El Gobierno Civil
Enviado por maicoltatis • 5 de Agosto de 2013 • 1.676 Palabras (7 Páginas) • 195 Visitas
ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL
JOHN LOCKE
CAPÍTULO I
1. Quedó demostrado en la disertación precedente:
Primero. Que Adán no tuvo, ni por natural derecho de paternidad ni por donación positiva de Dios, ninguna autoridad
sobre sus hijos o dominio sobre el mundo, cual se pretendiera.
Segundo. Que si la hubiera tenido, a sus hijos, con todo, no pasara tal derecho.
Tercero. Que si sus herederos lo hubieren cobrado, luego, por inexistencia de la ley natural o ley divina positiva que
determinare el correcto heredero en cuantos casos llegaren a suscitarse, no hubiera podido ser con certidumbre
determinado el derecho de sucesión y autoridad.
Cuarto. Que aun si esa determinación hubiere existido, tan de antiguo y por completo se perdió el conocimiento de
cuál fuere la más añeja rama de la posteridad de Adán, que entre las razas de la humanidad y familias de la tierra,
ya ninguna guarda, sobrepujando a otra, la menor pretensión de constituir la casa más antigua y acreditar tal
derecho de herencia.
Claramente probadas, a mi entender, todas esas premisas, es imposible que los actuales gobernantes de la tierra
puedan conseguir algún beneficio o derivar la menor sombra de autoridad de lo conceptuado por venero de todo
poder, " la jurisdicción paternal y dominio particular de Adán"; y así, quien no se proponga dar justa ocasión a que se
piense que todo gobierno en el mundo es producto exclusivo de la fuerza y violencia, y que, los hombres no viven
juntos según más norma que las de los brutos, entre los cuales el mas poderoso arrebata el dominio, sentando así
la base de perpetuo desorden y agravio, tumulto, sedición y revuelta (lances que los seguidores de aquella hipótesis
con tal ímpetu vituperan), deberá necesariamente hallar otro origen del gobierno, otro prototipo del poder político, y
otro estilo de designar y conocer a las personas que lo poseen, distinto del que Sir Robert Filmer nos enseñara.
2. A este fin, pienso que no estará fuera de lugar que asiente aquí lo que por poder político entiendo, para que el
poder del magistrado sobre un súbdito pueda ser distinguido del de un padre sobre sus hijos, un amo sobre su
sirviente, un marido sobre su mujer, y un señor sobre su esclavo. Y por cuanto se dan a veces conjuntamente esos
distintos poderes en el mismo hombre, si a éste consideramos en tales relaciones diferentes; ello nos ayudará a
distinguir, uno de otro, esos poderes, y mostrar la diferencia entre el gobernante de una nación, el padre de familia y
el capitán de una galera de forzados.
3. Entiendo, pues, que el poder político consiste en el derecho de hacer leyes, con penas de muerte, y por ende
todas las penas menores, para la regulación y preservación de la propiedad; y de emplear la fuerza del común en la
ejecución de tales leyes, y en la defensa de la nación contra el agravio extranjero: y todo ello sólo por el bien
público.
CAPÍTULO II. DEL ESTADO DE NATURALEZA
4. Para entender rectamente el poder político, y derivarlo de su origen, debemos considerar en qué estado se hallan
naturalmente los hombres todos, que no es otro que el de perfecta libertad para ordenar sus acciones, y disponer de
sus personas y bienes como lo tuvieren a bien, dentro de los límites de la ley natural, sin pedir permiso o depender
de la voluntad de otro hombre alguno.
Estado también de igualdad, en que todo poder y jurisdicción es recíproco, sin que al uno competa más que al otro,
no habiendo nada más evidente que el hecho de que criaturas de la misma especie y rango, revueltamente nacidas
a todas e idénticas ventajas de la Naturaleza, y al liso de las mismas facultades, deberían asimismo ser iguales
cada una entre todas las demás, sin subordinación o sujeción, a menos que el señor y dueño de ellos todos estableciere, por cualquier manifiesta declaración de su voluntad, al uno sobre el otro, y le confiriere, por
nombramiento claro y evidente, derecho indudable al dominio y soberanía.
5. Esta igualdad de los hombres según la naturaleza, por tan evidente en sí misma y filera de duda la considera el
avisado Hooker, que es para él fundamento de esa obligación al amor mutuo entre los hombres en que sustenta los
deberes recíprocos y de donde deduce las grandes máximas de la justicia y caridad. Estas son sus palabras:
"La propia inducción natural llevó a los hombres a conocer que no es menor obligación suya amar a los otros que a
sí mismos, pues si se para mientes en cosas de suyo iguales, una sola medida deberán tener; si no puedo menos
de desear que tanto bien me viniere de cada hombre como acertare a desear cada cual en su alma, ¿podría yo
esperar que alguna parte de tal deseo se satisficiera, de no hallarme pronto a satisfacer ese mismo sentimiento, que
indudablemente se halla en otros flacos hombres, por ser todos de una e idéntica naturaleza?
...