Eldorado
Enviado por • 8 de Junio de 2015 • Tesis • 9.342 Palabras (38 Páginas) • 710 Visitas
UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SINALOA
Unidad Académica Prep. “V. I. Lenin”
METODOLOGÍA
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
Eldorado, Sinaloa; a 08 de junio del 2015.
Eldorado
ÍNDICE
Eldorado 2
2
ELDORADO (SINALOA) 5
Hacienda Redo 19
Demografía 20
Economía 20
Educación 24
Unidad Académica Preparatoria Vladimir I. LENIN 24
COBAES 31 "PROF. IRMA GARMENDIA" 24
La Unidad de Capacitación para el Trabajo (ICATSIN) 24
Instituto Tecnológico Superior Eldorado 25
Vías de Comunicación 25
Turismo y Recursos Naturales 26
Lucha por ser Nuevo Municipio de Sinaloa: El Municipio 19 27
Iniciativas de Ley presentadas en el congreso 28
Acuerdos en el congreso 31
Ventaja geográfica 35
PASEO EN ARAÑA EN ELDORADO 40
Hablar de lichis es hablar de Eldorado 41
ECONOMÍA DE ELDORADO 43
Malecón turístico Bahía del Conchal 46
Playa Las Arenitas y Ponce Sinaloa Playas de México 48
El Conchal,Sinaloa 48
Ingenio Eldorado 50
Datos del ingenio 50
Anexos Fotos 52
CENTRO DE ELDORADO 53
EL MUELLE 54
CENTRAL CAMIONERA 54
ENTRADA DE SANDIEGO 55
ÁLAMO VIEJO EN EL EJIDO LA FLOR 55
ENTRADA DE LAS PIEDRITAS 56
FARO DE VIGILANCIA 57
LLEGADA AL SAUCITO NUEVO 58
ENTRADA AL HIGUERAL 58
IMMS ELDORADO 59
EJIDO LA FLOR ANTES DE LA CARRETERA 59
ELDORADO (SINALOA)
Inicio de Eldorado
Diego Redo Vega
(1909-1912)
Los Redo fueron una familia de alto copete, pomadosa y perfumada, de sangre azul, dueños de la hacienda e ingenio de El Dorado, que se codeaban con la ata aristocracia porfirista (don Porfirio Díaz, don Ramón Corral y don José Ives Limantour) en la capital de la República; y en Sinaloa con don Francisco Cañedo, su selecto gabinete y los ricos de abolengo, los cuales los Redo pertenecían por casta y derecho propio.
El patriarca de esta dinastía, don Joaquín Redo, cultivó una cercana amistad con el gobernador Cañedo, quien lo atendía a cuerpo de rey, dándole todo lo que quería, llegando, incluso a ”regalarle” una senaduría ad-perpetuam en premio a sus virtudes ciudadanas.
Don Joaquín soñaba con que su hijo Diego llegara un día a la gubernatura, haciendo honor al consabido amor de padre. Abrigaba estas esperanzas en razón de su estrecha liga con el mandamás sinaloense, confiado en que éste le diera una oportunidad para sucederlo, pero la feliz ocasión nunca se presentó en vida de Cañedo y de él mismo.
El zorro de don Francisco conocía las pretensiones del flamante político y potentado, quien nunca se atrevió a hablarle “a lo macho de se negoció”. ¿Cañedo se hizo tarugo o sencillamente no le vio espolones al gallo? Ahora que también jamás quiso soltar definitivamente la silla gubernamental.
Pero el que persevera alcanza la liebre. Sería después del deceso de los dos (Francisco y Joaquín) cuando se harían realidad los deseos de Redo a favor de su retoño.
La vida y milagros de don Francisco Cañedo fueron magistralmente reseñados por el escritor Carlos Filio. La anécdota siguiente es de su cosecha:
“Alguna vez la inquietud y el deseo de sustituir al general Francisco Cañedo pasó como mal pensamiento por la cabeza de alguno políticos sinaloenses.
Tentado de semejante mal pensamiento lo fue un día el senador vitalicio Joaquín Redo, creyendo que podía suplantarlo con su hijo Diego, mas sus trabajos fallaron sin que hubieran sido desconocidos desde sus inicios por el general Cañedo.
Cuando el juego se descubrió, don Joaquín Redo se apresuró a no perder la amistad con el gobernador Cañedo, como hombre que tenía propiedades que perder solícito buscó la oportunidad para sincerarse.
Llegó el momento buscado, y en charla de sobremesa llevó la conversación por los cauces de la política local, para llegar a declarar que mientras el general Credo estuviera en el gobierno, nadie podía disputárselo.
A estas seguridades respondió don Francisco: ¡Mira, Joaquín, en este mundo matraca sólo le temo a Dios y a don Porfirio, los demás no valen nada!
A loa políticos buscadores de puestos públicos no les tenía confianza; para él esos buscadores eran como los plátanos: ¡seres sin corazón!”
El licenciado Heriberto Zazueta, originario de San Javier, municipio de San Ignacio, por quinta vez asumió interinamente el gobierno de Sinaloa, y en la última para cubrir la ausencia definitiva (por muerte) del general Francisco Cañedo.
Desde 1884 este político colaboró eficiente y lealmente con la administración cañedista, la mayoría del tiempo como secretario de gobierno y en una ocasión como diputado local.
Zazueta convocó el 14 de junio a elecciones extraordinarias, para elegir gobernador para el resto del período que le faltaba al general Cañedo, o sea hasta el 26 de septiembre de 1912.
Don Diego Redo (8 de junio de 1874) tan luego como vio caer la última palada de tierra sobre la tumba de don Francisco, empezó a mover sus influencias y tentáculos políticos cercanos a don Porfirio Díaz.
Uno de eso gallones de aquella época, don Rosendo Pineda, muy amigo de don Joaquín Redo se encargó de hablarle sobre el asunto al vicepresidente don Ramón Corral y a don José Ives Limantour, el aristocrático y poderoso ministro de finazas nacionales.
Don Porfirio, enterado del caso y recordando su vieja amistad con don Joaquín, aceptó palomear (ya se usaba haberlo desde entonces) la candidatura a gobernador de Diego Redo, considerando que era el hombre indicado para continuar en Sinaloa la senda del progreso impresa por su compadre y discípulo preferido, don Francisco Cañedo.
Así fue como el 23 de junio, Redo inicia su campaña electoral con el respaldo de los grupos que controlaba el cañedismo y con los propios del redismo.
Dos monolíticas agrupaciones nacen para empujarlo en sus aspiraciones: el Club Central Electoral
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