El Mar Muerto

El Mar Muerto es una de las maravillas naturales del mundo, un fenómeno geográfico único que surge de una erupción volcánica hace cinco millones de años en el punto más bajo de la Tierra. Este mar interior de 76 Km de largo y 17 Km de ancho, y una superficie aproximada de 625 m², esta situado entre los límites de Israel y Jordania y es en realidad un lago de agua salada. Situado a 416m debajo del mar, lo que hace que sea la extensión de agua más baja del planeta, se beneficia de propiedades climáticas naturales, rico en oxígeno (un 10% mas que a nivel del mar) y una ausencia total de polución. Sobre el Mar Muerto existe una constante niebla producida por la rápida evaporación, que contribuye a filtrar las radiaciones ultravioletas nocivas (UVB) y permite una mayor exposición al sol sin tanto riesgo a quemaduras. La temperatura no suele bajar de los +10ºC y el grado de humedad es mínimo, alrededor del 35%, con un promedio de más de 325 días de sol al año. También el aire posee efectos relajantes y calmantes.

Debido a su salinidad sus aguas son tan densas que hacen que se flote en ellas sin esfuerzo alguno. Es habitual ver a los bañistas recostados sobre la superficie del agua mientras leen un libro sin que éste se moje. Este es quizá su mayor atractivo, pero además de divertido este baño puede ser muy terapéutico. Esta alta concentración de sal se debe principalmente a que no posee un desagüe natural y a su clima cálido y seco que provoca una intensa evaporación, siendo el río Jordán su principal abastecedor de agua. Su salinidad de unos 350 gramos por litro, aproximadamente diez veces superior a la salinidad de los mares, hace que resulte imposible la existencia de seres vivos.

Los poderes curativos de las sales minerales, agua y barro del Mar Muerto son conocidos desde la antigüedad. Cleopatra reina de Egipto, pidió a Marco Antonio conquistar Jordania para poder aprovechar todas las propiedades curativas naturales que la zona ofrecía, en particular sus conocidos tratamientos de belleza. Posteriormente los romanos crearon allí los primeros balnearios que fueron para su uso y disfrute. Ya con anterioridad, los egipcios habían descubierto las propiedades del barro para embalsamar sus momias y también Aristóteles escribió sobre las notables propiedades de esas aguas. Muchos llegan aún hoy día en busca de alivio a sus males, para hallar relajación en las brisas salinas y gozar de la energía natural de los niveles de oxígeno más altos del globo. Se sumergen en las ricas y vivificantes aguas y cubren su piel con el suavizante barro negro situado en profundos depósitos bajo las playas de sal.

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