Cultura Y Política

Cultura y Política

Claramente el concepto de cultura se ha ido ampliando y extendiendo hacia otros ámbitos en los últimos años.

Ya no se entiende como cultura únicamente las expresiones culturales o artísticas, si no que acciones generadas desde lo político, han ido sumándose al concepto y a la dinámica misma de lo que hoy se entiende como cultura.

A partir de gobiernos como el de Antanas Mockus, han direccionado las políticas públicas hacia formación de nuevos conceptos, y formas de convivencia permitiendo que se inserten y transformen las articulaciones de lo hasta entonces conocido como cultura. Estas acciones han propiciado una simbiosis entre lo político y lo cultural, pero aún sin lograr los efectos transformadores que debería tener para lograr un avance significativo en la consciencia colectiva.

Bogotá al ser una ciudad de todos, en la cual convergen distintas regiones, costumbres y creencias, ha generado una muy disímil manera de interpretar y conceptualizar la cultura y la política. Si bien este fenómeno ha enriquecido estas concepciones con distintos matices, también ha sido un obstáculo en el avance para la lograr una apropiación e interiorización que permitan una identidad trascendente.

Es indudable que Colombia ha venido atravesando por una crisis en su estructura política, desde hace décadas.

No obstante haber llevado a cabo una reforma constitucional en 1991, que modernizó las estructuras del Estado, y propició espacios de participación activa a los ciudadanos, ha encontrado serios obstáculos para que su aplicación se dé de manera cierta y logre resultados efectivos y transformadores. Ello se ve reflejado en los continuos enfrentamientos que se han dado entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, pero principalmente en las formas y las maneras como se concibe y se hace la política. Es decir en lo que llamamos, cultura política.

Si bien la constitución de 1991 abrió escenarios de participación ciudadana, y creó instancias de control y vigilancia acordes con los cambios que requería el Estado para su modernización, no pudo llegar a transformar las maneras de hacer la política. Así entonces, quedaron enquistadas formas clientelistas, amparadas en cacicazgos locales y regionales que solo propenden por el benéfico personal desconociendo el interés general.

Es evidente que la crisis por la que transita Colombia tiene que ver con la moral y la cultura. La estructura de las instituciones estatales quizás no ese mal diseñada, la falla está en quienes las dirigen, en quienes tienen la función y la obligación de cumplir de manera idónea y transparente con su labor.

La crisis de la política está íntimamente relacionada con crisis de la moral y de la cultura. Se habla en escenarios locales, que trascienden a lo nacional, de que no hay cultura política, pero si revisamos a fondo este concepto

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