Estética y Comunicación
Enviado por carmen_carmen • 16 de Noviembre de 2015 • Ensayo • 1.262 Palabras (6 Páginas) • 125 Visitas
Integrantes:
- María Elena Inocente Díaz
- Piero Flores Orihuela
- Freddy Salazar Morales
- Pedro Aguilar Samán
ENSAYO
¿Cómo se da la Experiencia Estética?
Al inicio y durante el desarrollo de la primera unidad del curso “Estética y Comunicación”, hemos ido cambiando nuestra forma de pensar sobre algunos conceptos que creíamos ciertos, pero luego de leer las lecturas propuestas para cada semana, podemos decir que se ha ampliado nuestra visión en cuanto al campo de la Estética.
Al inicio nos pasaba que al escuchar la palabra “estética” la asociábamos inmediatamente con “belleza”. Y si bien es cierto, la Estética es una rama de la Filosofía que estudia la belleza, esta asociación es muy recurrente en lo que respecta al concepto de “estética clásica” en donde la actividad primordial es la contemplación y la formulación de la clásica pregunta ¿qué es el arte?, pregunta cuya respuesta, según García Álvarez (2010) “ha ido variando de acuerdo al aporte que dan ciertas fuerzas o modelos” tales como el modelo clásico, deconstructivo, crítico y popular.
Por otro lado, también creíamos que todos los objetos tenían una estética y que ésta iba variando de acuerdo a la apreciación de cada persona sobre esos mismos objetos. Sin embargo, ahora nos damos cuenta que no es tanto así, sino que los objetos nos proporcionan experiencias estéticas cuando apreciamos y definimos los objetos desde una dimensión estética. El darle prioridad a la experiencia estética que a uno le genera algo observado, es el objetivo de la Pragmática estética, en donde la pregunta que surge aquí es ¿cuándo algo tiene arte? apuntando así a la Gnosis, al aprendizaje que podemos sacar de la experiencia estética.
Pero ¿cómo se da, cómo se plasma o se pone en práctica esta experiencia estética? Del Valle (2011) sostiene que para Baumgarten “la experiencia estética se da en un balance entre la actitud cognitiva y la relación con el particular”, es decir, entre lo general y lo particular. La experiencia que uno puede sentir sobre “algo” aporta al concepto general que se tiene sobre ese “algo”. Y para que se dé el conocimiento estético a partir de ésto, se requiere fundamentalmente de “perspicacia”, de la capacidad de estar atento a las cosas para poder capturar las sensaciones que nos generan.
Por otro lado, para Romeu (2008), la experiencia estética se centra en “lo estético” que vendría a ser “un proceso lúdico que involucra comportamiento, apreciación (afectividad y placer) y juicio, ligado a la experiencia cognitiva y sensible”. De acuerdo a esto, entendemos que la experiencia estética, al igual que algo lúdico, al contar con imaginación y creatividad, necesita libertad y placer para desarrollarse, necesita del disfrute del que crea el juego, así como del que juega el juego, para que luego de esta interacción, el jugador pueda emitir su juicio de valor.
Pero esta interacción señalada anteriormente entre el creador del juego, el juego y el jugador no podría ser posible sin la presencia de un diálogo, de ahí que Romeu (2008) sostenga que la experiencia estética debe ser activa y dialogante con uno mismo y con el mundo externo, generando así una “conversación social” que “una lo público con lo privado” y que a partir de la apertura de experiencias estéticas a la sociedad o al mundo, se generen nuevas posibles experiencias. Un ejemplo de esto es lo que señalan Arenas, Acosta y Bladón (2013) con relación a la calle de la Cerámica, en donde los pobladores, al retratar las fachadas de sus casas con motivos cerámicos, plasman sus tradiciones culturales y exponen al mundo el oficio principal de sus pobladores (el ser ceramista) generando así una experiencia cultural partiendo del reconocimiento de su identidad.
Con relación a esto último, según Romeu (2008), la apertura de cualquier experiencia estética a los ojos del resto, va a generar en los espectadores o “jugadores” un grado de afectación, ya que hay que tener en cuenta que desde el momento en el que alguien tiene una experiencia estética, debe de estar dispuesto a ser “afectado” o “tocado” para entrar en comunicación con lo que quiere transmitir “lo observado”. Esto podemos relacionarlo con lo que sostiene Martin Steel (2010) en su “estética del aparecer”, al señalar que un objeto “aparece” realmente ante nuestros ojos cuando nos conectamos verdaderamente con él por medio de la experiencia estética y una vez que “aparece” y surge este “click” o conexión entre el objeto y nosotros, es un signo claro de que ya hemos sido “tocados” o “afectados”, como sostiene Romeu (2008).
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