Estilística Paz Gago.
Enviado por Orion1991 • 1 de Marzo de 2017 • Resumen • 1.735 Palabras (7 Páginas) • 178 Visitas
Posturas sobre Estilística en Paz Gago
Bettina del Castillo Espino
FCSyH, UASLP
28 de febrero de 2017
Hablar de estilo en los textos a los que nos enfrentamos cotidianamente puede suponer solo una forma de escribir o un modo de expresarse por parte de quien redacta un escrito.
Sin embargo, a lo largo de la historia, los estudiosos del lenguaje se han tenido que enfrentar al enorme problema de definir estilo, pues no se trata solo de una característica textual, sino que en este concepto intervienen una cantidad de factores considerable si lo que se quiere es ahondar en el tema.
En el presente trabajo se presentan las posturas de las que Paz Gago da cuenta en su texto Estilística y que el lector podría considerar si quiere acercarse a la definición de estilo y los rasgos a tener en cuenta.
En el seno de los estructuralistas, Barthes (1962) expulsaba el estilo de la Estilística como crítica textual. Por otro lado, el fenómeno privilegiado por la Estilística Genética alemana estaría unido al creador y a su intencionalidad, razón por la que Barthes lo sitúa fuera del texto, en el espacio comprendido entre lo fisiológico y lo psicológico. Los funcionalistas parten del principio de que el estilo no radica en la estructura lingüística sino en la intención comunicativa que el emisor quiera acordarle.
Yllera se resiste a que el término estilística sea relegado a los estudios del estilo. Lázaro Carreter integraba las perspectivas estructuralistas del discurso con la Estilística e interpretaba la Poética como teoría general del lenguaje literario.
El estudio de Bally tiene un fundamento psicológico, entendiendo por expresión como expresión del pensamiento, de todas las modalidades de nuestro ser psíquico. Su coeditor, A. Sechehaye decía que la expresión de los sentimientos y la expresión de los pensamientos son de diferente naturaleza; Bally supone que ambas son producidas por sistemas de procedimientos diferentes y paralelos. En cambio, en opinión de Sechehaye, existe una sola ciencia de la expresión en general. Esto deja claro que la Estilística de Bally no tiene sentido como ciencia de la expresión afectiva, ya que esta responde a los mismos mecanismos que la expresión general.
En esta primera etapa de la escuela idealista alemana, el análisis estilístico de las obras consiste fundamentalmente en establecer una relación causal entre los rasgos formales y los rasgos psíquicos del autor para desvelar así su motivación y su intención artística y creadora.
Esta crítica estilística es genética pues trata de llegar a la raíz del proceso creador. Proyectando las ideas herderianas del lenguaje como objeto creado y como actividad creativa, el crítico intenta situarse en el foco mismo de la creación literaria, en la inspiración o en el sentimiento que mueve al escritor a engendrar la obra.
Spitzer recurre a lo que llama el círculo filológico, una estrategia hermenéutica de acceso a los textos basada en tres momentos en continuidad circular: lectura y localización de rasgos estilísticos recurrentes, interpretación psicológica de esos rasgos y corroboración de su pertinencia estilística y psíquica.
Spitzer revisa su método al que asigna ahora la explicación de las obras concretas, de los textos como construcciones lingüísticas estructuradas dotadas de unicidad. El texto es considerado como un todo orgánico, una unidad estructurada, una estructura en suma. Las teorías idealistas del lenguaje de principios del siglo XIX manejaban el término estructura en un sentido usado frecuentemente en los textos de la época como sistema.
Humboldt identifica la estructura como organización arbitraria de la lengua con el estilo, cuando identifica la organización estructural con la forma escogida por cada pueblo para expresar su espíritu peculiar.
La Escuela española centra su atención en la forma, pero no manejan una concepción formalista sino idealista, razón por la cual no dirigen su investigación al plano del significante en sí, sino que entienden por forma la relación entre significante y significado.
A finales de la década de los sesenta se auguraba a la estilística un futuro prometedor. En 1969, el número 3 de la revista Langue Francaise, íntegramente consagrado a una Estilística definida como descripción lingüística estructural del texto literario, exhibía un optimismo formalista muy halagüeño, impulsado por los ensayos no menos entusiastas de Guiraud.
Enkvist (1974) menciona que el estilo estaría en función de la relación que existe entre las frecuencias de los elementos fonológicos, sintácticos y semánticos de un texto y las frecuencias de esos mismos elementos en la norma que instituye el contexto, hipótesis de la que Enkvist deduce una posible definición del estilo textual como “el conglomerado de las probabilidades contextuales de sus elementos lingüísticos”.
Si Enkvist distingue entre contexto textual propiamente lingüístico, y contexto extratextual, de tipo pragmático, Riffaterre lo hacía entre un microcontexto y un macrocontexto, el contexto inferior formado por los elementos no marcados y el exterior al procedimiento estilístico formado por los fragmentos textuales que le preceden.
Para Cohen, el lenguaje constituye una infracción sistemática de lo que es para él la norma o modelo lingüístico normal y usual, la prosa científica. Considera la prosa como norma porque el lenguaje corriente es prosa y el lenguaje versificado sería un desvío respecto a él. Cohen fija este patrón extratextual, la prosa informátiva por oposición a la cual trata de dar cuenta del lenguaje poético, una especie de antiprosa
Thorne llega a afirmar que Gramática Generativa y Estilística se ocuparían de la misma clase de fenómenos por compartir ambas unos postulados mentalistas, explícitamente la primera e implícitamente la segunda, de modo que solo esta Gramática mentalista constituiría una base lingüística adecuada para la Estilística.
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