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Crisis Economica De Europa


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2013  •  2.387 Palabras (10 Páginas)  •  266 Visitas

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Los mercados financieros nos dan sorpresas cada año de las que conviene sacar algunas lecciones para evitar problemas futuros. A pesar de la incertidumbre de los mercados financieros, ¿Cuáles son las lecciones de las últimas crisis? Aquí estamos hablando de los años de 1995-1998. Una de las lecciones es que los agentes económicos y financieros no parecen haberse acostumbrado aun a actuar en un mundo con una movilidad capital. Pero decían que no estaba correcto decir que vivían en un mundo globalizado puesto que la movilidad del capital es solo elevada en los países desarrollados y con países emergentes. Lo que si afirmaban ellos era que los mercados financieros estaban más integrados y que parte de los agentes económicos en las que actuaban no eran cerradas y que los mercados financieros empezaron a estar más integrados.

Esa integración demostró que lo que ocurría en un país podía afectar no solo a otros países en situaciones económicas similares, sino a otros países en situaciones económicas diferentes pero en zonas geográficas cercanas. A esto le llamaron efecto contagio o el efecto de contaminación. Esto quiere decir que a mayor integración mayores efectos de contagios. En ese tiempo le sucedió a Italia, España y Suecia y le afecto a estos países europeos porque la movilidad de su capital es mayor que la de otros países que no están en la Unión Europea. Una pregunta que se hicieron autoridades de los países contagiados fue ¿Cómo es posible que los inversores no supieran distinguir entre la situación objetiva de un país y otro y traten por el mismo rasero a ambos?

La respuesta es que pues los mercados financieros aun siendo mas “perfectos” que otros, no son del todo perfectos. Por un lado, la información disponible era asimétrica, costosa e imperfecta. Incluso cuando los inversores tenían información suficiente no solían procesarla analizarla correctamente. Por el otro lado, las decisiones de inversión eran más concentradas en un menor número de analistas especializados, ya que la gestión colectiva de la inversión era predominante sobre la inversión individual. Y por último existían las economías de escala y de alcance que introdujeron elevadas barreras de entrada y permiten a las firmas más grandes o más especializadas tener un importante poder sobre el mercado.

Estas imperfecciones de los mercados hicieron que hubiera sobrerreacciones de los agentes, positivas o negativas ante determinados acontecimientos y que hubiese efectos de contagio a otros países. Por ejemplo, España estuvo de “moda” en años anteriores a los 90’s pero en el 95 estuvo bajo desconfianza, pero no estaba bien que España estuviera así, más bien debió de haber tenido un equilibrio por que la moda pues es pasajera y la desconfianza es peligrosa. La crisis demostró que cuando mayor es la apertura e integración de los mercados financieros la volatilidad tiende a ser mayor y no menor, ya que la mayor parte de la integración financiera se debía a un proceso de mayor diversificación de las carteras por parte de los inversores, en la que muchos mercados representaban exclusivamente inversiones marginales que pueden ser modificadas a la mínima decisión de recomposición ante cualquier acontecimiento inesperado. España, por ejemplo, no solía representar nunca más del 1% o 2% de las grandes carteras internacionales. Esto quería decir que cuanto más marginal es un mercado y cuanto más dependiente era la de la inversión de los no residente, más volátil tendía a ser.

Cuando existía la desconfianza de los inversores sobre un país, la volatilidad tendía a afectar a todos los instrumentos financieros, independientemente de su plazo. Pero normalmente los mercados financieros no se equivocan a la hora de decidir cuáles son los activos financieros o las monedas que hay que comprar y las que es conveniente vender. Siempre que había sobrerreacciones en los mercados han sido temporales. Los que tienen mayores problemas estructurales coyunturales, económicos o políticos, suelen ser los que sufrían a mayor medida ante la mínima reacción nerviosa de los inversores. Pero para evitarse esas sobrerreacciones y contagios había que mejorar la calidad y la cantidad de información sobre la situación económica y política de los países y de sus empresas y diseminarla de manera más amplia en los mercados, ya que, cuanto menor era la calidad y el alcance de la distribución de la información, mayor seria la probabilidad de que los inversores encuentren más difícil diferenciar los mejores riesgos de los peores.

Pero lamentablemente, en los mercados financieros las percepciones de los inversores tendían a convertirse en realidad pues las mismas reacciones tendían a acelerar los procesos de deterioro en los casos de desconfianza y de bonanza en los casos de moda.

Tras once años desde la introducción del euro nos encontramos en medio de una crisis grave en el área euro que lleva dos años sin encontrar solución. Algunos autores ya habían advertido a principios de los años noventa de los problemas que enfrentaría una unión monetaria europea mal diseñada no les ha sorprendido esta crisis, pero si les sorprendió la magnitud de esta. Los autores sabían que una unión monetaria solo funcionaría adecuadamente si el área monetaria a la que se aplicaba era óptima, si paralelamente se creaba una unión fiscal: un tesoro europeo o un gran presupuesto europeo y si su banco central era prestamista de última instancia de la deuda emitida por dicho tesoro. Sin embargo, se obviaron dichos requisitos y fueron sustituidos por mucha "voluntad política", lo que ha costado muy caro, ya que solo podrá solucionarse cumpliendo dichos requisitos.

La situación actual es: primero, el área euro está en mejor posición fiscal que EE UU y Reino Unido. A finales de 2011, su déficit fiscal agregado es solo del 4% del PIB, frente al 10% estadounidense y al 9,4% británico. Su deuda bruta es del 88% del PIB, frente al 101% de EE UU y el 85% de Reino Unido. Pero estos dos últimos países no tienen ningún problema con su deuda soberana y la eurozona tiene uno muy grave, porque la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra son prestamistas de última instancia de sus tesoros nacionales y el Banco Central Europeo (BCE) no lo es. Los inversores en deuda soberana terminaron dándose cuenta de que hay dos tipos de deuda soberana: la de los países con un banco central que presta o compra temporalmente deuda para evitar cualquier impago por parte de su tesoro y la de los Estados miembros del área euro, en que el BCE lo tiene prohibido, salvo en el mercado secundario, convirtiéndose en una deuda menos segura.

El principal problema del área euro es su bajo crecimiento medio anual: en las dos últimas décadas, ha sido del 1,7%, inferior al de Estados Unidos (2,5%)

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