Ensayo Del Hombre Unidimencional
Enviado por vilini0 • 21 de Agosto de 2014 • 1.762 Palabras (8 Páginas) • 332 Visitas
El hombre unidimensional de Herbert Marcuse
En el hombre unidimensional, Herbert Marcuse hace varios postulados y analiza a la sociedad de los años sesenta para llegar a al conclusión de que los hombres y las mujeres de esta década han perdido muchas de las cualidades y capacidades que hacían fuerte y firme a una sociedad, ideológicamente hablando.
A mi particular punto de vista, el autor usa bases laborales, filosóficas y de comunicación (medios de comunicación) para observar el comportamiento humano socialmente hablando en esos años.
A partir de estas tres premisas Marcuse empieza a analizar el comportamiento de los hombres y las mujeres en su entorno social y laboral para concluir que este comportamiento se ve modificado y controlado en gran parte por los medios de comunicación, por la administración total que existe en las empresas y por la creación de necesidades falsas que origina el consumismo en el cual esas generaciones se encontraban inmersos.
Un referente que el autor usa mucho es el de la guerra fría y la amenaza nuclear en el cual la sociedad occidental y la soviética se ven sometidos. A partir de aquí Herbert explica como el capitalismo se mete de manera casi invisible en el aspecto de la guerra.
Los medios de comunicación usan este temor latente a su favor. De esta manera es como el capitalismo entra en juego. Los refugios militares con alfombras persas y suplementados con lujos que muchas familias pobres solo sueñan en tener en sus hogares, son el más claro ejemplo de las necesidades falsas que se mencionan en el libro.
Tomemos como ejemplo, también, el ámbito empresarial. Los años sesenta se caracterizaron por un despertar ideológico (el movimiento estudiantil de China que se extendió en todo el mundo) y un avanza tecnológico muy marcado a comparación de la década de los años cincuenta.
La promesa de tiempos mejores estaba latente. El futuro había alcanzado a esa sociedad que parecía, lo tenía todo. Las empresas prometían nuevas maneras de trabajar. Las oficinas dieron paso a nuevos ambientes laborales y nuevas necesidades de trabajo.
Todo esto sirvió como pantalla para esconder una cruda verdad que tal vez prevalece hasta la fecha: una especie de esclavismo que encadenaba al trabajador a una vida vacía y sin sentido.
El esclavismo se convirtió en una cuestión de elección y no de obligación. El problema alcanzo un grado de crisis cuando ya no sólo se era esclavo en el trabajo sino también en la vida diaria.
Marcuse dice que no por el hecho de tener la libertad de elegir lo que queremos comprar implica que seamos libres en realidad. Nuevamente las falsas necesidades juegan un papel bien importante en la toma de decisiones del hombre unidimensional. Retomando el ejemplo del refugio anti bombas: ¿Realmente se necesita una alfombra persa en un lugar que sirve para protegerse de una amenaza nuclear? Definitivamente no.
Esta necesidad de necesitar cosas que no necesitamos nos pone, según Marcuse, un grillete que nos impide ser realmente libres. Recurro a la siguiente imagen para ejemplificar de manera mas clara lo escrito.
Está muy claro que las empresas por si solas no habrían logrado imponer este sistema totalitario sin la ayuda de lo medios masivos de comunicación. Y si la afirmación anterior es cierta, ¿de que manera los medios lograron imponer también un sistema totalitario de esclavismo?
La respuesta es muy simple: el consumismo empezó a tomar la forma de monstruo que hasta la fecha prevalece. La mercadotecnia se convirtió en un medio de represión.
El medio se encargo de decirle al hombre que comprar, que necesitar, cuando comprar y cuando necesitar. Y la única manera de lograr satisfacer estas necesidades era trabajando sin chistar ni criticar el sistema laboral. Todo esto gracias a la manera en la que la sociedad fue educada desde su infancia. Desde los inicios de la preparación escolar, los maestros hacen un gran esfuerzo para que los niños repitan de manera sistemática los conocimientos impartidos en vez de hacerlos comprenderlos y a la vez cuestionarlos.
De esta manera Marcuse hace una afirmación en la que se refiere al héroe revolucionario que puede derrotar a los medios y al gobierno. Dice que este héroe se encuentra en los países del tercer mundo.
Ahora el ejemplo es México. En este país hay una necesidad bien marcada por un héroe que nos salve de nuestras caóticas vidas. Es por eso que las películas y caricaturas de súper héroes adquieren un significado que va más allá del mero entretenimiento.
¿Acaso, algún mexicano no ha fantaseado, alguna vez en su vida, con que un héroe enmascarado llegara a derrotar al gobierno opresor? O que este mismo héroe limpie las calles de la escoria humana que las habita y que hace que no se pueda caminar tranquilo por ellas.
Los mexicanos fantaseamos con este tipo de cosas porque parece ser que no hay otra manera de escapar de esta realidad que nos atormenta y que es remarcada por los medios de comunicación que quieren mantener a la sociedad asustada como ratones de laboratorio para que sólo hagan lo que se les dicta.
Por último, Herbert Marcuse hace hincapié en “la muerte de la filosofía” como la conocemos y, aprovechando el nombre de su libro, le llama la filosofía unidimensional.
La filosofía unidimensional
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