Diablo

Robert estaba decidido a no soñar más, cada sueño que tenía lo metía en un embrollo. Dormía mal y no prestaba atención a las clases

Esa noche se durmió y, aunque pensó que no soñaría, lo hizo de nuevo. Y nuevamente con el Diablo de los Números.

Al inicio estaba fastidiado porque el Diablo solo pensaba en eso: números, números, operaciones, más números, mas operaciones. Era algo sin fin.

Robert ya está aburrido de las explicaciones que le daba el diablo de los números, siempre tan exactas. Y es que Robert no entiende porque en las matemáticas todo es exacto y no se adivina nada.

Aunque está fastidiado, la amistad entre Robert y el diablo de los números se torna mejor ya que el diablo de los números le enseña a Robert una serie de trucos sencillos y que a partir de situaciones cotidianas tiene aplicabilidad en las matemáticas.

Esa noche, el diablo le explica a Robert, por medio de unos cocos, cómo funcionan los números triangulares (1, 3, 6, 10, 15, 21, 28, 36, 45, 55…). Después le pide a Robert que le dé un número para demostrarle que puede confeccionarlo con máximo tres números triangulares (51=15+36, 83=10+28+45, 12=1+1+10).

Luego dice que si suma dos números triangulares sucesivos verá un milagro (1+3=4, 3+6=9, 6+10=16, 10+15=25), a lo que Robert responde que son números saltados (2², 3², 4², 5²).

El diablo le enseña a Robert muchos trucos con estos números y finalmente, le explica algo sobre los números cuadrados, pero Robert se pone de pie y se lanza inmediatamente a la piscina infinita de números.

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