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Cuadro Comparativo Cuadro Comparativo Entre Los Alimentos Alterados,alimentos Contaminados Y Los Alimentos Transgenicos


Enviado por   •  27 de Agosto de 2012  •  3.733 Palabras (15 Páginas)  •  2.477 Visitas

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MIEDO AL RIDÍCULO

"Ande yo caliente, ríase la gente".

Cuántas veces has sentido más de un par de miradas sobre tu persona que te hacen sentir...

incómodo hasta tal grado, que has pensado:

¿Qué tengo?, ¿qué estoy haciendo mal?

¿Serán mis nervios o me están mirando repetidamente?

¿Huelo mal?

Para entonces te has acondicionado el cabello, el pantalón, la camisa, te limpias las comisuras de los labios y pones tu cara "de amabilidad y guapura".

Queda claro que esas actitudes, en mayor o menor medida las reflejamos por un temor al ridículo, que -me atrevo a pensar- todos hemos pasado al menos una situación 'tan bochornosa, que cae en el ridículo' en algún momento de nuestras vidas.

Pero cómo decía mi abuela, "el que no quiera ver fantasmas que no camine de noche" o más científicamente:

"...el miedo al ridículo es directamente proporcional a la intensidad del deseo de exhibirse...".

Definición de psicología clínica

¿Esto quiere decir que si no quiero hacer el ridículo no debo provocar la ocasión?

¡Qué dilema!, pues vivimos en sociedad, interactuando permanentemente, ejerciendo distintos roles, algunos inherentes, otros aprendidos y algunos más sociales; de roce, de complicidad, con la pareja...

Y eso me hace pensar en varios tópicos: me viene a la cabeza aquél bufón, fanfarrón y todólogo, que en su afán de ser 'el centro de atención en fiestas, reuniones, juntas de trabajo y demás, siempre tiende a verse en el 'ojo del ridículo' (aquí se aplica lo de la proporcionalidad de exhibición).

El sujeto en cuestión "sugiere" -con acciones, que lo hacen plenipotenciariamente ridículo- ser el HOMBRE/MUJER elegido/a por los dioses para brindarnos regocijo a nuestras vidas.

Así que de cierta forma se acostumbran, digámoslo así, a pagar el precio de los '5 minutos de fama' a costa del escarnio, morbo, risa, burla o críticas encarnizadas acerca de su persona.

Nunca falta alguien así, ¿cierto?

Del otro lado, mencionar a aquellas personas que tienen la '¿gracia?' de quererte poner en ridículo, regularmente delante de los demás.

Por alguna extraña razón, quizá porque de cierta forma 'envidian' la ecuanimidad o mesura del sujeto en acción, o por no tener nada que hacer... Tampoco falta alguien así...

Lo interesante de todo esto, es saber ¿qué tan preparados estamos para recibir las situaciones imprevistas y/o bochornosas?

Un ejemplo:

"Una noche, estando en una reunión semi informal de trabajo, hubo un brindis navideño; posteriormente, uno de mis jefes propuso -con toda alevosía y ventaja-, hacer una representación improvisada en la cuál habría 5 personajes con alguna característica que debía ser notoria 'en el escenario'...

Pastor 1: amanerado y bobo

Pastor 2:

Ángel: gruñona, enojona y vana

Pastora: sumisa y tonta

Diablo: provocativa, inteligente y sarcástica.

Cuando él leía sus hojas de manera casi morbosa, donde estaban sus 'ocurrencias' ya me veía en el papel de diablo, a Rodolfo en el papel de pastor 1, a Paco en el rol de pastor 2 , a Elisa cual pastora y obviamente a Mercedes, como ángel de la obscuridad, y no me equivoqué... entonces hice una autorreflexión:

¿Hasta dónde llega el disfrute por ver a alguien que no participa de las tonterías, borracheras, vulgaridades...

O de exhibir los 'defectos' de alguien distinto a ellos, como Rodolfo, y prácticamente forzarlo a hacer de 'amanerado' cuando el 'secreto a voces' es justo ese, y muy su asunto y respetable además.

De la cara del subjefe de área que para 'reírse' un rato de Paco por las múltiples veces que las chicas le dicen que ¡No! le asigna el papel de macho...

Lo mismo sucede con Elisa, que en lugar de ser la encargada de recursos materiales pareciera ser la 'office girl' de la oficina, porque hay una palabra que no aprendió a decir:

No y listo, la solución: exhibámosla como pastora tonta y sumisa...

Y vaya Mercedes, que es el Gargamel del trabajo... y claro yo, que de sexy, sensual y provocativa tengo poco menos que nada ¡ah!, eso sí... sarcástica si soy...

La verdad, cuando yo me levanté de mi asiento no tenía la más mínima congoja, salimos los 5 del salón y estando fuera Rodolfo -pastor 1- dijo muy acertadamente:

'¡Ande yo caliente, ríase la gente!'

Paco le tomó del brazo y dijo: '¿pues yo no me rajo y ustedes?', Elisa dijo: yo tampoco me rajo, Mercedes muy seria comentó: 'no pensé que fuera tan indeseable en el trabajo, pero les voy a mostrar que puedo reírme de mí'.

Yo los veía contenta y distintos, yo callada, a ver y dijeron: 'Ahora sí, dinos qué hacemos', sencillo: vamos a disfrutar el momento...

Entramos al salón y dimos una divertida antología; es más, casi me parto de la risa, tanto tiempo que no me reía tan a pierna suelta... ¡Nos llevamos los aplausos, la noche... brillamos!

Y no 'hicimos el ridículo' -para su disgusto-, por una simple y sencilla razón, Freud lo dijo acertadamente:

'El miedo al ridículo es una actitud mental, un temor que se pierde en la medida que se aprende a reír uno de sí mismo'.

¡Cierto, muy cierto!

No hice 4 amigos, para eso se necesita un poco más de tiempo, pero me llevé cuatro calurosos y sinceros abrazos.

Paco, Rodolfo, Mercedes, Elisa, gracias por recordarme que aprender es tomar el riesgo de querer hacerlo y aceptar que no se sabe todo".

Combatir el miedo al ridículo

El miedo al ridículo es una de las afecciones psicológicas más comunes.

Casi todos estamos afectados en mayor o menor manera, y el que se encuentra libre de esta traba provoca la admiración de los demás.

Francisco Gavilán (Año Cero núm. 19)

¿Soporta usted sin rechistar que alguien se cuele en la hilera en la que está aguardando pacientemente su turno?

¿Deja usted propina en el restaurante, pese a que el servicio dejó mucho que desear?

¿Es incapaz

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