ENSAYO LXXXV (HISTORIA DE UNA NEUROSIS) INFANTIL (CASO DEL HOMBRE DE LOS LOBOS Sigmund Freud 1914 [1918]
Enviado por saitamz • 15 de Abril de 2015 • 35.659 Palabras (143 Páginas) • 444 Visitas
ENSAYO LXXXV
HISTORIA DE UNA NEUROSIS INFANTIL (CASO DEL
«HOMBRE DE LOS LOBOS»)
Sigmund Freud
1914 [1918]
I. Observaciones preliminares.
El caso clínico que nos disponemos exponer -aunque de nuevo tan sólo
fragmentariamente- se caracteriza por toda una serie de particularidades que habremos de
examinar previamente. Trátase de un hombre joven que enfermó a los dieciocho años,
inmediatamente después de una infección blenorrágica, y que al ser sometido, varios años
después, al tratamiento psicoanalítico se mostraba totalmente incapacitado. Durante los diez
años anteriores a su enfermedad, su vida había sido aproximadamente normal y había
llevado a cabo sus estudios de segunda enseñanza sin grandes trastornos. Pero su infancia
había sido dominada por una grave perturbación neurótica que se inició en él, poco antes de
cumplir los cuatro años, como una histeria de angustia (zoofobia), se transformó luego en
una neurosis obsesiva de contenido religioso y alcanzó con sus ramificaciones hasta los
diez años del sujeto. En el presente ensayo nos ocuparemos tan sólo de esta neurosis
infantil. A pesar de haber sido expresamente autorizados por el paciente, hemos rehusado
publicar el historial completo de su enfermedad, su tratamiento y su curación,
considerándolo técnicamente irrealizable e inadmisible desde el punto de vista social.
Con ello desaparece también toda posibilidad de mostrar la conexión de su enfermedad
infantil con su posterior dolencia definitiva, sobre la cual podemos sólo indicar que el
sujeto pasó a causa de ella años enteros en sanatorios alemanes, en los cuales se calificó su
estado de «locura maniaco-depresiva». Este diagnóstico hubiera sido exacto aplicado al
padre del paciente, cuya vida, intensamente activa, hubo de ser perturbada por repetidos
accesos de grave depresión. Pero en el hijo no me fue posible observar, en varios años de
tratamiento, cambio alguno de estado de ánimo que por su intensidad o las condiciones de
su aparición pudiera justificarlo. A mi juicio, este caso, como muchos otros diversamente
diagnosticados por la Psiquiatría clínica, debe ser considerado como un estado consecutivo
de una neurosis obsesiva llegada espontáneamente a una curación incompleta. Mi
exposición se referirá, pues, tan sólo a una neurosis infantil analizada no durante su curso,
sino quince años después, circunstancia que tiene sus ventajas y sus inconvenientes. El
análisis llevado a cabo en el sujeto neurótico infantil parecerá, desde luego, más digno de
confianza, pero no puede ser muy rico en contenido. Hemos de prestar al niño demasiadas
palabras y demasiados pensamientos, a pesar de lo cual no lograremos quizá que la
conciencia penetre hasta los estratos psíquicos más profundos. El análisis de una
enfermedad infantil por medio del recuerdo que de ella conserva el sujeto adulto y maduro
ya intelectualmente no presenta tales limitaciones, pero habremos de tener en cuenta la
deformación y la rectificación que el propio pasado experimenta al ser contemplado desde
años posteriores. El primer caso proporciona quizá resultados más convenientes, pero el
segundo es mucho más instructivo.
De todos modos, podemos afirmar que los análisis de neurosis infantiles integran un alto
interés teórico. Contribuyen a la exacta comprensión de las neurosis de los adultos, tanto
como los sueños infantiles a la interpretación de los sueños ulteriores. Mas no porque sean
más transparentes ni más pobres en elementos. La dificultad de infundirse en la vida
anímica infantil hace que supongan una ardua tarea para el médico. Pero la falta de las
estratificaciones posteriores permite que lo esencial de la neurosis se transparente sin
dificultad. La resistencia contra los resultados del psicoanálisis ha tomado actualmente una
nueva forma. Hasta ahora nuestros adversarios se contentaban con negar la realidad de los
hechos afirmados por el análisis, claro está que sin tomarse el trabajo de comprobarla. Este
procedimiento parece ahora irse agotando lentamente. Y es sustituido por el de reconocer
los hechos, pero interpretándolos de manera que supriman las conclusiones que de ellos se
deducen, eludiendo así una vez más las novedades contra las cuales se alza la resistencia.
Pero el estudio de las neurosis infantiles prueba la inanidad de semejantes tentativas de
interpretación tendenciosa. Muestra la participación predominante de las fuerzas instintivas
libidinosas, tan discutidas, en la estructuración de la neurosis y revela la ausencia de las
remotas tendencias culturales, de las que nada sabe aún el niño y que, por tanto, nada
pueden significar para él.
Otro rasgo que recomienda a nuestra atención el análisis que aquí vamos a exponer se
relaciona con la gravedad de la dolencia y la duración de su tratamiento. Los análisis que
consiguen en breve plazo un desenlace favorable pueden ser muy halagüeños para el amor
propio del terapeuta y demostrar a las claras la importancia terapéutica del psicoanálisis;
pero, en cambio, no favorecen de ninguna manera el progreso de nuestros conocimientos
científicos, pues nada nuevo nos enseñan. Nos han llevado tan rápidamente a un resultado
favorable porque ya sabíamos de antemano lo que era necesario hacer para alcanzarlo. Sólo
aquellos análisis que nos oponen dificultades especiales y cuya realización nos lleva mucho
tiempo pueden enseñarnos algo nuevo. Unicamente en estos casos conseguimos descender
a los estratos más profundos y primitivos de la evolución anímica y extraer de ellos la
solución de los problemas que plantean las estructuras ulteriores. Nos decimos entonces
que sólo aquellos análisis que tan profundamente penetran merecen en rigor el nombre de
tales. Claro está que su único caso no nos instruye sobre todo lo que quisiéramos saber. O
mejor dicho, podría instruirnos sobre todo ello si nos fuera posible aprehenderlo todo, sin
que la limitación de nuestra propia percepción nos obligara a contentarnos con poco.
El presente caso no dejó nada que desear en cuanto a tales dificultades fructíferas. Los
primeros años de tratamiento apenas consiguieron modificación alguna. Una afortunada
constelación permitió, sin embargo, que todas las circunstancias
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