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El Caballero De La Armadura Oxidada X(MRRAUL)


Enviado por   •  17 de Octubre de 2012  •  1.370 Palabras (6 Páginas)  •  429 Visitas

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Capítulo 6 El Castillo de la Voluntad y de la Osadía

Hacia el amanecer del día siguiente, el inverosímil trío llegó al último castillo. Era más alto que los

otros y sus muros parecían más gruesos. Confiado de que atravesaría velozmente este castillo, el

caballero cruzó el puente levadizo con los animales.

Cuando estaban a medio camino se abrió de golpe la puerta del castillo y un enorme y amenazador

dragón, cubierto de relucientes escamas verdes, surgió de su interior, echando fuego por la boca.

Espantado el caballero se paró en seco.

Había visto muchos dragones, pero éste no se parecía a ninguno. Era enorme, y las llamas salían no solo

de su boca, como sucedía con cualquier dragón común y corriente, sino también de sus ojos y oídos. Y,

por si eso fuera poco, las llamas eran azules, lo cual quería decir que este dragón tenía un alto

contenido de butano.

El caballero buscó su espada, pero su mano no encontró nada. Comenzó a temblar. Con una voz débil e

irreconocible, el caballero pidió ayuda a Merlín, más, para su desesperación, el mago no apareció.

Por qué no viene?, preguntó ansiosamente, al tiempo que esquivaba una llamarada azul del monstruo.

!No lo sé!, explicó Ardilla. Normalmente se puede contar con él.

Rebeca, sentada sobre le hombro del caballero, ladeó la cabeza y escuchó con atención.

!Por lo que he podido captar, Merlín está en París, asistiendo a una conferencia de magos.

!No me puede abandonar ahora!, se dijo el caballero. !Me prometió que no habría dragones en el

Sendero de la Verdad!

!Se referÍa a los dragones comunes y corrientes!, rugiÓ el monstruo con una voz que hizo temblar a los

Árboles y que por poco hizo caer a rebeca del hombro del caballero.

La situación parecía seria. Un dragón que podía leer las mentes era definitivamente lo pero que se

podía esperar pero, de alguna manera, el caballero logró deja de temblar. Con la voz más fuerte y

potente que pudo, gritó:

!Fuera de mi camino, bombona de butano gigante!

La bestia bufó, lanzando fuego en todas las direcciones.

!Caramba! !Qué atrevido el gatito asustado!

El caballero, que no sabía qué hacer, intentó ganar tiempo.

Qué haces en el Castillo del Voluntad y la Osadía?, preguntó.

Hay algún otro sitio mejor donde yo pueda vivir?. !Soy el Dragón del miedo y de la Duda!

El caballero reconoció que el nombre era muy acertado. Miedo y duda era exactamente lo que sentía.

El dragón volvió a vociferar:

!Estoy aquí para acabar con todos los listillos que piensan que pueden derrotar a cualquiera

simplemente porque han pasado por el Castillo del Conocimiento!

Rebeca, susurró al oído del caballero:

!Merlín dijo una vez que el conocimiento de uno mismo podía matar al dragón del Miedo y la Duda!

Y tú lo crees?, susurró el caballero.

!Sí!, afirmó Rebeca con firmeza.

!Pues, entonces, encárgate tú de ese lanzallamas verde!

El caballero dio media vuelta y cruzó el puente levadizo, corriendo en retirada.

!Jo, jo, jo!, rió el dragón, y con su último "jo" por poco quema los pantalones del caballero.

Os retiráis después de haber llegado tan lejos?, preguntó Ardilla, mientras el caballero se sacudía las

chispas de la espalda.

!No lo sé!, replicó él. !He llegado a habituarme a ciertos lujos, como vivir!

Sam intervino:

Cómo te soportas, si no tienes la voluntad y la osadía de poner a prueba el conocimiento que tienes de

ti mismo?

Tú, también crees que el conocimiento de uno mismo puede matar al dragón del Miedo y la Duda?,

preguntó el caballero.

!Por supuesto! El conocimiento de una mismo es la verdad y ya sabes lo que dicen: "La verdad es más

poderosa que la espada".

!Ya sé que eso es lo que dicen!, pero, hay alguien que lo haya probado y sobrevivido?, preguntó

sutilmente el caballero.

Tan pronto como acabó de pronunciar estas palabras, el caballero recordó que no necesitaba probar

nada. Era bueno, generoso y amoroso. Por lo tanto, no debía sentir miedo ni dudas. El dragón no era

más que una ilusión.

El caballero, dirigió la mirada a través del puente hacia donde se encontraba el monstruo lanzando

fuego hacia unos arbustos, por lo visto, para no perder la práctica. Con el pensamiento en la mente de

que el dragón sólo existía si él creía que existía, el caballero inspiró profundamente y, con lentitud,

volvió a atravesar el puente levadizo.

El dragón, por supuesto, fue a su encuentro, bufando y echando fuego.

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