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Enviado por andrez192 • 7 de Mayo de 2014 • 721 Palabras (3 Páginas) • 244 Visitas
DON QUIJOTE DE LA MANCHA
En un lugar de la mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un hidalgo caballero. Nuestro hidalgo, en cuya casa no siempre abundaba la comida, frisaba en los 50 años, era de complexión recial, seco de carnes, de rostro alargado; le gustaba levantarse muy temprano y salir a cazar.
Lo atendían una criada, que pasa por los 40, una sobrina que aún no llegaba a los 20, y un mozo que servía para ensillar los caballejos del hidalgo y para las labores del campo. Nunca se supo si se apellidaba Quijada. Este caballero, en sus ratos de ocio, los q no eran pocos, se aficionó a leer en forma desmedida libro q trataban de las aventuras de los caballeros andantes; tanto le adsorbió el seso este tipo de lectura, q descuidó la conservación de su fortuna y hasta vendió parte de su tierra para comprar más libros de esa especie. Naturalmente esta extraña afición habría de hacerle perder el juicio, ya que comenzó a creer en serio en la existencia de encantamiento, batallas, desafíos, luchas con gigantes y un sinnúmero de disparate, que no otras cosas contenían aquellas estrambóticas lecturas.
Pero lo más curioso de todo es que decidió convertirse él mismo en caballeros andantes para asombrar al mundo con sus hazañas, aplicando justicia allí donde no lo había, protegiendo a los débiles y coronándose de gloria. Puso, pues, en marcha sus propósitos, y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos y que habían permanecido durante siglos olvidadas en un rincón. Las arregló lo mejor que pudo; pero desgraciadamente, a la armadura le faltaba la celada, que es una pieza con la cual los caballeros se protegían la cabeza al entrar en combate, contratiempo que no desalentó a nuestro caballero, quien se fabricó una de cartón, y para probar para ver si resistirá una cuchillada, sacó su espada y le dio dos golpes, asiendo pedazos lo que había costado una semana de trabajo. Para que no volviera a suceder algo igual, preparó otra celda de cartón y le puso unos fuerecillos por dentro, para añadirle consistencia, y esta vez no se atrevió a probar si resistiría una nueva cuchillada. Terminada esta faena se encamino a ver su caballejo, pobre bestia sumamente flaca y llena de a magulladuras; sin embargo que el famoso caballo bucéfalo de Alejandro el grande, ni el no menos celebre babieca, del cid campeador, se le igualaban. Cuatro días estuvo pensando q nombre ponerle, porque consideraba que un caballero de su merecimientos estaba obligado a poseer una cabalgadura que fuera digna de él; y al cabo de trazar varios nombres, acordó llamarte Rocinante, con lo que quería demostrar que el caballejo había sido rocín antes (rocín significa comúnmente un caballo escuálido y de mala figura), y que al ser rocín antes, había sido el primer rocín de todos los rocines del mundo. Puesto el nombre a su caballo quiso ponérselo a sí mismo, y
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