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Eutanasia


Enviado por   •  23 de Mayo de 2014  •  2.215 Palabras (9 Páginas)  •  238 Visitas

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Eutanasia

César Augusto Campos Jiménez.

La vida es breve, el arte largo de adquirir,

el momento propicio fugitivo,

la experiencia personal incierta,

la decisión difícil.

Hipócrates.

¿Debería una persona que ha perdido toda la capacidad de desarrollar una vida plena o que sufre inaguantables dolores y agonías, alguien con una enfermedad terminal cuya única salida es la muerte, ser forzado a seguir viviendo? ¿Podría esa persona, en caso de encontrarse en pleno uso de sus facultades mentales, tomar la decisión de morir para aliviar sus pesares? ¿Quién tiene el poder de decidir el terminar la vida de una persona en estado vegetativo sin alguna esperanza de recuperarse? ¿Qué individuo llevaría a cabo el acto de procurar la muerte? Y en caso de tomarse la decisión de hacerlo, ¿debe ser considerado un homicidio? Éstas son algunas de las preguntas que se plantean alrededor de uno de los temas bioéticos más debatidos: la eutanasia. Un concepto muy controvertido y que ha tenido diferentes interpretaciones a lo largo de la historia y en diferentes lugares. Hasta el día de hoy siguen existiendo opiniones divergentes y la polémica internacional acerca de aceptarla dentro de lo que se considera legal continúa.

La mayor angustia del hombre es, sin duda, saberse mortal. Esta angustia se ve acrecentada en el lecho del dolor; el sufrimiento físico, la incapacidad de disfrutar la vida y la depresión que esto provoca, llevan a la persona a ver la muerte como algo preferible a continuar viviendo en una situación que ya no les parece digna. Es en este contexto donde la eutanasia se hace presente en la mayoría de los casos, es decir, la eutanasia se plantea casi siempre desde el dilema de vivir las últimas fases de una enfermedad incurable.

Pero, ¿qué es la eutanasia? A lo largo de la historia se han dado muchas definiciones. Si analizamos las raíces etimológicas del término “eu” bien y “thánatos” muerte, la eutanasia significaría bien morir o buena muerte, que se entiende como morir de forma agradable y pacífica, tener una muerte dulce y sin sufrimiento. Viéndolo así es una aspiración muy digna y respetable. Sin embargo, se considera que en el contexto actual la eutanasia no puede entenderse de forma tan simple y sencilla. Hablar de eutanasia hoy en día tiene implicaciones éticas, morales y legales mucho más trascendentes. Como plantea Gómez (2005: 184) “El problema aparece cuando por una u otra razón se desvirtúa el significado de la palabra. (…) Gradualmente el significado de la palabra pasó de muerte fácil, de buena muerte, a ser el acto médico necesario para hacer fácil la muerte.”

Otra definición para eutanasia, es la propuesta por la Sociedad Americana para la Eutanasia (1938, recogida también por Gómez, 2005) que explica la eutanasia como terminar con la vida de forma indolora con el objetivo de reducir o evitar sufrimientos. En una perspectiva particular, se entiende la eutanasia como cualquier acción u omisión que tenga como objetivo terminar con la vida de un individuo con el objetivo de evitarle sufrimiento físico y emocional, y de esa forma procurarle una muerte agradable.

Partiendo de esa definición y de entre todas las clasificaciones posibles, se cree que las categorías más acertadas para diferenciar entre tipos de eutanasia (suponiendo que se quiera hacerlo) son las de eutanasia activa y eutanasia pasiva, y la de eutanasia directa y eutanasia indirecta, puesto que es en estas categorías en las que se engloban la mayoría de las cuestiones éticas, morales y legales que se tratan hoy en día. En forma breve, la eutanasia activa se refiere a acciones, como aplicar una inyección o suministrar algún fármaco, orientadas a terminar con la vida de alguien que padece una enfermedad terminal o cuya vida ya no se considera digna. La eutanasia pasiva consiste en omisiones, de un tratamiento por ejemplo, con el fin de no prolongar más la vida de una persona.

La eutanasia directa es similar a la eutanasia activa, pero más encaminada a la intención de matar. No importa si es una acción y omisión siempre y cuando esta tenga el objetivo intencionado de matar. La eutanasia indirecta tiene una implicación moral algo diferente; se entiende en esta categoría una acción u omisión cuyo objetivo no sea llevar a la muerte, pero la implique como consecuencia.

Éstas clasificaciones son importantes porque a partir ellas es sobre las que se construyen de las opiniones acerca de la eutanasia. Se considera que la eutanasia activa, por su propia definición, es incorrecta y no puede ser justificada bajo ningún motivo. Esto es, que sin importar la justificación, el cometer una acción la cual atente directamente contra la vida no puede ser aceptada. Ya lo decían Kraus y Carbal (1999), la eutanasia activa debe ser castigada, es completamente reprobable y no puede considerarse dentro el marco de lo legal.

Por el lado de la eutanasia pasiva, ésta se acepta. Muchos consideran que la responsabilidad de permitir la muerte de un paciente sin intentar prolongar proceso, implica una menor responsabilidad que el realizar una acción la cual activamente mate al individuo. Ahora bien, se cree que esa postura, aunque justificada, es incorrecta; sólo es una forma usada por las personas para intentar reducir el peso emocional y de esa forma sentirse menos culpables. El cometer una omisión no quiere decir que la carga moral sea menor; dejar morir debe ser tan reprobable desde el punto de vista ético como matar a alguien. No obstante, se justifica en el sentido de que es permisible no alargar la vida de alguien que ya no tiene otra salida. Aquellos que la practican deben preguntarse: ¿Qué responsabilidad tengo? Esto con el objetivo de no deshumanizar el acto.

En torno a la eutanasia directa o indirecta el debate es menos extenso, dado que esta clasificación alude más a la intencionalidad y es un criterio subjetivo que no sirve de apoyo para un análisis orientado a la rectitud del acto. En general, la eutanasia indirecta es la más tratada, al tener en cuenta que la eutanasia directa se juzga como crimen, pues quien la practica persigue matar y “es una clasificación vaga y poco concluyente que puede camuflar otras intenciones.” (Vargas, 2009: 107)

Volviendo con la eutanasia indirecta, ésta maneja la idea de suministrar a alguien un tratamiento o no dárselo para evitarle el sufrimiento. El conflicto ocurre cuando esa acción causa la muerte de forma no intencionada. Un ejemplo muy claro de ésto es el suministrar morfina u otros sedantes para aliviar sufrimientos físicos intensos; éstos no son dados con el propósito de causar la muerte, pero

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