Escribir en la universidad

Escribir en la universidad

Escribir es hoy un imperativo profesional. De ahí la necesidad de desarrollar en los estudiantes universitarios competencias que los conviertan en escritores de textos académicos más autónomos, eficaces y creativos. La afición a la escritura puede ser cultivada, mediante el esfuerzo y la disciplina. Así pues, puede convertirse en una tarea de la que se deriven grandes satisfacciones personales. Bajo esta perspectiva, las prácticas discursivas académicas como, informes, resúmenes y artículos constituyen un rico universo de posibilidades para desarrollar esta competencia necesaria en el mundo moderno. Dentro de este contexto, la calidad académica a la que se aspira, está ligada con estudiantes más competentes y eficaces a la hora de componer informes, resúmenes, reseñas y ensayos académicos.

Escritura y cultura académica

La vida académica exige una intensa actividad intelectual en relación con la cultura escrita.

Apropiarse de las herramientas asociadas con el dominio de la escritura, es una de las condiciones necesarias para participar en la reflexión y el debate propios de la cultura académica. Así, pues, asumir la escritura como objeto de enseñanza, se ha convertido en uno de los paradigmas de la didáctica del aula. Sin embargo, en el contexto de la universidad la mayoría de los profesores, desconocen la naturaleza e implicaciones de los procesos de composición escrita. Adicionalmente a esto, asumen que los estudiantes que llegan a la educación superior ya poseen un dominio de las estrategias de composición escrita necesarias para la producción de textos académicos.

 Las últimas dos décadas han significado un cambio de paradigma sobre la escritura y la composición escrita, que obligan a desarrollar didácticas de la escritura más novedosas y actuales. Asumir, entonces, la escritura de un texto académico como proceso, implica abordar con los estudiantes un proceso dinámico, complejo y exigente, pero motivador por lo que significa saber seleccionar un tema, construir un índice o escribir la introducción. luego revisar estos por lo menos dos veces, tanto en forma individual como colectiva.

En el caso de la revisión colectiva, nos parece que este tipo de actividad constituye una herramienta poderosa para evaluar distintos aspectos; ayuda a objetivar la mirada del escritor sobre el producto, sin desconocer las etapas que se tuvieron que pasar hasta llegar a una “versión final”. Al mismo tiempo, este tipo de tarea se puede convertir en un fructífero diálogo entre profesores y estudiantes sobre el aprender a escribir.

Algunas de las premisas que sustentan la propuesta didáctica que defendemos en este artículo es el trabajo con textos modelo. Por tanto, la imitación de modelos ejemplares es uno de los métodos más antiguos para aprender a escribir (Smagorinsky, 1992). Partimos de la concepción de que es necesario leer a los buenos escritores para aprender cómo organizan y desarrollan sus textos, para conocer su técnica y las estrategias que emplean para argumentar sus puntos de vista.

Mi experiencia pedagógica

Usualmente, los estudiantes universitarios no se plantean cuál es la finalidad o propósito

De la redacción de artículos académicos. Así como tampoco, la perspectiva teórica o metodológica, ni la relevancia de abordar un determinado problema. De igual manera, no diseñan un esquema con las partes que contendrá el trabajo, lo que refleja una falencia reiterada en el uso de formas de organización del texto. Tampoco desarrollan de manera clara y precisa las conclusiones del texto. Así mismo, son evidentes los problemas de coherencia y, últimamente, problemas ortográficos que uno pudiera considerar ya superados en esta etapa de la formación académica.

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