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Florence Thomas Marihuana: una vieja amiga


Enviado por   •  4 de Octubre de 2014  •  698 Palabras (3 Páginas)  •  215 Visitas

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Florence Thomas

Marihuana: una vieja amiga

Te has vuelto casi amigable, tal vez porque ahora se habla de tu poder de sanación. Ya el mundo tuvo que reconocer que sanas dolores tanto físicos como del alma.

8:33 p.m. | 26 de agosto de 2014

Tengo que decir que ya la había olvidado. Es que los tiempos han cambiado. Es cierto que la conocí en los años 70, en la efervescencia de mis años de docencia universitaria cuando, en el jardín de Freud de la Universidad, ella nos disponía a la palabra, a la poesía, a la risa fácil, al amor y a la rebeldía. Nos permitía creer en lo imposible, esperar lo inesperado y cruzar fronteras lejanas. Y es cierto que en estos años prefería su característico olor a jazmín al olor del aguardiente de los viernes por la noche en alguna fiesta. Y bien, con los años le fui infiel y de alguna manera la olvidé. Aunque nunca del todo, pues en el país de la mejor hierba del mundo, es difícil que eso ocurra. Ahí está. De vez en cuando, en las esquinas de un parque volvemos a encontrar su olor, ese olor levemente azucarado y delicioso por su vieja e inusitada carga de transgresión. Sí, amiga, tu huella es difícil de olvidar en esta mal llamada tierra del olvido.

Y ya ves, la vida da vueltas extrañas. Hoy se vuelve a hablar de ti en todos los medios y se pronuncia tu nombre con más cordura, más calma y menos culpa. Te has vuelto casi amigable, tal vez porque ahora se habla de tu poder de sanación. Ya el mundo tuvo que reconocer que sanas dolores tanto físicos como estos del alma, tan difíciles de apaciguar. Se habla de ti con más respeto. Tanto, que en este país contradictorio haces parte ya de un proyecto de ley que permitiría que más personas te conozcan mejor y puedan aprender a dialogar contigo.

Yo decía que la vida da vueltas extrañas, porque justamente, a propósito del paso en falso que di en las montañas de Tenjo, la volví a encontrar. Sabía que en lugar de llenarme de fármacos que calmen el dolor podía volver a llamarla, a buscarla aun cuando fuera en sus nuevas presentaciones. Porque hoy tiene nuevas caras, nuevas maneras de hacerse presente y, además de las clásicas hierbas para inhalar, la podemos encontrar como ungüento o aceite para masajes cuyo olor no engaña a nadie.

Adoptó nombres como ‘cannalivio’ o ‘sannabis’, que permiten un tranquilo reconocimiento de sus poderes sanadores. Y de verdad, un masaje en el lugar de la cicatriz de la operación me ha resultado de un alivio incomparable. Además, me activó la nostalgia del pasado cuando Manfred, un amigo suizoalemán, enamorado de Colombia y también profesor de la universidad, secaba en una sartén hojas de una mata de marihuana que cultivaba con mucho esmero en su terraza de Chapinero Alto con el fin de alegrar las comidas que nos ofrecía algunos sábados por la noche. Claro, aun así, la fumábamos muy verde.

Y sí, volví a encontrar a esta amiga,

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