En el nombre de la rosa
Enviado por valco98 • 27 de Agosto de 2018 • Ensayo • 380 Palabras (2 Páginas) • 143 Visitas
Universidad Santo Tomas
Valentina Correal Rubiano
Filosofía institucional
En el nombre de la rosa
Siempre ha llamado la atención el eterno debate entre fe y razón. Pero también llama la atención otras opciones como lo es la poesía y la filosofía; y la poesía y la religión, en este caso, con la cristiana. Esa rivalidad perpetua de la poesía con las demás disciplinas artísticas, tanto con las humanidades como con las ciencias. Considerada una disciplina menor, por debajo incluso de la metafísica, como si no fuera capaz de aportar nada interesante y digno al hombre salvo el mero placer estético. El nombre de la rosa, de Umberto Eco, no se trata tanto a la poesía en sí como a la literatura en general, pero siempre tomando la con cautela: la literatura miente e incluso recurre a la sátira, la burla. Nos despierta emociones, puede hacer brotar la risa. Sin embargo, qué sería de nuestra historia contemporánea sin los estudios que impulsaron grandes hombres como Roger Bacon, cuya inteligencia y lujuria por el saber llevó a la ruina en un tiempo donde tanto la inteligencia como la simpleza de los humildes a los que nada quedaba, ni la dignidad, eran consideradas brujería. Pero el texto novelesco de Eco es un manantial de ideas y experiencias centrales del medioevo. Las invocaciones medievales giran en torno a una experiencia central: un libro de Aristóteles sobre la risa (el segundo libro de la Poética), y el temor de un viejo monje, Jorge de Burgos (el anciano y ciego de la película), a la disonancia de las carcajadas. El hombre no debe reír porque, de hacerlo, su rostro asume el aspecto grotesco de un mono, y su alma pierde el temor a Dios, Eco es el inventor de la de semiótica, disciplina teórica dedicada al estudio del lenguaje, y es catedrático. El entrenamiento científico que Bacon había recibido le mostró los defectos del debate académico existente. Ninguno de los profesores aprendía griego. Aristóteles era conocido solamente a través de malas traducciones; lo mismo era cierto para las Sagradas Escrituras. La ciencia física no estaba dirigida por experimentos a la manera aristotélica, sino por argumentos basados en la tradición. Bacon se retiró de la rutina escolástica y se hizo devoto del estudio de las lenguas y la investigación experimental.
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