Dolarización

EL DOLOR DE LA DOLARIZACION

Seis de cada 10 ecuatorianos piensa que adoptar la dolarización como modelo monetario resultó ser la decisión correcta.

Tras el primer año del cambio de moneda se piensa que la transición nos dejó como legado la estabilidad económica, el control de la inflación, el incremento del poder adquisitivo y la reducción del desempleo. Sin embargo el aparente optimismo de la población no refleja la evolución de los principales indicadores macroeconómicos: pese a que el crecimiento del producto Interno bruto (PIB) fue, durante el 2000, del 1,9 %, la economía todavía no logra recuperarse de la violenta caída de siete puntos de 1999.

Estudios económicos de la Universidad de Guayaquil han determinado que si bien la estabilidad del tipo de cambio permitió reducir las tensiones políticas económicas y sociales, el relativo equilibrio económico es producto del precio favorable del petróleo en el mercado mundial, el cual contribuyó a “tapar” los déficit fiscal y externo. El proceso inflacionario está vinculado a la rigidez de la oferta y los ajustes fiscales. A todo esto contribuyó el redondeo de precios, que favoreció la especulación.

El propio Jhon Thorton, jefe de la misión de observadores del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha dicho que recién en el 2003 la inflación alcanzaría un índice similar al de Estados Unidos. Por dos años más, según el FMI, el dólar continuará depreciándose y deteriorando el consumo de los ecuatorianos.

Comentario:

El gobierno debería tomar medidas macroeconómicas complementarias que le permitan cumplir los objetivos proyectados con el establecimiento de la dolarización, ya que la caída del salario real, la disminución del consumo y la explosión de migrantes son manifestaciones de la agudización de la crisis y la pobreza; caso contrario como se dice comúnmente será peor el remedio que la enfermedad en materia económica en nuestro país.

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