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Ecoturismo Y Desarrollo Sostenible


Enviado por   •  20 de Mayo de 2015  •  3.249 Palabras (13 Páginas)  •  202 Visitas

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La toma de conciencia creciente de los daños infligidos a la naturaleza en los últimos cincuenta años, producto de un sinnúmero de factores, que combinados actúan para afectar la vida natural de nuestro planeta y, por tanto, el entorno donde el ser humano desarrolla su existencia y sus actividades más diversas, ha provocado que científicos, organismos internacionales, Estados, comunidades, empresas, colectividades e individuos comiencen a generar formas de pensar y de vivir, de producir y de intercambiar, que vayan en dirección contraria a la tendencia registrada de destrucción progresiva de los múltiples ecosistemas y especies que dan riqueza a la vida natural del planeta Tierra y que permiten a la propia vida desarrollarse en nuestra biosfera.

Sin biodiversidad, se perderían los colores de la naturaleza, la sonrisa humana y el despertar de inquietudes nuevas que lanzan la vida a la conquista de fases superiores de solidaridad, de calidad de vida y amor profundo hacia los espacios naturales y al insondable mundo de nuestra galaxia, y del universo.

Conociendo el mundo, en sus ensoñadores y diversos ecosistemas y paisajes, con su rica fauna y flora, y penetrando en las culturas propias a cada pueblo, a través de libros y de viajes, de relatos de familiares o amigos, de fotografías y películas, de dibujos animados y artes plásticas..., nos haremos más conscientes del papel que, como seres humanos, jugamos en la Tierra y lo hermoso que es vivir en armonía con la naturaleza.

Cada punto, territorio, océano, mar, río, bosque, laguna, lago, litoral, montaña, valle, y cada forma de vida animada que surge de cada especificidad del planeta, en sus distintas latitudes y en sus definidos meridianos, encuentran su expresión concreta, para disfrute del género humano, en los hoy variados países que conforman la geografía política del mundo.

A principios del siglo XX apenas existían unos 40 Estados, para inicios del siglo XXI tendremos más de 200, sin contar los territorios que aún están anexados a potencias determinadas y que, muchas veces, aspiran a ser Estados libres. La diversidad política de Estados y territorios es producto de procesos de conformación histórica de naciones determinadas, pero también un importante número de Estados ha sido el resultado de conflictos de intereses surgidos entre naciones colonizadoras e imperialistas, que, a través de guerras devastadoras y de rapiñas, destruyeron importantes recursos naturales del planeta. Así, durante prácticamente todo este siglo, de guerras mundiales, civiles, regionales y de injerencias militares sobre naciones libres, conflictos movidos por el afán de ampliación de nuevos mercados, de dominio político y de hegemonía mundial, de ambiciones desmedidas de fracciones de clases y de poder, donde lo económico y militar se ha colocado por encima del bienestar humano y de la puesta en valor de la vida y riquezas naturales que encierra el planeta, los impactos biológico-ambientales de todos estos procesos devastadores y desgarradores de la vida social pesan fuertemente en el devenir del siglo XXI.

En efecto, se prevé que para el 2200, quedarán apenas, de seguir la tendencia actual de destrucción, 20% de las especies animales que hoy se cuentan. Como se ve, estamos en presencia de una labor de destrucción y de extinción sin paralelo en la historia humana. El universo, en cambio, crece día a día ante los ojos humanos, en la medida que avanzan los métodos de observación astrológica, tal como se demuestra al constatar que hasta hace poco sólo se enumeraban unas 89 mil millones de galaxias. Hoy, al término del siglo XX, se registran más de 120 mil millones de estos sub-mundos que, a su vez, son la cuna, cada uno, de millones y millones de estrellas.

Es verdad, que también se descubren nuevas formas de vida en la profundidad de los océanos y en las pocas selvas vírgenes que aún quedan, pero también se observa que el proceso de contaminación, de todo género, es tan acelerado y tan peligroso, que es muy posible que éstas no tengan la oportunidad de llegar a ser conocidas y valoradas en toda su dimensión y variedad por el ser humano.

Los intereses particulares de poderosas naciones y de grandes firmas comerciales, la corrupción administrativa y el enriquecimiento ilícito prevalecientes en un número importante de Estados y economías del mundo, se colocan por encima del interés general de preservar la riqueza en biodiversidad del planeta, la limpieza de sus cursos de agua naturales, la pureza de su aire y la vida sana de las presentes y futuras generaciones. Esto se puso de manifiesto una vez más en la Conferencia de Kyoto (diciembre, 1997), donde si bien es cierto se avanzó -muy tímidamente- en hacer disminuir la emisión de gases -en particular de dióxido de carbono (CO2)- con efecto de invernadero, en esta etapa afectando a los países altamente industrializados (disminución de 7% para los EE.UU., de 8% para Europa, 6% para el Japón, pero 8% de aumento para Australia, objetivos a ser alcanzados entre el 2008 y el 2012), no menos cierto es que los Estados participantes permitieron que se introdujera la posibilidad de hacer prevalecer el principio de "permiso de emisión" negociable, pudiendo un país vender a otro su "derecho a contaminar" -y hasta del poder (llamado borrowing) "de tomarse prestado a sí mismo el derecho de emitir..., es decir, de hacer recaer las obligaciones sobre nuestros descendientes" (en Kyoto no fue aceptado por suerte el borrowing, aunque sí lamentablemente los permisos negociables). "La introducción de este tipo de lógica -pospuesta para una próxima conferencia- iría en contra de la preservación del equilibrio climático". Además, la "protección de la naturaleza no es ‘negociable’. Aplicarle la lógica mercantil, es arruinarla por adelantado. Es verdad que el límite entre la esfera mercantil y la del interés general está en vías de desaparición en las sociedades cuyas fronteras se borran bajo el efecto de la mundialización. Pero, de este hecho, el nivel mundial es el único pertinente para reinventar el interés general y establecer lo que debe escapar al negocio, que siempre es un compromiso. La protección de la humanidad y de sus condiciones de supervivencia es un imperativo sobre el cual ninguna transacción es admisible" (1).

Para el siglo XXI, desde su pronto inicio, el ser humano y el planeta se encontrarán con lo que ya experimentó en carne viva a finales de este siglo que muere: los desechos radioactivos que emanan de los reactores nucleares, civiles y militares, y de la industria de reciclaje de los combustibles irradiados. "Ningún país, al día de hoy, no ha encontrado efectivamente solución para el devenir de estos desechos, los cuales, para ciertos de ellos, seguirán siendo tóxicos durante

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