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El guardagujas


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2014  •  Tesis  •  690 Palabras (3 Páginas)  •  702 Visitas

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El guardagujas

"El forastero llegó sin aliento a la estación desierta", así empieza el cuento y, con esta introducción breve y precisa, el autor nos hace imaginar una acción real en el tiempo y en el espacio. Luego, en una sucesión de frases similares, nos describe la fatiga, el desánimo y la angustia del forastero. A esa hora exacta el tren debía partir... pero allí nadie había. De pronto "alguien, salido de quién sabe dónde", le da una palmada muy suave; ese alguien es "un viejecillo de vago aspecto ferrocarrilero", todo él indeterminado, irreal, quizá también con alguna pequeña dosis de locura.

Cuando el desconocido llama la atención del viajero, éste le pregunta con ansiedad si ya ha pasado el tren. El viejecillo le responde con otra pregunta: "¿Lleva usted poco tiempo en este país?"

Este diálogo inicial es la clave para entrar en la anécdota que Arreola desarrolla.

El viejecillo guía al forastero por situaciones y lugares que bien podrían ser aspectos de la realidad. Le dice que no desespere porque la empresa ha hecho maravillas en cuanto se refiere a la publicación de itinerarios; además, ya las vías ferroviarias enlazan hasta los pueblos más remotos y se pueden adquirir boletos para ir a cualquier parte, sólo falta que los trenes pasen efectivamente por las estaciones y sean puntuales.

Solícito, le platica cómo, en cierta ocasión, ante un abismo donde la empresa se había olvidado de construir un puente, los pasajeros desarmaron el tren pieza por pieza y llevaron cada una de las partes al otro lado. Es decir, el forastero debe templar su ánimo, tener paciencia, inclusive, puede llegar a convertirse en un héroe, aunque también puede morir en un viaje interminable; pero eso no importa, porque hay vagones a modo de capillas ardientes y también vagones cementerios. Con un poco de suerte, quizás arribe mañana mismo a su destino. Se sabe de algunos pasajeros que han llegado sin darse cuenta.

Algunos trenes ruedan sobre vías apenas señaladas con gis. Por otra parte, el informante indica con vehemencia que no existe ningún drama cuando en ocasiones se abandona a los pasajeros en falsas estaciones perdidas en la selva; todo tiene solución, porque los hombres han aprendido ahí nuevas formas de existencia y fundado poblaciones en esos lugares salvajes.

La vida, durante los largos trayectos, sufre transformaciones; de la sencilla charla en los vagones surgen amistades perdurables e incluso grandes idilios. Y esta lógica tan contundente convierte el sentido común, por supuesto, en una cáscara vacía.

El cuento se acerca a su fin cuando se oye el silbido de un tren verdadero. El viejo guardagujas interrumpe su plática y se pone a hacer señales ridículas y desordenadas con una linterna, al tiempo que echa a correr desaforadamente por la vía. Cuando está a cierta distancia, se vuelve para gritar. “!Tiene

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