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El Animador Socio Cultiral


Enviado por   •  15 de Julio de 2013  •  2.560 Palabras (11 Páginas)  •  328 Visitas

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El animador Sociocultural

En la década de 1950 y gran parte de la siguiente, en el mundo educativo se pensó que la única forma de adelantarse al crecimiento de la población era multiplicar las escuelas. Se suponía que la escuela era un medio importante para el cambio social y el proceso de desarrollo nacional, la fe en la educación escolar como panacea para el desarrollo económico y la construcción de la nación eclipsaba a todas las demás estrategias de servicio social para superar los males del subdesarrollo. Sin embargo, en los últimos años, los educadores y científicos sociales fueron perdiendo sus ilusiones respecto a la capacidad de la escolaridad formal para lograr satisfactoriamente esos fines de largo alcance.

Esa desilusión es la razón que explica fundamentalmente el actual interés por la educación alternativa y, en especial, por la educación no formal en las zonas de desarrollo.

Coombs y Ahmed definen a la educación no formal como: “toda actividad educativa organizada y sistemática realizada fuera de la estructura del sistema formal, para impartir ciertos tipos de aprendizaje a ciertos subgrupos de la población, ya sean adultos o niños”.

La mayoría de estos programas tienen detrás una larga tradición histórica en sus intentos de proporcionar educación a jóvenes y adultos para quiénes la educación formal no resultó adecuada o fue inalcanzable. Esos programas incluyen la extensión agrícola, el desarrollo de la comunidad, la concientización, la capacitación técnico-vocacional, la alfabetización y la educación básica, la salud y la planificación familiar, las cooperativas de consumidores y productores, etc. (La Belle, p. 42-43-44-47)

Comenzando en la misma década, y dentro de lo que Ander Egg define como educación para adultos, encontramos diferentes momentos de los que queremos destacar la función o rol que le correspondía cumplir al docente.

El primer momento de la educación para adultos es concebida como de “educación compensatoria”, que suple y completa una carencia educativa no adquirida por falta de acceso o abandono del sistema escolar formal. El rol del educador para adultos, podría decirse que es de un maestro que enseña a personas que no han logrado un nivel suficiente de escolarización.

A partir de los años sesenta y mediante la “alfabetización funcional” se pone el acento en los aspectos productivos, se trata de convertir el analfabeto en un “buen trabajador”, la educación para adultos es considerada como un instrumento indispensable para lograr una real vigencia del derecho a la educación, ya que está dirigida no solo a los adultos trabajadores sino a los adultos en general. Comienza a prevalecer la idea de que “el adulto es educable pero de manera diferente del niño y el adolescente”; se asigna al educador un rol que supone una cualificación docente capaz de tener en cuenta las peculiaridades del adulto.

Surge la concepción del Animador socio-cultural, apareció en los años ´60 y consistía en por ejemplo organización de fiestas populares, happenings y espectáculos callejeros, a la creación de centros comunitarios o casas de cultura e incluso, a acciones de tipo social reivindicativo.

El concepto de animación socio-cultural no es un concepto muy preciso o claramente delimitado. Puede entenderse a la animación socio – cultural como el conjunto de acciones realizadas por individuos, grupos o instituciones sobre una comunidad o sector de la misma y en el marco de un territorio concreto, con la finalidad principal de favorecer la participación activa de sus integrantes en el proceso de su propio desarrollo social y cultural.

No es simplemente una intervención para extender la cultura. Una cosa es tomar a los individuos y comunidades como meros receptores de la cultura (difusión), y otro asunto es pretender hacer de ellos agentes activos de la misma (animación).Será el instrumento de la “democracia cultural”; una forma de catalizar la potencialidad de las comunidades para generar cultura.

En los ochenta mediante la “educación permanente”, entre otras cosas, se toma conciencia de que todo hombre debe aprender a lo largo de toda la vida. Se revaloriza la educación no formal y se emplean métodos y técnicas que permitan un trabajo con intervenciones del adulto según sus necesidades y aspiraciones, suponiendo la superación de las relaciones dicotómicas jerarquizadas entre educadores y educandos. Cambia el rol del educador que se transforma en un animador, facilitador, coordinador u organizador del grupo de adultos que quiere formarse de acuerdo a sus propios intereses y necesidades.

La animación socio – cultural nació de las acciones voluntarias, e incluso militantes, que realizaban individuos durante su tiempo libre y de forma económicamente desinteresada. Podían ser personas con una cierta formación pedagógica y cultural (maestros, intelectuales) o simplemente individuos interesados en aspectos, generales o específicos, del desarrollo social y cultural de su comunidad (barrio, pueblo…) Nació y sigue creciendo íntimamente emparentada con la educación de adultos, la educación popular, la pedagogía del ocio y la educación permanente

Es una tarea educativa y por lo tanto ubicable en el marco disciplinar de la pedagogía, se inscribe fundamentalmente en el marco de la educación no formal, aun cuando programas de animación socio – cultural puedan desarrollarse también en contextos educativos formales y en marcos informales.

El último momento que va desde los noventa hasta nuestros días se trata de la “educación popular”, y en ella se produce en América Latina el desarrollo de una práctica político pedagógica, un movimiento popular y sus organizaciones de base, cuyo objetivo, es contribuir a la transformación social de cara a la construcción de una nueva sociedad que responda a los intereses y aspiraciones de los sectores populares. El rol del educador será el de un “intelectual orgánico”, un militante social o un militante del pueblo. Se le asigna fundamentalmente un rol de animador, facilitador que estimula, alienta y facilita la acción de los mismos participantes.

Es aquí importante diferenciar entre los conceptos de animador y/o militante que nos presenta Ander Egg.

Animación y militancia no son excluyentes, son diferentes. El animador no necesariamente debe ser un militante, esto es una persona que trabaja activamente dentro de una organización y lucha por la causa y objetivos que ella persigue. Pero todo militante es animador, aunque no lo sea en el ámbito socio – cultural. Sin embargo creemos que toda acción social debe asumirse como militancia.

Esta exigencia de compromiso y militancia del animador socio – cultural no está en relación a la institución

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