DE TAL PALO TAL ASTILLA... AUNQUE LA ASTILLA SEA DE OTRO MADERO.
Enviado por ALE1081 • 5 de Diciembre de 2016 • Apuntes • 1.447 Palabras (6 Páginas) • 377 Visitas
Transferencia Colectiva en Licenciatura en Artes
Trabajo practico, crónica[pic 1]
Mayra Alejandra Díaz Medina
Lectoescritura 2
Octubre del 2016[pic 2]
[pic 3]
DE TAL PALO TAL ASTILLA… AUNQUE LA ASTILLA SEA DE OTRO MADERO.
Un artista que se hace desde sus raíces y nace siendo libre y sensible al mundo.
En el año en que la Selección Colombia por primera vez le gana a Brasil en el Campín; en un partido amistoso, once días antes de la toma al Palacio de Justicia por el M-19. Dieciocho días antes de la trágica avalancha de Armero, nace en Santander, Colombia, en la Rochela: Silvia Patricia Sarmiento Echeverría, el 27 de octubre de 1985; año de buenos augurios para el Signo del Buey, según el horóscopo chino, bajo su nombre original de Laura Vargas Echeverría.
Antes de platicar de Silvia, debo hablar de Laura como una niña que no llegó a ser mujer en edad siendo ella misma. Una niña que disfrutaba del campo, con un estilo de vida rústico, rural, en el Santero, una vereda ubicada al oriente de Lebrija. De campos de tierra colorada y caminos de sembrados verdes que se dibujan en el paisaje.
La Laura de pies descalzos en la tierra, de atajos verdes, rocosos y empinados para ir a la tienda y recolectar de los árboles tupidos y apetitosos, los frutos olorosos a naranjas, mandarinas, mangas, limones y mangos.
Hermana mayor de 3 hermanos e hija de Martha Echeverria. Su madre para ese entonces compartía sentimentalmente con Eduardo Sarmiento, padre de sus otros dos hijos y quien a su vez la acogió como una hija y le aportó su apellido. Martha, dichosa de formar una familia con sus tres hijos y su pareja decide arrancar de cero, lejos de desamores, luchas y tristezas. Propone un nuevo nombre, para su hija Laura, como un nuevo inicio dentro de un hogar y presenta el de Silvia Patricia “Parecía divertida la idea de tener otro nombre a mis 9 años” exclamó Silvia. De allí nace la artista en cuestión mi amiga, mi hermana de corazón, mi comadre, mi colega, mi compañera de escenas: Silvia Patricia Sarmiento Echeverria!
Todos los días, muy temprano en la madrugada, entre las 4:00 AM y las 6:00 AM, el campo huele a mañana, el aroma a café hecho en leña. Se siente a varios metros a la redonda, el cantar de los gallos que despide el manto de neblina que cubre la noche. Y el sol poco a poco se abre paso entre las montañas, con rayos tenues y tibios. Los quehaceres de ordeñe, alimentar los animales, iniciar las recolectas de frutos y las siembras de piña no se hacen esperar.
“El baño, a esa hora era traumático por el frío, pues era al aire libre y aún el cielo estaba oscuro. Mis hermanos y yo enrollados en nuestras cobijas y aferrados a nuestras camas; nos cedíamos el turno y el honor de quien lo hacía primero. Lo dilatábamos un poco, hasta que la fuerza misteriosa de la chancleta de mi madre, nos levantaba en el acto, sin necesidad ya de tocar nuestra piel e iniciábamos la caminata cual zombies desorientados hacia nuestro despertar de agua helada. Luego nos poníamos nuestro uniforme, desayunábamos y emprendíamos nuestro viaje de una hora y media, hasta llegar a nuestra escuela que quedaba en otra vereda, llamada La Llana. “
A las cinco de la mañana las voces de los niños sus cuentos risas y apuestas de carreras se escuchaban en todo el campo.
En la escuela, todo estaba junto y revuelto. Había hasta cuatro grados distintos en un solo salón y con un solo maestro. Allí, ella descubrió un gusto por las rancheras. Las izadas de bandera, los bazares y actos culturales se convirtieron en sus primeros escenarios, no solo cantaba, ella también probó la actuación con un personaje que hasta hoy resuena como uno de sus papeles más recordados en su historia como actriz, de la obra: La muela y el pan, con el papel del parroquiano, estrella principal de esta pieza teatral.
Las opciones en el campo, en educación quizás no son muy alentadoras, “Escuché decirle alguna vez que si se hubiese quedado allí, quizás estaría llena de pelados y trabajando de casera en una finca, como muchas de las muchachas que fueron con ella a la escuela y que quizás no hubiese estudiado una carrera profesional o peor aún terminar un bachillerato.”
Lo mencionado anteriormente me da pie para partir de otra fase importante de la vida de Silvia Patricia, su etapa de desprendimiento de lo que había sido su hogar hasta ahora, en donde dos destinos abordaban por ella, y donde su madre en un gesto de amor pensando en su hija decide apostarle a su felicidad y expandir sus fronteras más allá del campo que hasta hoy conocía.
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