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Cuentos Populares De Guatemala


Enviado por   •  8 de Febrero de 2014  •  2.276 Palabras (10 Páginas)  •  456 Visitas

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El carruaje de la muerte

Cuenta que el carro de la muerte aparecía durante las noches y anunciaba la muerte de alguna persona. También cuentan que se parqueaba frente a las casas y se llevaba al fallecido.

Después de un largo y arduo día de trabajo en el campo, Mario se dirigía a su casa en la ciudad. Ya casi anochecía y caminaba de prisa. Poco antes de llegar a su casa escuchó el sonido de un carruaje muy cerca, lo que era muy normal en aquella época, pero este sonido era diferente, sintió mucho temor. Corrió y decidió esconderse en el parque, detrás de los árboles.

El sonido del carruaje se escuchaba cada vez más cerca, pero a la vez daba la impresión de que nunca llegaba y la espera se hacía interminable.

Sin darse cuenta, Mario pasó la noche en el parque. De repente, despertó por el frío que sintió y recordó lo ocurrido la noche anterior y en ese momento pensó que temerle a un carruaje había sido algo absurdo. Se levantó y fue a su casa.

Los días pasaron y Mario no podía olvidar lo ocurrido, así que decidió contárselo a un amigo.

Al escucharlo el amigo también le compartió lo que contaba la gente al respecto. “Dicen que por las noches se escuchaba a un carruaje ir a toda velocidad y que iba recogiendo a la gente que moría, era conocido como El Carruaje de la Muerte”. Al finalizar el relato añadió: “Posiblemente todo esto es un invento de la gente, no hay que hacer caso”.

Mario no se quedó tranquilo y junto con su amigo decidieron esperar esa noche, al carruaje y así confirmar si los rumores eran ciertos.

Se encontraban en parque bajo la noche fría y solitaria cuando comenzaron a escuchar el sonido de un carruaje. Poco a poco pudieron verlo, cada vez más cerca. Y en efecto, se trataba de un carruaje negro, tirado por caballos negros y con un conductor vestido completamente de negro.

Igual que la primera vez, el carruaje tardaba en llegar hasta donde ellos se encontraban.

Cuando por fin el carruaje estaba frente a ellos, el conductor los observo fijamente y ambos hombres se desmayaron. A la mañana siguiente, despertaron de frío y desde entonces, tanto Mario como su amigo, se esconden donde pueden cada vez que escuchan el sonido de un carruaje, sobre todo por las noches.

Las Zapatillas del Cadejo

El alba rayada de lila y palorrosa los volcanes y el horizonte de la ciudad.

En los árboles y arbustos de las plazas del teatro, de la victoria y en las plazuelas de los templos, cabeceaban miles de pájaros. El fresco de aquella mañana era intenso.

Sobre la calle del Ángel, en la fonda del calvario, sentada frente a una mesa de pino, tiritando de pesadumbre y sudando soledades, un hombre joven, profundamente demacrado, bebía en un pequeño vaso de herradura.

A su lado, un perro negro dejaba acariciar una oreja de manera descuidada. Las puertas de la fonda, recién abiertas al frescor de la mañana, permanecieron a la claridad colarse en su interior.

Tullido de frió, el hombre se restregó las manos. Engullo un trago más y saco del bolsillo interno de su raído saco unas zapatillas de ballet que en un tiempo fueron rosadas y ahora estaban lustrosas de tanta caricia. Las contemplo, las beso y las acaricio con esmero por largos minutos. Las dejo sobre la mesa del piano y extrajo luego un papel escrito, lo desdobló con ternura y cuidad, y lo leyó.

La llorona

La llorona era una mujer indígena, enamorada de un caballero español o criollo, con quien tuvo tres niños. Sin embargo, él no formalizó su relación: se limitaba a visitarla y evitaba casarse con ella. Tiempo después, el hombre se casó con una mujer española, pues tal enlace le resultaba más conveniente. Al enterarse, la Llorona enloqueció de dolor y mató a sus tres hijos en el río. Después, al ver lo que había hecho, se suicidó. Desde entonces, su fantasma pena y se la oye gritar "¡Ay, mis hijos!" (o bien, emitir un gemido mudo). Suele hallársela en el río, recorriendo el lugar donde murieron sus hijos y ella se quitó la vida. Se dice que la Llorona no puede llevarse el alma de una persona si ésta usa la ropa interior al revés. También se cuenta que cuando a la Llorona se la escucha que está muy lejos, es porque está cerca, y cuando se escucha cerca, es porque está lejos.

Cuento de el Sombrerón.

La leyenda cuenta que... Un día, como a las seis de la tarde, aparecieron el la esquina de la casa de Celina cuatro mulas amarradas. Pasaron por allí dos vecinas y una de ellas dijo: "¡Qué raro! ¿No serán las mulas del sombrerón?". "¡Dios nos libre!" dijo la otra, y salieron corriendo. A esa hora, Celina comenzaba a dormirse porque ya se sentía muy cansada. Entonces comenzó a oír una música muy bonita y una voz muy dulce que decía:

"eres palomita blanca como la flor de limón, sino me das tu palabra me moriré de pasión".

Desde ese día, todas las noches, Celina esperaba con alegría esa música que sólo ella escuchaba. Un día no aguantó la curiosidad y se asomó a la ventana y cual siendo la sorpresa, ver a un hombrecillo que calzaba botitas de piel muy brillante con espuelas de oro, que cantaba y bailaba con su guitarra de plata, frente a su ventana.

Desde entonces, Celina no dejó de pensar en aquel hombrecito. Ya no comía, sólo vivía esperando en momento de volverlo a escuchar. Ese hombresito la había embrujado.

Al darse cuenta los vecinos, aconsejaron a los padres de Celina que la llevaran a un convento para poderla salvar, porque ese hombrecito era el "puritito duende". Entonces Celina, fue llevada al convento donde cada día seguía más triste, extrañando las canciones y esa bonita música. Mientras tanto el hombrecito se volvía loco, buscándola por todas partes.

Por fín la bella Celina no soportó la tristeza y murió el día de Santa Cecilia. Su cuerpo fue llevado a la casa para velarlo. De repente se escuchó un llanto muy triste. Era el sombrerón, que con gran dolor llagaba a cantarle a su amada: "ay...ay... mañana cuando te vayas voy a salir al camino para llevarte el pañuelo de lágrimas y suspiros"

Los que vieron al sombrerón cuentan que gruesas lágrimas rodaban mientras cantaba: "estoy al mal tan hecho que desde aquí mi amor perdí, que el mal me parece bien y el bien es mal para mi". Toda la gente lloraba al ver sus sufrimiento. Y cuentan que para el día de Santa Cecilia, siempre se ven las cuatro mulas cerca de la tumba de Celina y se

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