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Empiezo este libro sin tener la menor de idea de qué se trata, veamos qué tiene que ver con la creatividad o con el proceso creativo.


Enviado por   •  28 de Abril de 2017  •  Ensayo  •  3.035 Palabras (13 Páginas)  •  297 Visitas

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“Ensayo” sobre El Elemento----------------------------------Diana Angélica García García

Empiezo este libro sin tener la menor de idea de qué se trata, veamos qué tiene que ver con la creatividad o con el proceso creativo.

Creo que uno de los problemas por el que los adultos no hacemos lo que nos gusta, o ni siquiera sabemos que es lo que nos gusta, es porque de niños no se nos permite explorar diferentes áreas de desarrollo. La realidad es que la sociedad está muy encasillada en lo que se debe o se tiene que hacer, tenemos que ir a la escuela, debemos ser buenos ciudadanos, ser productivos y no quejarnos. Pero eso no nos lleva a la felicidad, y por eso hay tanta gente con crisis de identidad, que se están buscando a sí mismos.

Cuando yo estaba en la prepa, hice esa prueba que al final te dice para qué serías bueno, qué te gustaría hacer. El resultado fue que para todo soy buena, pero nada me gusta. Otra cosa fue que como estaba en una prepa incorporada a la UNAM, esta prueba te ubicaba en la carrera de la UNAM más apta para ti. Así que yo estaba entre matemática y abogada, lo único que se destacaba ligeramente era literatura y administración del tiempo libre.

Una de las cosas que le agradezco a mis papás es que no me obligaron a ser doctora. Desconozco la razón, pero ellos nunca me hablaron más de la medicina que de otras carreras, o me hablaron de dejarme el consultorio, nunca se refirieron al consultorio como el “negocio familiar” ni nada. En cambio, varios de mis compañeros de la prepa, si se vieron, si no forzados, si encaminados a la medicina, sobre todo los hijos mayores, que eran los que tenían que seguir el legado del abuelo doctor, el papá doctor y así. Puede que esa sea una de las razones por las que en específico mi papá nunca insistió en el tema, porque él era la primera generación de médicos en la familia; más bien se trataba de el único doctor en la familia. Si alguna vez tuve la intención de estudiar medicina, yo no noté más emoción en mi papá la vez que le mencioné que, medicina era una de mis opciones, más bien me llevó a un análisis para ver si de verdad era lo que me gustaba, si estaba dispuesta a los años de estudio, los de preparación, los sacrificios de tiempo y de años para lograr tener una especialidad, a lo mejor tendría que dejar el ser mamá para después, las guardias y sus horarios de miles de horas, etc. A veces pienso que toda esa reflexión era precisamente para que dejara la idea de la medicina de lado.

¿Por qué será que muchas veces no sabemos cuáles son nuestras habilidades? Creo que, como muchas otras cosas, la respuesta está en la educación que nos dieron o que no nos dieron nuestros padres de pequeños. A mi me sorprendió mucho que cuando empecé a dar talleres para primera infancia, lo que hacía era dar diferentes talleres cada semana por 4 semanas, luego se repetía el tipo de taller. Es decir, la primera semana era cocina, luego cuenta cuentos, luego música y por último artes plásticas; y así al siguiente mes se repetía el tipo de taller con diferentes actividades. Muchas fueron las mamás que llegaban con su bebé de 1 año, de 8 meses que me decían, “es que mi hijo sólo quiere música”, o “sólo quiere arte, pero únicamente pintura”. Nunca logré explicarme como un bebé tiene esa capacidad de determinación a tan corta edad; pero la realidad es que no la tiene, la que quiere que estudie música es la mamá.

Mi caso personal, y el de mi hermana fue distinto. No sé si mi mamá quería deshacerse de nosotras o simplemente entendió la importancia de adquirir una variedad de habilidades a corta edad. Desde pequeñas, yo recuerdo que mi mamá nos llevaba a clases de todo. Antes de los 15 años yo tomé clases de ajedrez, fotografía, ballet folclórico, ballet clásico, solfeo, violín, flauta, náhuatl, secado de flores, teatro, jazz, nado sincronizado, gimnasia olímpica, natación, ciencias, computación, cocina, corte y confección, dibujo y repujado. Todo era a mi lección, no hubo una sola cosa que me obligara a tomar. Pasados los 15 años, decidí dejarlo todo y entrar a clases de idiomas, siempre tomé inglés junto con otro idioma, primero francés y después alemán. El caso es que yo siento que realmente se me dio la oportunidad de conocer varias áreas donde yo me podía desarrollar, nunca se me dijo “no, eso no lo puedes hacer”, o “eso no te va a gustar”. Obviamente, hubo algunas clases que me gustaron más que otras, algunas repetí y repetí hasta el cansancio, pero es por eso que ahora tengo las armas para decir que no me gusta acampar, lo hice, pero no me gusta. En cambio, el ajedrez, me divertía mucho y tomé muchas clases.

Y eso mismo es lo que intento hacer con Aliza, presentarle un abanico de oportunidades para que ella decida qué es lo que le gusta. Además de que creo que se hace de habilidades que le sirven para su propia formación y para que encuentre eso que la ayude a colocarse en su “elemento”. Porque justo la integración de todo aquello que te gusta es lo que te va a llevar a redefinir qué es lo que te llena como persona, a encontrar esa actividad que si bien es tu trabajo no la sientes como tal, que hasta se vuelve algo placentero de realizar.

Me parece que muchas veces creemos que encontrar ese elemento es algo único, es como encontrar la llave a la felicidad. Pero yo creo que justamente en base a que hay diferentes inteligencias, también tenemos la oportunidad de tener diferentes habilidades y diferentes pasiones, lo que nos lleva a tener diferentes elementos. Es cierto que habrá algunos que son más satisfactorios que otros, pero creo que no nos debemos de cerrar a la idea de que sólo hay una cosa en la que nos sentimos bien y además la hacemos bien.

Una vez vino a clase una mamá con su niño de 2 años que ya iba a un Montessori, y cuando me preguntó quién daba la clase de estimulación pues yo, quién el taller de lectura, yo, quién el taller de masaje, yo, quién el taller de porteo, yo; y así en casi todo. Al final me dijo que no le gustaba que yo diera todas las actividades que no era posible que una persona hiciera tantas cosas y fuera buena en todas. Bueno pues sólo la invité a leer la biografía de María Montessori, porque fue una mujer que no se enfocó en una sola cosa, sino que tenía varias habilidades y además tuvo la capacidad de integrarlas. Y creo que antes era así, las personas tenían varias ocupaciones, otro ejemplo es Leonardo Da Vinci, que además de ser pintor, era inventor, científico, ingeniero, anatomista, etc. Es decir, antes las personas tenían la oportunidad y el buen visto social de hacer varias cosas a la vez, pero actualmente nos enfrascamos en la idea de que, si estudio historia, sólo puedo ser historiadora o maestra de historia. Cuando la realidad es que una carrera universitaria no determina mi futuro, es sólo una formación de las miles que hay. Y estoy muy de acuerdo con el autor del libro con la idea de que no todos hemos de ir a la universidad, la universidad no es para todos y la formación universitaria universal sólo nos llevará a tener huecos en la sociedad que entonces nadie podrá llenar. Porque entonces que será de los oficios, quién los llevará a cabo, quién tendrá la capacidad de ser un verdadero artesano si para serlo se necesita destreza y no la teoría que se da en los salones de clases de las universidades.

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