Cultura, Cultura física Y Cultura Intelectual.
Enviado por Abelmurillo • 2 de Febrero de 2012 • 2.742 Palabras (11 Páginas) • 1.854 Visitas
INTRODUCCION
El presente trabajo no lo considero propiamente un ensayo, ya que desconozco las características que éste género literario o científico reclama. Es quizá, un intento por acercarme al concepto de cultura como mediador entre lo que algunos autores llaman cultura intelectual y otros entienden por cultura física.
En algunos momentos interpreto lo sustentado por “intelectuales” de la educación física y otras áreas; en otros, se encontrarán citas textuales y también (aunque con algo de esfuerzo) escribo mi propio “movimiento” (práctica docente) hasta donde mi talante - diría Cagigal - me lo permite. Asimismo me acerco a algunas anotaciones que conservo de mi paso por nuestra querida Escuela de Educación Física y que considero adecuadas al tema.
Se abordará primeramente el concepto de cultura, y después se argumentará el por qué de la importancia de no descuidar la cultura física ante la cultura intelectual. Reviste una mayor importancia en nuestro tiempo, ya que de no actuar con la decisión que se requiere, corremos el riesgo de perder la posición erecta que tanto alardea el hombre ante el resto del reino animal, pues ésta será consumida por el control remoto y ”su majestad” la computadora, que a estas alturas del trabajo, hace que duela mi espalda y me incline ante ella.
CULTURA, CULTURA FISICA Y CULTURA INTELECTUAL
Y si la cultura se cruza en mi camino ¿Cómo la reconozco? ¿Qué es la cultura?
Empezaremos por reconocer algunos elementos que la conforman y, a partir de ellos poder estructurar su definición:
Manera de vivir de un pueblo
Religión, lenguaje, principios éticos, economía, política.
Conjunto de ideas básicas con las que el hombre interpreta al mundo
Es un legado (se transmite de generación en generación)
Producto de la relación hombre-naturaleza
Forma de reproducción social
Conjuntando lo anterior, podríamos entonces decir que la cultura es el resultado de la manera en que vive un pueblo, de la interacción del hombre con la naturaleza y cuyos productos (aprendizajes) son transmitidos de generación en generación, asegurando así su reproducción social para satisfacer las necesidades imperantes en todos los terrenos: economía, política, religión, etc.
Nos dice Rubén Aguilar , que la cultura varía de acuerdo al grupo humano en que se da y que le permite modificar y adaptar su medio natural, es decir, “el hombre transforma a la naturaleza mediante el trabajo, pero esta a su vez, determina la cultura del ser humano. De ahí podríamos rescatar que la cultura es un proceso dinámico entre el hombre y la naturaleza.
Surge la cultura
Desde su aparición, el hombre ha tenido necesidades básicas, comer, beber, protegerse, reproducirse, etc., todas encaminadas a un objetivo primordial: sobrevivir. Imaginemos la selva, en la que el hombre primitivo realizaba largas caminatas en busca de alimento; tenía que correr para alcanzar algún animal y cazarlo o para huir de él. A medida que el tiempo pasa, descubre que se siente más seguro entre sus semejantes y que es más fácil adaptarse al medio o sobrevivir, entre varios hombres.
En un lento proceso, empezó a aprender a tallar la piedra y utilizarla como arma. Los hombres vagaban de un lado a otro, cazando y recolectando frutos y semillas; temían al fuego, pero descubrieron que daba calor y que la carne cocida era más fácil de comer, hasta que lograron dominarlo y aprovecharlo.
Los grupos que empezaron a reunirse tenían cierta organización entre sus miembros y realizaban diferentes funciones que aseguraran el bienestar del clan. Los clanes eran nómadas, que con el descubrimiento de la agricultura se hicieron sedentarios, ya que tenían la comida segura en un solo lugar. El tiempo transcurre, y estos grupos se vuelven sociedades cada vez más complejas que acumulan las experiencias de sus antepasados con las propias y las transmiten como “herencia” a sus sucesores.
La palabra kultur fue entonces acuñada por aquellas clases que presumían de tener mayor comprensión del mundo.
La evolución del ser humano favoreció por un lado la cultura intelectual, los descubrimientos y avances tecnológicos que le fueron proporcionando comodidad en sus tareas diarias, pero por otra parte le ha exigido menos esfuerzo físico, lo que lo ha llevado al sedentarismo, que junto a malos hábitos de alimentación han desarrollado enfermedades características de la “vida moderna”: obesidad, hipertensión arterial, diabetes, arteriosclerosis, etc.
Como resultado de esa búsqueda de comodidad, el hombre está olvidando cada vez más a su cuerpo y se ha dedicado al cultivo del intelecto, que le permita moverse cada vez menos; paradójicamente, este desarrollo intelectual no le alcanza, para “razonar” que está acabando consigo mismo, con su cuerpo, que es el que le permite lograr sus anhelos, ya que “cuerpo” es armonía en sentimiento, afecto, inteligencia, corporeidad; no es posible desintegrarlo, es indivisible, lo uno afecta a lo otro.
La “civilización técnica” reprime y atrofia nuestro cuerpo, hasta el punto de que ya no es él el que determina su propio modo de ser y estar, sino que se lo imponen las costumbres de la vida moderna (control remoto, medios de transporte, espacios reducidos para casa habitación, entrega de productos a domicilio, etc.) Estamos atrapados en movimientos y actitudes predeterminadas (estereotipos) en los que la moda determina la forma de moverse y actuar, para ser cool o alejarse del prototipo del naco. Hemos perdido conciencia de lo que es nuestro cuerpo y del dinamismo que lo envuelve. Al no conocerlo, lo hemos convertido en un simple instrumento de trabajo, que nos permita obtener comodidad y apariencia ante los demás y ser parte de la “gente bonita”, de la “gente bien” que pertenece a lo mejor del grupo o sociedad en que se desenvuelve.
José M. Cagigal construye una teoría acerca de la cultura intelectual y cultura física, tomando como base a los siguientes elementos:
I. La supervaloración de la técnica es una de las causas fundamentales de la crisis de valores de nuestro tiempo.
II. La preponderancia de la cultura intelectual ha derivado hacia una sobrestima del conocimiento del mundo exterior, de la ciencia aplicada y, consecuentemente, de la tecnología y la tecnocracia.
III. La cultura intelectual y sus derivaciones prácticas deben ser contrapesadas desde sus patrones estructurales educativos con otros acentos culturales basados en una vuelta al interior, un sentir, experimentar, saber de sí mismo, con el consecuente congraciarse con la propia
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