El pueblo que no lee es ciego, sordo y mudo, inevitablemente

LECTURA

“El pueblo que no lee es ciego, sordo y mudo, inevitablemente”.

Los libros son como las aves, deben vivir libremente; almacenarlos en un anaquel privado es similar a enjaular a un pájaro, puro egoísmo y vanidad.

Deben circular de ojo en ojo los primeros y los segundos al vaivén del caprichoso viento y así los dos cumplirán con su función natural y complementaria: alimentar al espíritu y simbolizar la libertad, actos que elevan la calidad humana.

El libro es propiedad de quien lo escribe. El comprador de un ejemplar adquiere el derecho de leerlo y concatenadamente el deber de promoverlo.

En nuestra sociedad, el cincuenta por ciento no sabe leer; el treinta por ciento lee en forma mecánica, identifica los signos, lee silabeado, a saltos, y los interpreta deficientemente. Un diez por ciento lee con una comprensión parcial; un cinco por ciento lee, comprende, analiza y concluye, y un último cinco por ciento que, además de lo anterior, lee con deleite y avidez. La lectura para éstos es un cofre de maravillosas sorpresas.

Siendo el hombre un animal de hábitos, es muy fácil predecir la conducta de cada generación (siempre que se generaliza, la excepción va implícita).

En la década de los 60, empezó el bombardeo inmisericorde de las telenovelas que se inició con un espacio diario y ahora tenemos novelas por centenares con difusión de lunes a sábado, con una enorme audiencia infantil que en muchos casos sigue todas las secuencias. A esto sumémosle unas 30 series de dibujos violentamente animados y, para variar, además de todo ese lastre, especialmente en la costa norte, es motivo de orgullo mostrarle a las visitas que el niño o niña de dos años ya baila punta y que la de tres canta igualito a Gloria Trevi.

He conversado con varios niños y da coraje comprobar que se saben la letra y música de 30 y 40 canciones populares, rancheras (folclórica mexicana). El área de su memoria, virgen y dinámica, la rebosan de basura.

En el futuro, los datos negativos se incrementarán, puesto que este proceso es degenerativo.

Si en el hogar, la tele, no deja tiempo para leer, ¿Quién inducirá hacia la lectura a los niños?

Por favor ¡no me digan que los profesores!

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