Estudios de Recepción. Panorama hacia las redes sociales.

ESTUDIOS DE RECEPCIÓN

En América Latina, los estudios acerca de la Comunicación han tenido una fuerte influencia del Marxismo y otras corrientes anti imperialistas, que tuvieron un auge en las décadas de los setentas y ochentas. Por esa razón, la investigación comunicativa de la región estuvo marcada por un enfoque restringido al análisis de los mensajes emitidos por los grandes medios masivos de comunicación y su tratamiento como propaganda de los grupos de poder.

Habría que tomar en cuenta que se vivieron tiempos de gran agitación política en América Latina. Ciertos países del Cono Sur, Centroamérica, entre otros, pasaron por regímenes dictatoriales, tendencias socialistas y un fuerte sentimiento anti imperialista. Esto no sólo en la Comunicación, pero también en otras disciplinas y ciencias sociales como la Política, la Sociología o la Psicología. Por ende, es comprensible esta obsesión con los discursos ideológicos dentro de la información y mensajes transmitidos por los medios.

Ahora bien, este enfoque también significaba concentrar toda la investigación comunicativa en el análisis de contenidos, es decir, los mensajes, y dejar a un lado a los verdaderos interesados de estas investigaciones: los receptores. Martín Barbero reconoce que existen tres momentos en los estudios de comunicación en América Latina. El primero “ideologista”,  tuvo su fundamento en la Psicología Conductivista y se centró en una denuncia política de las estratagemas de los medios para propagar la ideología capitalista dominante y penetrar en el procesos comunicativo”.^[1]

El segundo momento lo llamó cientifista, intentó alejarse de la denuncia y centrarse en el modelo científico de la comunicación como lo planteó Jackobson. Sin embargo, tan influenciados por las corrientes marxistas, usaron a la Semiótica como una herramienta para develar ideologías ocultas y fallaron en encontrar una solución a la crisis del paradigma comunicacional.

El tercer momento del que habla Barbero significó también un cambio de perspectiva radical. La investigación de la comunicación deja de centrarse únicamente en los contenidos y comienza a tomar en cuenta a los sujetos como receptores individuales. Se alimenta de un mejor entendimiento de la Psicología y la Antropología, era vital comprender que, en una sociedad tan heterogénea como la contemporánea,  los mensajes no producirían efectos homogéneos en todas las audiencias. Que la percepción de un mensaje puede variar de un individuo a otro y que, por tanto, los análisis de contenidos serían inútiles si no se tomaba en cuenta la capacidad crítico-analítica de los receptores. ^[2] 

Si bien es cierto que los medios masivos de comunicación bombardean a sus audiencias con mensajes e ideologías ocultas impuestas bajo sus propios criterios, también lo es que las mismas audiencias son quienes determinan qué productos consumirán. Los dueños de un medio de comunicación pueden imponer qué tipos de programas e información transmitirá su medio, pero seguirá los raitings y otros criterios dictaminados por el público. Es un círculo vicioso, si el medio responde a las exigencias de las y estas son a su vez provistas de estos mensajes: los receptores continuaran demandando aquellos mensajes con lo que se les provea. Las audiencias determinan los productos mediáticos al mismo tiempo que éstos generan un condicionamiento en ellas.

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