a la creencia de la inmortalidad y la reencarnación.
Es por ello que detener el tiempo en esta visión de la muerte, forja un perspectiva de mayor compresión sobre la relevancia de la edificación de centros ceremoniales y cementerios dedicados a su gente, con un horizonte teológico prominente y en donde vertían su sentido de vida. Un ejemplo notable es visualizar las tumbas del cementerio totonaca del cerro de los metates (Quiahuiztlán), para identificar gráficamente su ideal societario sobre el viaje del alma a otros lugares para seguir viviendo.
Lo anterior reitera que la muerte no es sinónimo de decadencia con una connotación de intimidación o incluso terror, es mas bien liberadora, de ahí que aun en nuestros días sea una frase coloquial decir que el individuo ha descansado, que pasará a mejor vida, o que estará en una plano extraterrenal donde se le espera para ser juzgado. Es por ello que conlleva un ritual con procedimientos precisos para augurar éxito en el viaje del alma. En Quiahuiztlán, se encuentra un cementerio constituido por 78 tumbas repartidas en tres camposantos: central, oriente y sur. Además de adoratorios para ofrendar a sus muertos.[pic 2]
El cementerio esta dividido en tres partes principales. La parte central está integrada por 34 tumbas que limitan pequeños templos, las cuales fueron exploradas en 1951 y 1953, de ello se obtuvieron restos de huesos largos y cráneos, así como ofrendas integradas por vasijas con figuras de animales, en tonos blanco y rojo.
El ritual funerario se encuentra cargado de simbolismos, todos ellos fincados en la veneración a los dioses, cabe destacar que las tumbas con edificación propia pertenecieron a personas consideradas para ellos importantes como guerreros, caciques o jefes, doncellas y artistas o quien poseía algún don, reflejando desde la época el antecedente de las jerarquías sociales incluso en el tema de la muerte, muy cercano a la condición de los cementerios tradicionales mexicanos donde la diversidad de edificaciones para los difuntos alude muchas veces al poder adquisitivo de la familia.
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