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Enfermeria General


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2012  •  2.087 Palabras (9 Páginas)  •  2.178 Visitas

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La hipertensión durante el embarazo

La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra el interior de las arterias (los vasos sanguíneos que transportan sangre rica en oxígeno a todo el organismo).

Cuando la presión de las arterias se eleva demasiado, se le llama hipertensión.

Algunas mujeres padecen hipertensión antes del embarazo. Este tipo de hipertensión se conoce como hipertensión crónica. Muchas otras desarrollan hipertensión durante el embarazo, en cuyo caso se habla de hipertensión inducida por el embarazo (PIH).

La PIH por lo general desaparece al poco tiempo después del parto. Cerca del 8 por ciento de las mujeres embarazadas tiene un cierto grado de hipertensión. La hipertensión no suele producir ningún síntoma evidente, esté o no embarazada la mujer. No obstante, la hipertensión durante el embarazo puede provocar graves complicaciones para la madre y el bebé. Afortunadamente, por lo general es posible prevenir los problemas graves con una atención prenatal adecuada.

¿Cómo se mide la presión arterial?

En las mujeres embarazadas la presión arterial se mide en cada visita prenatal al médico, quien utiliza para dicho fin un brazalete inflable que se coloca alrededor de la parte superior del brazo. La presión arterial se mide mientras el corazón se contrae (presión sistólica) y mientras el corazón se encuentra relajado entre contracciones (presión diastólica). Los valores de la presión arterial se expresan con dos números, donde el número superior representa la presión sistólica y el inferior la presión diastólica, por ejemplo 110/80. Un valor de presión sistólica de 140 o superior o un valor de presión diastólica de 90 o superior constituyen un estado de hipertensión.

¿Qué es la hipertensión crónica?

La hipertensión crónica se define como la presión arterial alta diagnosticada antes del embarazo o después de la semana número veinte de embarazo. No desparece después del parto.

Las causas de la hipertensión crónica no se conocen con precisión, aunque se cree que la herencia, la dieta y el estilo de vida son factores determinantes.

La hipertensión sin tratar puede aumentar el riesgo de problemas graves de salud, como ataques al corazón y accidentes cerebro vasculares (derrames cerebrales).

Las mujeres que padecen hipertensión crónica deben consultar a su médico antes de intentar quedar embarazadas. Una consulta previa al embarazo permitirá al médico asegurarse de que la presión arterial se encuentre bajo control y evaluar los medicamentos que la mujer tome para controlar su presión arterial. Si bien algunos medicamentos para reducir la presión arterial son seguros durante el embarazo, otros —incluido un grupo de drogas llamados inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (ACE) — pueden ser nocivos para el feto.

Algunas mujeres con hipertensión crónica pueden verse obligadas a cambiar su dosis de medicación para la presión arterial durante la primera mitad del embarazo, ya que ésta suele disminuir durante este período.

La mayoría de las mujeres que padecen hipertensión crónica tiene un embarazo saludable.

No obstante, aproximadamente un 25 por ciento desarrolla una forma de PIH llamada preeclampsia, que conlleva riesgos especiales.

¿Qué es la hipertensión inducida por el embarazo (PIH)?

Existen dos tipos principales de PIH. Los dos se producen después de la semana número 20 del embarazo y desaparecen sin necesidad de tratamiento después del parto.

La preeclampsia es un trastorno potencialmente grave que se caracteriza por alta presión arterial y proteína en la orina. Cuando la alta presión arterial no va acompañada de proteína en la orina, se la denomina hipertensión gestacional. No obstante, este tipo de hipertensión puede evolucionar y convertirse en preeclampsia. Por esta razón, se realiza un seguimiento estricto de todas las mujeres que desarrollen hipertensión durante el embarazo.

La preeclampsia también puede ir acompañada de hinchazón (edema) en las manos y el rostro, y de un aumento repentino de peso (una libra o medio kilo o más en un día). Otros síntomas evidentes pueden incluir vista borrosa, fuertes dolores de cabeza, mareos y dolores intensos de estómago.

Las mujeres embarazadas deben ponerse en contacto con su médico de inmediato si manifiestan cualquiera de estos síntomas.

Por lo general, la preeclampsia se produce después de aproximadamente 30 semanas de embarazo. La mayoría de los casos son leves, con una presión arterial de unos 140/90.

Con frecuencia, la preeclampsia leve no presenta síntomas evidentes, pero si no se trata puede provocar problemas graves.

¿Qué riesgos conllevan la preeclampsia y otros tipos de hipertensión para las mujeres embarazadas y el feto?

Todas las manifestaciones de la hipertensión pueden constreñir los vasos sanguíneo del útero que suministran oxígeno y nutrientes al feto. Esto puede retrasar el crecimiento del feto. La hipertensión también aumenta el riesgo de abruptio placentae, que es el desprendimiento prematuro de la placenta de la pared uterina antes del parto.

Cuando es grave puede provocar hemorragia abundante y shock, situaciones peligrosas para la madre y el bebé. El síntoma más común de abruptio placentae es la hemorragia vaginal después de las 20 semanas de embarazo. Se recomienda a las mujeres embarazadas informar siempre cualquier hemorragia vaginal a su médico de inmediato.

Si bien todas las mujeres que padecen hipertensión durante el embarazo están expuestas al riesgo de padecer estos problemas, el riesgo es mayor en las mujeres con preeclampsia, incluidas aquellas que padecen hipertensión crónica acompañada de preeclampsia.

La preeclampsia puede en raros casos evolucionar rápidamente y convertirse en una condición potencialmente letal llamada eclampsia, que provoca convulsiones y estado de coma. Afortunadamente, la eclampsia es poco común en mujeres que reciben atención prenatal a intervalos regulares. En cada consulta prenatal, se mide la presión arterial y se realiza un análisis de orina para detectar la presencia de proteínas. De esta manera, es posible diagnosticar y tratar la preeclampsia antes de que evolucione y se convierta en eclampsia.

¿Cómo se trata la preeclampsia?

La única cura para la preeclampsia es el parto. Sin embargo, inducir el parto no siempre es aconsejable para el bebé. Por consiguiente, el tratamiento de la condición depende de la gravedad del problema y de la etapa del embarazo de la mujer. Si una mujer está en la etapa final (de 37 a 40 semanas) y si la preeclampsia es leve y el cuello

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