El fenómeno de la conciencia
Enviado por Bernardo Cruz • 10 de Marzo de 2017 • Ensayo • 3.790 Palabras (16 Páginas) • 219 Visitas
El fenómeno de la conciencia, en cuanto fenómeno, es incontrovertible. Lo discutible, lo perennemente discutible, es la conciencia misma; es decir, la explicación y lectura del fenómeno en cuestión. Incluso no falta quien ha me nospreciado descaradamente la conciencia. Así Nietzsche, en 1882, publicaba en La Gaya Ciencia
La conciencia es la última y más tardía evolución de la vida or gánica y, en consencuencia, es lo menos logrado y lo más frágil de ]a evolución".
Aun suponiendo con Nietzsche que el hecho de la conciencia constituya una degeneración y un menoscabo en el seno del proceso evolutivo, lo ines quivable es que la conciencia está ahí y no parece que vaya a eclipsarse en breve. Ya no resulta nada fácil volver al monte y sumergirse en la beatitud zoológica.Lo urgente y precipuo es averiguar qué dependencias se establecen
=en caso de que las haya entre cultura y conciencia; y esto no porque sí, sino con ánimo de escrutar si naturaleza y cultura forman un continuum o bien si entre la una y la otra aparece una fractura o quebranto. El hombre es natura
leza encéfalo, cultura habla y conciencia vete a saber qué. ¿Cómo se re
lacionan estos tres pilares?, las respuestas resultan fundamentales para la
educación, ya que son fundamentantes de la misma y también son esenciales para delimitar el discurso filosófico sobre la educación. Procedamos con so siego.
El ser y el tiempo de Heidegger, La situación espiritual de nuestra época
segunda parte de Jaspers, y El existencialismo es un humanismo de Sartre forman tres muestras de un análisis fenomenológico que concibe al hombre, no como un ser, sino como un poderser. El hombre no está jamás hecho a lo sumo queda brutalmente "perfecto" cuando fallece. El ser humano es mori turus "elquetienequemorir"y cuando le alcanza la muerte empírica deja de ser moriturus que es lo suyo para mudarse en cadáver; es decir, en algo que ya no puede morirse cosa que no le cuadra. Si únicamente fuera mortalis -mortal-, el finamiento constituiría la perfección o acabamiento huma- no, pero no es así porque el hombre es moriturus en contra del perro que es precisamente mortalis. El ser que consiste en "tener-que-morirse" es tal por- que su muerte no está prefabricada como la de la paloma torcaz; su óbito es suyo, le pertenece dada su constitución de consciente. El hombre se encami- na a la muerte construyéndose la vida biográfica desde la conciencia. Sin és- ta, aparece impensable la estructura del moriturusLa característica fundamental de la conciencia consiste en ser descompresión del ser. En efecto, resulta imposible definirla como coincidencia consigo misma.
La conciencia es distancia con respecto a aquello de lo que se tiene con- ciencia. Cuando me doy cuenta de que veo mis dedos escribiendo, el me doy cuenta estriba, al pronto, en no-ser "veo mis dedos escribiendo"; es nada, pre- cisamente, de esto; es nada de. El acto de conciencia es un mirar lo mirado, y por tanto, no serlo. La conciencia subsiste como intersticio, hendedura, res- quicio, alejamiento, disparidad, discrepancia, separación. El día en que un pedazo de naturaleza dijo la naturaleza aconteció algo insólito. Lo de menos, para el filósofo, es la cronología de este primer decir consciente; lo grave para él es el acontecimiento. Decir la naturaleza, apercibirse de ella, es no serla. La conciencia de la naturaleza es, para comenzar, nada de naturaleza. La conciencia se nos convierte en extravagancia y excentricidad con respecto a lo natural y compacto. No sólo esto; la conciencia puede ser también concien- cia de los productos culturales, no coincidiendo jamás con ellos. La concien- cia anda siempre sola; es huérfana de nacimiento, es retraída, incomunicada, recoleta y hasta huraña
No hay color azul sin ojo que lo contemple; tampoco tiene sentido referir- se a objetos de la naturaleza y a objetos de la cultura sin una conciencia orga- nizadora. ¿Qué son los valores de la cultura griega o de la cultura cristiana o de la cultura marxista sin relación a una conciencia que los valore? Tener conciencia de algo, e.g. de la materia física -de un átomo- o de la materia so- cial -de la lucha de clases-, es conferir sentido a dicho algo; hasta el extremo parece esto así que podría definirse la conciencia como el órgano del sentido, como la capacidad de hermeneútica o interpretación. La conciencia se nos transforma en protofenómeno en vez de ser un vulgar epifenómeno.
La conciencia acompaña nuestras representaciones y las unifica. Tener conciencia, no sólo es tener conciencia de mi vida, mas también tener con- ciencia de mí mismo. La conciencia ¿es homogénea con respecto al ser del cual es conciencia?: he aquí una pregunta inesquivable y al propio tiempo ca- rente de respuesta segura y definitiva. La descripción fenomenológica que hemos iniciado conduce sin embargo a la heterogeneidad.
La heterogeneidad radical entre ser y conciencia forma un dualismo irre- ductible. La historia de la filosofía ofrece muchos pensadores inscritos en esta concepción metafísica. En nuestro tiempo, Sartre y Laing son dos representantes de tal ontología. Pero, no todos han optado por tan intransigente heterogeneidad. Los materialistas niegan la irreductibilidad de la conciencia presentándola como un fenómeno totalmente reducible a bioquímica del ce- rebro. Marx y Engels entienden por conciencia los contenidos representativos de la misma perdiendo de esta guisa a la conciencia misma. No pocos psicó- logos la reducen a fisiología. Watson negó la existencia de la conciencia por- que no se la podía mostrar en una probeta. Los bebavioristas han proseguido en esta dirección.
No han faltado filósofos como Leibniz por ejemplo que han admitido algo
que parece, por otra parte, una evidencia: no todas las representaciones de los hombres son conscientes, aunque esto no implica que no puedan serlo. Freud, en nuestro siglo, ha ido más lejos, sosteniendo que existen representa- ciones que nunca alcanzarán el nivel de la conciencia. Y no sólo esto; Freud ha afirmado que la conciencia no es más que un epifenómeno del inconscien- te al ponerse, éste, en contacto con el mundo exterior. Cuando se utiliza el término conciencia conviene distinguir dos posibles intelecciones del mismo: una cosa es la conciencia. concienciada y otra harto diferente la conciencia concienciante, La primera se refiere a los contenidos de conciencia, supongamos a los sueños tenidos la noche anterior y que un psicoanalista puede estudiar o a los dogmas creídos por un fiel y que un mar- xista somete a sus esquemas interpretadores.
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