Era una noche común y corriente. Él se fue a dormir con la tranquilidad que da el saber que el día sigue a la noche. Se despidió de su padre y se fue a dormir.

Era una noche común y corriente. Él se fue a dormir con la tranquilidad que da el saber que el día sigue a la noche. Se despidió de su padre y se fue a dormir.

Pero aquella no sería una noche ordinaria. Su madre se acercó a su cama a media noche y le dijo: “Voy a llevar a tu padre al hospital. No te preocupes. Si hay algún problema te marco. Cuida a tu hermano”. Él se volvió a dormir sin sospechar que unos minutos mas tardes recibiría la llamada que marcaría el comienzo de una nueva vida para él.

“Tu papá esta grave, ven al hospital y trae a tu hermano”. Corrieron por la calle solitaria unos kilómetros para llegar al hospital. Al llegar su madre le apuro: “trae a tu abuela, es importante que esté aquí”.

Él manejó la camioneta de su padre, sin estar seguro de cómo hacerlo en realidad, y fue por su abuela. Cuando ambos estuvieron frente a la puerta de la sala de emergencias, su abuela se bajó del vehículo y el hizo lo mejor que pudo para intentar estacionarse.

Nada de aquello era “normal” o relajante. Pensó: “mi papá se va a morir”. Cuando entro a la sala de emergencias y vió llorando a su madre y a su abuela, abrazadas, la situación parecía cada vez más obvia. Su mamá habló solo para decir lo que ya sabía: “Tu papá se murió”.

Lo había adivinado de forma tan precisa. Incluso llegó a pensar que quizás el deseo de tener razón había hecho que su padre verdaderamente muriera. Que esa muerte era el resultado de su deseo inconsciente de ver muerto a su padre y ver realizado su deseo de ser independiente y la fuente principal de autoridad en casa.

En ese momento todo ocurrió muy rápido. De pronto se vio envuelto en tramites administrativos del entierro, las misas, los féretros, las deudas, las actas de defunción, etc. Ahora él era el responsable de todo y todo tenía que salir bien. Era lo que el destino había preparado para él. A final de cuentas, fue él quien provocó que su padre muriera. No podía quejarse de la responsabilidad que venia con sus deseos.

Eso fue lo que él creyó en ese momento. Ahora entiende que no fue su culpa. ¿cómo podría alguien morir con el solo hecho de desearle la muerte? Es absurdo. Aunque durante mucho tiempo le había parecido real.

Él sabe que no es responsable de esa muerte, y por tanto, no es responsable de llenar los huecos que quedaron vacíos con la muerte de su padre.

Esa noche todos perdieron algo. Y él no puede hacerse cargo de las pérdidas de los demás, sino que debe permitir a cada quien hacerse cargo de sus propias carencias. Hay que tener paciencia con la gente que no lo puede entender. Es difícil, a él le tomó mucho tiempo entenderlo. Pero al final el tema vuelve a ser tan claro y tan simple como ya se mencionó:

“Él no tuvo la culpa y no es responsable de llegar los vacíos en la vida de los demás”.

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