El Jardin Secreto
Enviado por mininah • 5 de Junio de 2013 • 2.948 Palabras (12 Páginas) • 894 Visitas
Cada alma tiene un jardín secreto
Todos necesitamos nuestro jardín secreto. Todos
precisamos de un espacio emocional y creativo
donde podamos oxigenar nuestro Ser, conectar
con nosotros mismos, dar un espacio al niño in
-
terior, expresarnos en libertad, aparcar el ego y
sus mecanismos de defensa. Un espacio en el que
nos permitamos VIVIR en mayúsculas, conectar
con la alegría, dejarnos en paz, dejarnos ser, de
-
jarnos amar y ser amados, llegar a la esencia ol
-
vidada de nosotros mismos donde sentimos que
la vida tiene sentido, es un milagro, merece la pena
ser vivida.
Un jardín secreto no es, bajo mi punto de
vista, un lugar oscuro donde todo vale, donde nos
soltamos a cualquier precio, donde no tenemos
en cuenta al otro para satisfacernos a nosotros
mismos egoístamente, no es un «yo primero». Un
jardín secreto no es eso, no. Tampoco debería ser
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Los jardines secretos
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entendido como una huida, como un mero refugio
en el que soltamos nuestras pasiones sin evaluar
las consecuencias, no es un lugar para la incons
-
ciencia y el placer egoísta que nos lleven a olvidar
la realidad que nos rodea, no debería ser la ex
-
plosión con metralla de nuestra sombra. No. Qui
-
zá podríamos entenderlo más como un espacio de
reencuentro, de exploración, de alegría. El jardi
-
nero ama su jardín, lo cuida, lo vela, está por él,
permanentemente. Es su espacio sagrado. El lugar
en el que se entrega, se conoce, se reconoce, se
crea, se recrea desde el amor y la consciencia. Un
jardín secreto es, debe ser, por definición, un lu
-
gar bello, cuya belleza no es casual, sino el resul
-
tado de poner armonía y amor en él desde la lu
-
cidez. Un lugar del que salimos renovados por la
luz del amor, en cualquiera de sus dimensiones,
desde la ternura hasta la pasión.
Además, todo jardín implica, necesaria
-
mente, belleza. Puede ser una belleza natural,
en la que cada rincón, a pesar de parecer silves
-
tre, ha sido guiado y cuidado por la mano del
jardinero. Un lugar donde las esencias son las
que definen, donde la intimidad es la llave de
entrada, donde la desnudez en cualquiera de sus
dimensiones carece del pudor que nace del mie
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estamos en ellos e incluso cuando evocamos su
recuerdo. Son el alimento de nuestra alma.
Escribo esto, y viene a mi memoria un frag
-
mento del poema
La invitación,
de Oriah (Mountain
Drea
mer). Un fragmento que es una llamada a
descubrir qué contiene nuestro jardín secreto,
y que reza:
No me interesa saber
cómo te ganas la vida.
Quiero saber
lo que ansías
y si te atreves a soñar
con lo que tu corazón anhela.
No me interesa
cuál es tu edad.
Quiero saber
si te arriesgarías
a parecer un tonto
por amor
por tus sueños
por la aventura de estar vivo.
No me interesa
qué planetas están
en cuadratura con tu Luna...
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Quiero saber
si has llegado
al centro de tu propia tristeza,
si las traiciones de la vida te han abierto
o si te has marchitado y cerrado
por miedo a nuevos dolores.
[...]
Quiero saber
si puedes estar solo
contigo
y si en verdad aprecias
tu propia compañía
en momentos de vacío.
Este texto, más oración que poema, que nos
regaló Oriah contiene en cada una de sus frases
una invitación a entrar en nuestro jardín secreto.
En cada una de las segundas partes de las estro
-
fas que lo componen, las que se inician con un
«Quiero», se nos invita a mirar hacia nuestro in
-
terior, hacia lo esencial, hacia nuestro propio jar
-
dín. Elijamos algunas, al azar:
Quiero saber lo que ansías, y si te atreves a
•
soñar con lo que tu corazón anhela.
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Quiero saber si te arriesgarías a parecer un ton
-
•
to por amor, por tus sueños, por la aventura de
estar vivo.
Quiero saber si puedes estar solo contigo y si
•
en verdad aprecias tu propia compañía en mo
-
mentos de vacío.
Quizá nos olvidamos demasiado a menudo
de quiénes somos en verdad, de cuáles son los
anhelos que tiene nuestra alma, de cuál es el
sentido de nuestra vida, para qué vivimos, de qué
es lo que merece verdaderamente la pena en la
vida y, por encima de todo, de quiénes somos. En
realidad el jardín interior nos invita a reconocer
la pregunta esencial de la que se deriva todo lo
demás: ¿quién eres? La pregunta más exigente y
la que requiere mayores dosis de lucidez, humil
-
dad, amor, entrega, consciencia e intimidad. Aquí
no sirven los sucedáneos, ni las mentiras, ni las
postergaciones.
¿De qué sirve un jardín de plástico, un par
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que temático ficticio, una impostura? Lo que de
-
fine la esencia de un jardín es la naturalidad, la
belleza original, la singularidad, la armonía, la li
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bertad que se conquista gracias al trabajo since
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ro en el amor y la consciencia. Un jardín secreto
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es un espacio de verdad y de libertad, cuya con
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quista puede suponer un precio muy alto, pero que
siempre merecerá la pena porque nos llevará a
una
dimensión más plena del vivir.
Y ésta es la propuesta original, lúcida y va
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liente que nos brindan Georges Escribano y Josep
López. Para mí los dos son grandes amigos del
alma, y me complace profundamente que se hayan
encontrado en estas páginas para brindarnos re
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