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De la libertad de pensamiento y discusión


Enviado por   •  20 de Marzo de 2014  •  Trabajo  •  642 Palabras (3 Páginas)  •  383 Visitas

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Capítulo 2: De la libertad de pensamiento y discusión.

“Sobre la libertad”, John Stuart Mill

No hay justificación alguna para sustentar el impedimento a la expresión de una opinión a una persona, ni por parte de una autoridad (como el Gobierno) o de un conjunto (como el pueblo mismo). Esto consiste en un robo a la raza humana en sí, presente y futura, y tanto aquellos partidarios de la opinión como sus opositores. Pues limitar la expresión de una opinión priva la oportunidad de, si esta es verdad, ser compartida; y si esta es errónea, corregir el error. Nada nos asegura que una opinión pueda ser o no una falsedad, e incluso si lo fuere, no sería bueno reprimirla.

El primer caso, es que no se puede asegurar que la opinión a reprimir sea o no una verdad. El negarse a oír una opinión porque se crea que esta es falsa, implica creer también que la verdad que se posee es la verdad absoluta. Esto constituye en general un error de los hombres más afortunadamente situados, quienes no han sido rectificados al caer en este error. Pero son las épocas mismas las que refutan esta posibilidad de las verdades absolutas, pues en toda época se han sostenido opiniones que se han probado hasta absurdas en otros tiempos. Por ello, la mayor pretensión de ser infalible consiste en evitar la propagación de una opinión que se cree errónea. Es el deber de los individuos y del Gobierno formular opiniones cada vez más acertadas, sin jamás imponerlas a los demás. Debemos suponer que nuestra opinión es verdadera, y obrar de acuerdo a ella como guía personal. Ello basta para evitar que se propague la idea de que existen opiniones falsas.

¿Cómo se llega a tener confianza en el juicio de otra persona? Cuando ella está abierta a la crítica, de sus opiniones y conducta, pues de esa propiedad depende el juicio humano. No se puede juzgar una opinión, o incluso formar una confiable sin aceptar que esta pueda ser refutada por otras opiniones. Limitar la contraposición de opiniones es, volver nuevamente, a la creencia de la infalibilidad, y de que se posee una verdad absoluta.

Por otra parte, existe la persecución en lo relativo a las ideas. Limitado a lo social, nuestra intolerancia no matará a nadie, ni destruirá opinión alguna. Pero sí induce a los demás seres humanos a abstenerse de su difusión, o los predispone a no creer en ella. La especulación libre y audaz sobre los problemas constituye a un fortalecimiento y extensión del entendimiento humano. Empero, la libertad de pensamiento no es solo necesaria para grandes pensadores, sino también para el regular de los hombres, para su desarrollo intelectual.

Ausente la discusión, se olvidan los fundamentos de las opiniones, y también su sentido mismo. El no someter las opiniones a la discusión las vuelve rutinarias, y no son ni un esbozo de lo que fueron en su origen. Por ello

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