DERECHO DEL TRABAJO VII. ASOCIACIONES MUTUALISTAS
Enviado por • 8 de Octubre de 2013 • 4.981 Palabras (20 Páginas) • 393 Visitas
INTRODUCCION
Esta palabra es pródiga en acepciones, similitudes y sinonimias, hasta el punto de que en algunos diccionarios económicos y sociológicos se la identifica con cooperativismo, colectivismo, solidarismo y reciprocidad. Así, en el Diccionario de Sociología, de P. Fairchild (México 1949) se la define «en su acepción económica estricta, movimiento cooperativo para formar sociedades de ayuda mutua» y en sentido lato, «reconocimiento de la interdependencia recíproca y de la tendencia a la ayuda mutua manifiestas en cualquier forma de colectivismo y de manera más particular, como sostienen los anarquistas filosóficos, rasgo innato del mundo orgánico».
En su etimología, mutuo proviene del latín mutüus y «aplícase a lo que recíprocamente se hace entre dos o más personas, animales o cosas» (Diccionario de la RAE, ed. 1970). Mutual, es lo «mutuo, recíproco»; mutualidad, el «régimen de prestaciones mutuas que sirve de base a determinadas asociaciones» y mutualista, «perteneciente o relativo a la mutualidad».
En un sentido amplio del m. podemos convenir que éste es inherente a la sociabilidad humana, ya que sólo mediante una recíproca interdependencia de prestaciones de toda índole es imaginable aquélla. En esta versión primigenia, el m. se daría espontánea e instintivamente en las primeras agrupaciones humanas. Empero y al margen de este m. primario, la acepción que en estos momentos nos interesa es la del m. institucionalizado, desarrollado a través o por medio de asociaciones mutuales, de mutualidades. En este sentido, es en el campo de la previsión social en donde el desarrollo de estas instituciones ha sido más espléndido y también aquí se advierte la equivocidad del concepto. Un clásico del Derecho del trabajo, Pérez Botija, denominará a las mutualidades laborales españolas «cooperativas de previsión» (Derecho del trabajo, Madrid 1952).
2
ANTECEDENTES
RESEÑA HISTÓRICA DEL MUTUALISMO
Las enfermedades, las tragedias y la muerte han llevado al hombre a asociarse, a solidarizarse con el otro, a ayudarse mutuamente. Por esa razón, los agricultores de las riveras del rio Nilo en Egipto, en el año 3000 antes de Cristo, se unieron para ayudarse en las inundaciones periódicas causadas por el río. Y esta organización es el antecedente histórico más antiguo que se tiene del mutualismo y de las diferentes formas de economía solidaria que luego ideó la humanidad.
Históricamente y llegando a las mutualidades institucionalizadas, las primeras manifestaciones que podemos acusar son las collegia y sodalitia romanas que florecieron tanto en la metrópoli como en las colonias, muy particularmente en España y que perviven hasta la Alta Edad Media, existiendo numerosos testimonios de ellas durante la monarquía visigótica. En la Edad Media, época en que el catolicismo imprime de su esencia toda la organización político-social del mundo europeo, aparece perfectamente estructurada la cofradía donde la prestación de carácter previsor se establece ya preceptivamente. Su sistema financiero, si así puede llamarse, es bien simplista. Las aportaciones son fijas y periódicas por parte de los cofrades o asociados, pero las cofradías se nutren también de donativos y del importe de pequeñas sanciones que se imponen a los cofrades por falta de asistencia a las reuniones o por otras del mismo leve carácter.
En la antigua Grecia los artesanos se agruparon con el fin de prestarse servicios de tipo económico, social, religioso, dentro de los cuales se incluían los funerarios y los seguros. En Roma, surgieron los “Collegios o Fraternidades” con carácter religioso, que defendían los intereses de las viudas de los mercenarios, que morían en las guerras.
También en Roma se conformaron organizaciones cuyos fines eran los de prestar ayuda a los afiliados, ante riesgos de enfermedad y muerte. Grupos que se regían por estatutos y ordenanzas en los cuales se establecía el régimen y el gobierno, especificándose cargos similares a los que hoy conocemos como de presidente, tesorero y otros. Se estipulaba que si por algún motivo se disolvía la organización, los bienes que tuvieran pasaban al Estado y no podían ser distribuidos entre los afiliados, siendo esto el antecedente de lo que hoy se conoce como organización sin ánimo de lucro.
En Europa aparece durante la edad media, la guilda (de origen alemán), agrupaciones de comerciantes y artesanos con fines cívicos y de ayuda mutua, inspirados en el principio de la solidaridad.
Entre los siglos XV y XVIII, estas asociaciones tuvieron como objetivos el apoyo, el socorro a las personas con dificultades y la defensa de los intereses gremiales, al igual que cumplían funciones de capacitación.
En España aparecieron las “COFRADÍAS”(asociación piadosa), cuyo objetivo era la ayuda mutua. Durante el siglo XVIII fueron sustituidas por los MONTEPÍOS de origen italiano, que prácticamente eran bancos de caridad.
Los beneficios, las prestaciones que se derivan de estas cofradías mutualistas no están taxativamente determinadas y se presta el necesario auxilio atendiendo a las circunstancias de cada caso y al estado económico del cofrade. Tal auxilio reviste las formas más variadas: trabajo de los demás cofrades para suplir al del impedido, en su beneficio o en el de sus familiares; entregas de dinero; asistencia sanitaria -algunas cofradías llegan a contar con hospitales propios- y socorro por invalidez y vejez o enfermedad.
La Hermandad (v.) sigue cronológicamente a la cofradía como organización mutual de previsión (s. XVI y XVII). En el s. XIX aparecen mutualidades ya sin trasfondo religioso, inspiradas en la «filantropía» de moda y racionalmente organizadas, lo cual no libró a muchas de ellas de fracasar económicamente, superviviendo los montepíos oficiales gracias al apoyo estatal. Afectadas estas mutualidades por las exigencias del liberalismo doctrinario (nada entre el hombre y el Estado) desaparecieron en gran. número las que no subsistieron precariamente, para volver a resurgir el movimiento mutualista en nuestro siglo
La filosofía y la práctica mutualista inspiraron durante la época de la revolución industrial el surgimiento de las ideas socialistas, del cooperativismo y del sindicalismo y más tarde propiciaron las políticas de seguridad social que han puesto en práctica los estados.
...