El Cantar De Mio Cid
Enviado por Fungo • 30 de Abril de 2012 • 502 Palabras (3 Páginas) • 555 Visitas
La poesía épica española se diferencia de otras, sobre todo de la francesa, en el acusado realismo que impregnan sus versos. Este realismo va a ser una marca dominante en buena parte de la historia de la literatura. Si tuviéramos que poner una etiqueta que definiera con una palabra los textos literarios españoles, bien podría ser "realistas".
Y esto se ve ya en el primer ejemplo plenamente literario que se conserva de la literatura: El Cantar de Mío Cid.
Y digo que se trata de un texto realista porque aunque sea evidente que no se trata de la historia real del Rodrigo Díaz de Vivar histórico, no vamos a encontrar en este poema las desaforadas batallas de, por ejemplo, El Cantar de Roldán francés, ni vamos a tener delante a un superhéroe más fuerte que nadie y sumamente invencible. Nuestro Cid, en el poema, es una persona con grandes sentimientos, leal, caballero, amantísimo esposo, gran padre y un ejemplo de guerrero medieval. Sus rasgos siempre van a estar marcados por lo creíble, por su humanidad: hace recuentos de sus hombres, comparte las ganancias tras la batalla, sopesa las posibilidades antes de iniciar el combate, se apoya en Alvar Fáñez para tomar sus decisiones y, sobre todo, parte de una situación de deshonor que tendrá que subsanar.
Esta situación, su destierro por parte del rey de Castilla, va a provocar, paradójicamente, su levantamiento como héroe. Lo que no podía imaginar Alfonso VI es que al desterrarlo le iba a dar pie a realizar numerosas conquistas que le irían engrandeciendo rápidamente, así hasta llegar al reino de Valencia, que acaba conquistando en nombre del soberano desterrador.
Pero esto no es todo en el poema. Cuando recibe el perdón del rey tiene que hacer frente a otra ofensa, aún mayor si cabe: el maltrato de los Infantes de Carrión a sus dos hijas, al poco de casarse con ellas, en el conocido episodio de la afrenta de Corpes. Es un momento clave del texto. Todos nos indignamos viendo como las mujeres son injustamente vejadas y abandonadas en medio del campo medio moribundas, esperamos que llegue el gran Cid y repare en el acto aquello. Pero las cosas no van a ser así; el Cid soluciona el asunto con una frialdad y una serenidad pasmosas, denuncia a los maltradores ante el rey y allí les pide cuentas de sus actos, quedando el deshonrado Cid en gran triunfador y los otros en meros peleles sin valentía ni honor. Sorprende mucho la modernidad con la que se trata este tema en el texto.
Y es que el Poema del Cid es una excepción en la épica universal. Comparte con el género, claro, muchos de sus rasgos: oralidad, técnicas de recitación,arcaísmos, métrica, fórmulas fraseológicas, etc., pero se diferencia de el resto en que aquí tenemos un héroe humanizado, basado, sólo basado en un personaje real (el Cid histórico fue desterrado no una vez, sino dos y la segunda de ellas sin perdón, no casó a sus hijas con los infantes
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