El ensayo según Martín Kohan

El ensayo según Martín Kohan

La indefinición es un rasgo saliente del ensayo, definirlo es abordar esa indefinición. En la medida en que un ensayo no tiene ni objeto propio ni una forma predefinida que resuelva cuándo estamos o cuándo no estamos frente a un ensayo.

No es una desventaja que el ensayo sea indefinido, sino todo lo contrario. La potencia del ensayo tiene que ver precisamente con que no hay un tipo de objeto predefinido, ni una forma ya establecida que haya que acatar, y esa indefinición abre mejores posibilidades para el ensayo.

La tradición argentina, para Borges, no tiene un carácter propio, no tiene un lugar estable, no cuenta con un pasado firme, es decir, no hay una tradición argentina que funcionara como algo perfectamente establecido y definido. Borges ve en esto una potencia, no una insuficiencia. Para Borges esto no se resolvía sino en la multiplicación de las posibilidades, es decir, que toda la tradición de occidente está disponible. Ese debilitamiento en el ser abre las posibilidades de usos y apropiaciones de tradiciones al máximo posible. Algo parecido ocurre con la novela, el menos definido, pero el género más potente, fértil; como nada es una novela todo puede ser una novela.

El ensayo tiene que ver con justamente: ensayar, probar, experimentar, explorar. Uno avanza sin saber bien qué va a pasar. Lo que no implica tampoco que sea el género de “la cualquier cosa”, hay que hacer de esa indefinición una definición; no es que cualquier cosa va a funcionar como un ensayo, pero es cierto que es un género en el que no sabemos del todo qué es y qué va a pasar mientras escribamos, aún cuando haya una planificación. Porque que la haya no le quita ni el riesgo ni la exploración al ensayo, porque que la haya también hay planificación de una novela, pero no sabemos qué va a pasar mientras estemos escribiendo. Hay algo que va a pasar con y en la escritura que no se sabe mientras planificamos.

Si las conclusiones son abiertas, entonces nadie discute nada, porque las discusiones se dan con posturas y al no haber conclusiones cerradas nadie tomaba ninguna postura.

Por ejemplo, un ensayo se propone llegar a determinados objetivos y va arribar a determinadas conclusiones, abiertas o cerradas. Lo raro del asunto es que se celebre la plena coincidencia de los objetivos y las conclusiones, es decir, que al cabo del trabajo uno tenga lo mismo que al comenzar, es raro y a menudo se espera eso, que las conclusiones lleguen para confirmar los objetivos, entonces esto muestra que en el medio no pasó nada, no hubo sobresaltos, ideas, ninguna ocurrencia, uno partió del mismo lugar donde salió. Pero entiendo que la escritura y su idea como experiencia supone (y el ensayo es un género que llevaría muy fuertemente en sí que tengo ciertos objetivos voy a llegar a ciertas conclusiones, pero en el medio va a pasar algo que no se qué es, escribir). En este sentido, diría que podemos pensar al ensayo como un género literario, pero sin que necesariamente sea identificado como ficción, porque la ficción suspende la relación inmediata con la verdad.

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