El Saber De Los Maestros

Parte de lo que saben los maestros, como la noción de que las clases sea el lugar adecuado en donde desarrollar a educación, tiene sus raíces en el hábito, el ritual, el precedente, la costumbre, la opinión o las impresiones.

En primer lugar están “los de sentido común” de la práctica, que constan simplemente de suposiciones u opiniones; luego el saber está el “saber popular” de los enseñantes, el que por ejemplo los alumnos están más intranquilos cuando hace viento, además tenemos una gama de “saberes contextuales”: lo que sabemos de esta clase, de esta comunidad o de este alumno concreto nos da la referencia para valorarla la posibilidad de realizar unas aspiraciones o la de las tareas, en quinto lugar viene el cuerpo de “conocimientos profesionales” sobre las estrategias de la enseñanza y sobre el curriculum: sus posibilidades, sus formas, su sustancias y sus efectos.

Ciertos hábitos mentales nos dificultan el tratar como problemas teóricos y lo práctico. Es fácil pensar en la teoría como si fuera algo más que un cuerpo organizado de saberes y es fácil saber mirar lo práctico dándolo por sentado, obvio o inevitable.

“Las teorías” sin mayor examen quedamos a merced de las buenas ideas del pasado; las situaciones reales de la práctica tienen no obstante sus idiosincrasias, las condiciones sociales suelen cambiar de modo inapropiado, y los diferentes puntos de vista pueden hacer que una misma situación se juzgue muy diversamente.

“El saber” se define a veces como (creencia en lo justificadamente cierto), puede tratarse de cosas no ciertas, o no justificadas, o en las que nadie cree sinceramente.

Cuando puede ser tratada como problemática y en efecto lo ha sido; esa es una prueba severa. Aparte de la dificultad de “sacar las ideas a la luz” para poderlas analizar críticamente. El saber educativo resulta estar ligado a determinados contextos de acción.

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