El capital extranjero
Enviado por tiffanestefan • 14 de Abril de 2013 • Tesis • 2.002 Palabras (9 Páginas) • 562 Visitas
El capital extranjero
Cuando Porfirio Díaz asumió la presidencia de la república en mayo de 1877, encontró al país en una grave crisis económica, es decir, en completa bancarrota. Los únicos que tenían recursos económicos eran el clero y la aristocracia, los cuales no se caracterizaban por invertir sus capitales. Ante esta situación, Díaz consideró necesario y urgente atraer el capital extranjero al país, otorgándole privilegios y concesiones, de tal manera que los capitales de Estados Unidos, Francia, España e Inglaterra fueron bienvenidos, los cuales se dedicaron a crear empresas y numerosos empleos para explotar diversos sectores productivos como el ferroviario, minero, textil y otros que favorecerían el crecimiento económico que tanto se anhelaba. Sin embargo, es necesario mencionar que este avance económico fue a costa de la intensa explotación de los recursos naturales y del pueblo trabajador.
Crecimiento económico, pero no desarrollo social.
Es indudable que durante el régimen porfirista, el país creció económicamente, se desarrolló la industria, la minería, la agricultura, se impulsó la construcción de vías férreas. En fin, en términos macroeconómicos, México presentaba una situación excelente, hasta se creía que Porfirio Díaz era el estadista más grande de todos los tiempos, por lo menos en los Estados Unidos que lo tenían por un gran héroe y aparte porque había logrado la paz social que tanto se anhelaba desde 1821. Sin embargo, la situación social y económica del pueblo, de los obreros y los campesinos, más del 80% de la población, vivían en la miseria. La riqueza generada por la inversión extranjera asociada en algunas ocasiones con el capital nacional era concentrada sólo por unos cuantos. Por lo tanto, podemos asegurar que crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo social, es decir, de bienestar social, aunque para lograr éste se requiere de aquel.
El positivismo como arma ideológica
Gabino Barreda que había sido discípulo de Augusto Comte, trajo a México la corriente del positivismo que pregonaba como sus banderas el orden y el progreso y esto precisamente era lo que se necesitaba en el país. Basta recordar que a partir de 1821 el país se vio envuelto en una grave crisis política que se tradujo en una crisis económica y social como consecuencia de la lucha encarnizada por el poder entre liberales y conservadores, que se agudizó por las invasiones extranjeras de los Estados Unidos y de Francia. El orden significaba la estabilidad política, el gobierno estable, que tanto hacía falta para poner fin a los frecuentes levantamientos armados promovidos y patrocinados por grupos poderosos que ambicionaban el poder, éste orden sólo se concibió por medio de un gobierno fuerte, dictatorial, de corte personalista en nombre de Porfirio Díaz. El progreso representaba como resultado del orden, el crecimiento económico, material, que también hacía tanta falta a la nación ya que como resultado de tantos desórdenes ésta estaba en la completa bancarrota; el progreso se forjó principalmente a través de la inversión extranjera a la que Porfirio Díaz le abrió las puertas del país llenándola de concesiones y privilegios, por medio de la cual se explotó brutalmente al pueblo trabajador.
La política de conciliación
Con bastante inteligencia, Porfirio Díaz emprendió una política de conciliación con los diversos grupos políticos y económicos que en un momento dado podrían hacer peligrar su régimen, astutamente los halagó, favoreció y les otorgó privilegios para tenerlos de su lado y así perpetuarse en el poder. A los aristócratas les concedió honores y privilegios; a los terratenientes les permitió incrementar sus latifundios por medio de la política agraria que permitía denunciar tierras "vírgenes" perjudicando a la propiedad comunal indígena; al clero le devolvió el poder que Juárez le había quitado; a la clase media le permitió su ingreso a la burocracia; a los "científicos" los favoreció para emprender negocios al conocer de finanzas y créditos bancarios; y, a los militares les dio oportunidades de enriquecimiento.
La política agraria
Durante el porfiriato se promovió una despiadada política agraria que favoreció la concentración de la tierra en unas cuantas familias, mientras que se daba el despojo de la misma a las comunidades indígenas donde predominaba la propiedad comunal. Por ejemplo, la Ley de Colonización y Terrenos Baldíos que autorizaba a un grupo de colonos conformar una compañía deslindadora para denunciar y registrar las tierras que no tenían dueño, aunque el propósito que encubría el despojo a los indígenas era el de establecer catastros y de promover el desarrollo de la agricultura. La compañía deslindadora accedía por ley a cambio de su trabajo una tercera parte de lo deslindado, mientras que las otras dos terceras partes eran compradas al gobierno de manera preferencial. De esta forma la propiedad de la tierra en México adquirió dimensiones exorbitantes de las que para que su medición se necesitaba de medidas astronómicas. Sin duda alguna esta es una de las causas sociales que originaron el movimiento armado de 1910, en donde los campesinos se lanzaron al llamado de las armas con la esperanza de recuperar sus tierras.
La situación de los campesinos y obreros
Por lo anterior que se ha mencionado, los campesinos y los obreros se encontraban en una lamentable situación económica y social.
Los campesinos estaban sujetos al peonaje en las haciendas, paradójicamente endeudados con el hacendado, lo que los hacía permanecer acasillados o alrededor del casco de la hacienda, como una mano de obra barata permanentemente. Sujetos a la explotación brutal, los campesinos trabajaban de sol a sol sin esperanza de mejorar su calidad de vida, les pagaban por medio de las tiendas de raya, sin acceso a la educación ni a la salud, ni mucho menos a participar de la vida política del país.
Por su parte, los obreros en las fábricas eran cruelmente explotados, no tenían un salario mínimo, trabajaban largas jornadas de trabajo, lo mismo trabajaban adultos que niños y mujeres embarazadas, adultos mayores, sin protección adecuada para realizar sus funciones, es decir, con unas condiciones de trabajo inapropiadas a la mera condición humana. Las huelgas de Cananea en Sonora y Río Blanco en Veracruz son un ejemplo claro de resistencia y de organización obrera a esta injusta explotación por parte de los inversionistas extranjeros.
Si ciertamente durante el
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