El concepto de Hegemonía
Enviado por eugemore4 • 9 de Junio de 2015 • Síntesis • 1.837 Palabras (8 Páginas) • 186 Visitas
El concepto de Hegemonía, en la definición tradicional, refiere a la dirección política o dominación especialmente en las relaciones entre los Estados. El marxismo amplió esta definición a la dirección o dominación entre las clases sociales, y es Antonio Gramsci, quien profundiza el desarrollo de este concepto, tanto que puede considerarse un punto crítico en el desarrollo no solo de su obra sino de toda la teoría cultural marxista.
Gramsci distingue entre dominio y hegemonía, entendiendo al primero expresado en formas directamente políticas y, en tiempos de crisis, coercitivas, y al segundo, la hegemonía, como una expresión de la dominación, pero desde un "complejo entrecruzamiento de fuerzas políticas, sociales y culturales". Para Raymond Williams, intelectual marxista de origen galés, que ha hecho maravillosos aportes a la creación de una teoría crítica de la cultura, la hegemonía es esto, o "las fuerzas activas sociales y culturales que constituyen sus elementos necesarios"*.
Williams define a una cultura como un "proceso social total", y plantea que la hegemonía va más allá que el concepto de cultura porque relaciona a este proceso con las distribuciones específicas del poder.
De esta manera el concepto de hegemonía cultural revoluciona la forma de entender la dominación y la subordinación en las sociedades actuales. Si bien es cierto que los que detentan la dominación material son también los que ejercen la dominación espiritual, lo que resulta decisivo no es solamente el sistema consciente de creencias, significados y valores impuestos, es decir la ideología dominante, sino todo el proceso social vivido, organizado prácticamente por estos valores y creencias específicos.
La ideología constituye un sistema de significados, valores y creencias relativamente formal y articulado, que conforma una concepción universal o una perspectiva de clase. En el proceso de "imposición" de esta ideología, la conciencia relativamente heterogénea, confusa, incompleta o inarticulada de los hombres es atropellada en nombre de este sistema decisivo y generalizado. Plantea Williams que "en una perspectiva más general, esta acepción de "una ideología" se aplica por medios abstractos a la verdadera conciencia tanto de las clases dominantes como de las clases subordinadas. Una clase dominante tiene esta ideología en formas simples y relativamente puras. Una clase subordinada, en cierto sentido, no tiene sino esta ideología como su conciencia (...) o en otro sentido, esta ideología se ha impuesto sobre su conciencia -que de otro modo sería diferente- que debe luchar para sostenerse o para desarrollarse contra la ideología de la clase dominante".
Habitualmente el concepto de hegemonía se vincula a estas definiciones, sin embargo, debe diferenciarse en lo que refiere a su negativa a igualar la conciencia con el sistema formal articulado que es la ideología. Esto no excluye los significados, valores y creencias que propaga la clase dominante, pero no se iguala con la conciencia, no se reduce la conciencia a la ideología dominante, sino que "comprende las relaciones de dominación y subordinación según sus configuraciones asumidas como conciencia práctica, como una saturación efectiva del proceso de la vida en su totalidad; no solamente de la actividad económica y política, no solamente de la actividad social manifiesta, sino de toda la esencia de las identidades y las relaciones vividas a una profundidad tal que las presiones y límites de lo que puede ser considerado en última instancia un sistema cultural, político y económico nos dan la impresión a la mayoría de nosotros de ser las presiones y límites de la simple experiencia y del sentido común".
Y quizás la experiencia histórica del llamado "socialismo real", sea una muestra práctica de la incomprensión de la profundidad de los procesos hegemónicos. Si la Unión Soviética hubiese sido capaz de construir una hegemonía cultural alternativa a la que se intentó desplazar con la revolución de octubre, en lugar de atenerse a imponer una nueva ideología dominante, seguramente otra hubiese sido la historia.
En este sentido la hegemonía no es solamente el nivel superior articulado de ideología y sus formas de control y dominio, sino que esta constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida: nuestros sentidos y dosis de energía, las percepciones definidas que tenemos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. La hegemonía cultural es entonces un "sentido de la realidad". Tanto que Williams llega a afirmar que "en el sentido más firme, es una cultura, pero una cultura que debe ser considerada asimismo como la vívida dominación y subordinación de clases particulares".
Dos ventajas se desprenden de la utilización práctica del concepto: En primer lugar, la incorporación del problema de la hegemonía cultural para el análisis de las sociedades actuales y sus formas de dominación, está más a tono con los procesos normales de organización y control social que hoy vivimos. Mucho más que lecturas que aún se sujetan a hacer mecánicos paralelismos entre nuestra realidad y la de situaciones geográficas e históricas muy distantes a nosotros, en general en fases de desarrollo de las tecnologías de la dominación más simples y primitivas. Basta con echar un vistazo a las variadas lecturas que la izquierda hizo de los significados del 19 y 20 de diciembre de 2001 y de todo el proceso de recomposición del poder hasta nuestros días, para dar cuenta de la importancia de mejorar las herramientas conceptuales con las que analizamos los procesos políticos (recordemos que hubo quienes creyeron ver el febrero ruso en el diciembre argentino).
Cuando Gramsci insiste en la necesidad de la creación de una hegemonía alternativa, y desarrolla su idea del pase de la guerra de maniobras a la guerra de posiciones, está entendiendo que con el desarrollo de las sociedades no se podía seguir con las mismas formas de
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