Diversidad Y Genero
Enviado por sohuez • 21 de Junio de 2014 • 4.975 Palabras (20 Páginas) • 253 Visitas
EDUCACIÓN PARA LA DIVERSIDAD
Compromiso histórico con el desarrollo de América Latina
Dra. Lady Meléndez Rodríguez
Universidad de Costa Rica-IIP
Ministerio de Educación Pública-Departamento de Educación Especial
Telefax: (506) 221-53-45/E-mail: lmelende@cariari.ucr.ac.cr
“Nunca hubo en el mundo dos opiniones iguales, de la misma manera que no hay dos cabellos ni dos granos de trigo iguales: la cualidad más universal es la diversidad”
Michel de Mointaignè
1533-1592
Latinoamérica híbrida, como la llamara García Canclini (1990), territorio mágico que vive su propia posmodernidad, entre tradiciones que descansan y revenan sobre rasgos de una modernidad que asoma sin surgir del todo, sin resurgir, apenas; ha escrito su propia historia sobre el legado cultural diverso de nativos, invasores, visitantes y diásporas obligadas.
Tal demografía se ha encargado de construir una forma de pluriculturalidad latinoamericana, cuyos diversos representantes no han ocupado lugares equivalentes en los espacios de poder, de manifestación ni de participación social.
Algunos grupos humanos han sido amenazados, acallados, subyugados, perseguidos y asesinados, por otros grupos que históricamente han ostentado lugares de privilegio y de poder al interior de la cultura. Entre todos, los grupos de indígenas, de negros y de campesinos y obreros desposeídos de distintas etnias han sido los más castigados y, entre todos, los caucásicos adinerados los más favorecidos.
Este ordenamiento hegemónico de la cultura, planteó una proyección cercana con las diversas opciones político-ideológicas contextualizadas en el escenario de América Latina; igualmente, empoderadas unas y perseguidas otras, provocando el acuerdo reivindicativo y clandestino de los desposeídos y de sus defensores y la reacción encarnizada de los poderosos. Luego la negociación, las promesas, la calma, los sueños de la reconstrucción.
Enseguida, cuando la diversidad sólo contaba entre muertos y sobrevivientes, vinieron la empresa, el mercado competitivo, el poder de la telecomunicación, la educación y la cognoscitivización del capital humano. Con esto, una corrupción pública pujante, la creciente inseguridad ciudadana, desleales luchas internas, agudización de la pobreza y de la violencia, migraciones interminables, enfoques educativos huecos que cuelgan –escuálidamente- de la percha de la estandarización de todas las diferencias atribuidas y propias.
En fin, América Latina que inicia su historia de la diversidad a partir del concurso, la imposición y subyugación de etnias distintas; amplía esas posibilidades de diversidad ante las diferencias socioeconómicas entre grupos, de pensamiento ideológico, de oportunidades educativas, en fin, de múltiples aspectos personales y culturales en los que solemos diferir.
No obstante, el fenómeno de la emancipación de las minorías, que tomó un auge significativo en la segunda mitad de la década recién pasada, trajo cambios sumamente interesantes a esa historia de iniquidad de las diversas culturas que comparten el suelo latinoamericano. Acontecimientos impensables en años anteriores, como la valiente y respetada marcha zapatista desde Chiapas hasta el Distrito Federal Mejicano con que inauguramos este milenio, dan muestra de una actitud renovada ante el valor de las identidades y una esperanza que guía hacia la equidad cultural.
Pero, la educación latinoamericana, esa esperada catapulta del desarrollo de los pueblos, por el contrario, se ha desempeñado históricamente como instrumento al servicio de los grupos de privilegio, afectando así al desarrollo de todos, pero más directamente:
I. A los que no han tenido y no tienen medios para llegar a la escuela.
II. A los que llegando a ella reciben un trato en desventaja por razones personales y culturales.
III. A los que asumen el fracaso como propio y huyen de ella.
Ni los intentos de democratización de la enseñanza, ni -más recientemente- los de democratización de los poderes, han sido suficientes para alcanzar la equidad en el marco de las oportunidades para el desarrollo. Un desarrollo que cada vez da muestras más claras de establecerse en forma directamente proporcional a las alternativas de una educación pertinente y significativa que alcance a todos.
Los avances que ha hecho la región en términos de cobertura, de respeto a algunas formas de identidad como la lengua autóctona y de mejoramiento en la calidad de los servicios educativos, rara vez han surgido de la iniciativa de los gobiernos; en su lugar, a estos avances le subyacen enormes luchas y sacrificios de las minorías activistas y de sus epígonos internos y foráneos. Luchas que deberían salir sobrando entre naciones ratificadoras de convenios internacionales por los derechos humanos, por los derechos de los niños, por los derechos de las personas con discapacidad y contra todas las formas de discriminación.
Cuando se analizan las razones de la persistencia de actitudes segregacionistas y discriminatorias en los distintos niveles de la planificación, de la administración y de la práctica de la enseñanza en los países de América Latina, sobresalen las siguientes:
La “diferencia”, se califica como una amenaza, como una detracción hacia la integridad y el ritmo de aprendizaje de la norma.
Existen prejuicios hacia los grupos humanos más deprivados, que se reflejan en la exclusión de las oportunidades educativas y en la distribución jerarquizada de los recursos.
Se reconoce la responsabilidad hacia las minorías mediante programas de la asistencia social, pero no en el compartir equitativo de los recursos para la educación ni de los espacios para la toma de decisiones.
Se considera como válido un modelo educativo foráneo y centenario, con referencia a normas, que –como tal- está diseñado en forma selectiva para el perfil abstracto de un alumno promedio; excluyendo del sistema a todo aquel que se sale de ese promedio.
La educación se basa en una propuesta curricular uniforme, con base en contenidos, pero ausente del significado propio de las propuestas contextuales y vivenciales.
El estudiante debe acercarse al curriculum y no el curriculum al estudiante.
¿De qué nos hemos perdido los latinoamericanos durante la no aceptación de la diversidad?:
De más y mejores oportunidades de desarrollo con calidad.
De compartir formas multivariadas de conocimiento.
De multiplicar las alternativas para la resolución de problemas.
De fortalecer las formas de sobrevivencia.
De apaciguar la competencia selectiva y acrecentar la fortaleza
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