Freedo

Freedo

Me había mudado a una casa al lado de un lago, en las afueras de la ciudad, me gustó porque ya estaba cansado del ruido y ese era un lugar muy pacifico. Poco tiempo despues de mudarme comencé a tener pesadillas muy extrañas, siempre era la misma pesadilla, pero con algunas variantes, cada vez que me quedaba dormido instantaneamente comenzaba la pesadilla. En la pesadilla, se veía algo que parecía la silueta de un perro amarrado a un tuvo cerca de un lago, pero el lago de mi sueño, no se parecía en nada al lago de mi casa, en el sueño yo me acercaba a él lentamente para acariciar su pelo, pero en el momento en que estaba cerca, se transformaba en un animal horroroso y entonces yo despertaba.En una de tantas pesadillas, escuche la voz de un niño que decía: "Freedo, Freedo, Ven muchacho" y luego esa vos se convertia en gritos.

Luego de haber escuchado el nombre de aquel perro, comencé a investigar quienes habían sido los dueños de la casa antes que yo. En internet no encontré mucho, así que decidí ir a la biblioteca publica de la cuidad, que era casi tan vieja como mi casa. Ahí descubrí que la casa había tenido muchos dueños antes de que yo viviera ahí pero no encontré mucho ademas de eso. Al volver a mi casa estaba exhausto, tenía mas de una semana de no dormir, pero esa noche tenía la esperanza de poder conciliar sueño, así que subí a mi habitación me acosté en la cama y encendí la televisión esperando hasta quedarme dormirdo; pero en el momento que logre dormirme, comenzo la pesadilla, esta vez era peor, el niño de mi sueño, empieza a cortar al perro con un gran cuchillo y a reírse de una forma muy macabra mientras lo hace... Desperté. Estaba física y sicologicamente cansado, no entendía que pasaba, y no entedía las pesadillas, nunca fui fanatico de los juegos violentos, nunca vi peliculas sangrientas ni leí libros de terror, no había una explicación de porque yo estaba teniendo esas horribles pesadillas.

Sin otra solución aparente, me vi forzado a ir al sicologo, no quería ir, y solo el hecho de pensar que tenía que ir al sicologo me daba miedo, había empezado a creer que todo estaba en mi cabeza, y pensaba que muy probablemente el sicogolo me iba a trasferir a un siquiatra. Pagué el mejor sicologo de la cuidad, valia $900 la hora pero yo estaba dispuesto a pagar esa cantidad con tal de quu él pudiera ayudarme. Cuando comenzo mi sesión, solo hablamos de mi vida, empezamos a retroceder en el tiempo, me hizo recordar mucho de mi niñez, quería saber si yo había tenido traumas con perros cuando era era niño, pero no fue así, mis padres nunca me permitieron tener mascotas, hablamos de mi adolecencia y no encontramos nada. Luego de mas de 5 horas, el sicologo dijo que yo estaba muy apegado a los ruidos de la cuidad y que solo debía acostumbrarme a vivir en un lugar alejado de los ruidos, dijo que el cambio había probocado

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