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Género e inclusión social y un clima adecuado para el aprendizaje


Enviado por   •  22 de Mayo de 2019  •  Informe  •  6.054 Palabras (25 Páginas)  •  149 Visitas

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8. Género e inclusión social y un clima adecuado para el aprendizaje

Estudios realizados acerca de los factores que influyen en el aprendizaje escolar, muestran correlaciones positivas entre un clima de aula favorable y mejores rendimientos académicos[1]. Esto significa que, en las aulas en donde se da un trato equitativo a las niñas y a los niños, y en donde estos conviven en armonía (no pelean y poseen buenas amistades), se obtiene mejor aprovechamiento escolar en comparación con aquellas aulas en donde esto no ocurre. Por tanto, la falta de un buen clima del aula, repercute de manera negativa en el rendimiento[2]. La evidencia indica que se alcanzan mayores logros académicos cuando las y los docentes perciben que las interacciones en el aula (de las y los educandos entre sí y entre el o la docente y sus educandos), se caracterizan por ser equitativas, respetuosas, colaborativas y carentes de agresión. Y, lógicamente, las relaciones de género inequitativas en el aula, no favorecen un clima escolar adecuado. Involucrar a niñas y niños y mitigar los estereotipos de género, y otros estereotipos, sociales, pueden contribuir a mejorar sus logros académicos.

El contexto de educación formal, específicamente el del aula, supone un hito de gran importancia en la vida de los niños y las niñas, ya que en él se resuelve casi la mitad de su jornada diaria. Además, sus primeras relaciones sociales y no familiares se desarrollarán en este contexto;  es decir, la situación social de la que disponen los niños y las niñas dentro del grupo social del aula, influirá también en su aprendizaje[3].

Todos estos aspectos, mencionados anteriormente, constituyen factores externos que influyen en la personalidad de las y los educandos. Como se sabe, una de las principales características distintivas del ser humano es la capacidad de emitir juicios de valor; es decir, de valorar positiva o negativamente cada persona, situación o elemento del entorno. Las niñas y niños, desde muy pequeños, se forman una opinión de esto, desde un elemento decorativo hasta de un amigo o amiga. Sin embargo, también forman opiniones sobre sí mismos. Esta valoración subjetiva de su propia persona, de su autoestima, influye en todos los aspectos de la vida, porque determina cómo se ven y qué son capaces de hacer, o hasta donde pueden llegar. La autoestima, por tanto, va a ser un factor determinante de la personalidad, del comportamiento, de las relaciones sociales, del éxito académico y laboral, etc. Y, al ser tan relevante, es lógico pensar que debe ser educado y trabajado desde la escuela. 

El trato equitativo hacia niñas y niños, según algunas investigaciones[4], también es un factor determinante en el aprendizaje. Existe evidencia de que las estrategias específicas para involucrar a niñas y niños y mitigar los estereotipos de género, pueden mejorar sus logros académicos[5]. Algunas de estas estrategias pueden ser: a) trabajos en pareja y en grupo; b) tutorías entre pares; c) acciones extracurriculares centradas en la construcción del carácter y la igualdad de género; y,  c) expectativas comunicadas sobre la igualdad de logro para todos los estudiantes, independientemente del sexo[6].

Es importante reconocer que las formas en que las niñas y los niños experimentan la enseñanza y el aprendizaje en el aula, no siempre son las mismas. Esto influye en su participación en clase, logros educativos y resultados de aprendizaje[7]. Por lo tanto, es importante que las prácticas de aula consideren las necesidades de aprendizaje únicas de cada estudiante. 

8.1. Conceptos clave

Igualdad de género: Es un objetivo de desarrollo en el que las niñas, los niños, las mujeres y hombres, tienen las mismas condiciones para ejercer plenamente sus derechos humanos y contribuir al desarrollo económico, social, cultural y político y beneficiarse de él. La igualdad de género garantiza que los derechos, las responsabilidades y las oportunidades de las mujeres y los hombres, no dependan de si nacieron hombres o mujeres. Implica trabajar con hombres y mujeres, niños y niñas, para lograr cambios en las actitudes, comportamientos, roles y responsabilidades: en el hogar, en el lugar de trabajo y en la comunidad[8].  

Género: Es el conjunto definido social y culturalmente de roles, derechos, responsabilidades, expectativas y obligaciones de las mujeres y los hombres en la sociedad. Los roles de género y las expectativas se aprenden, pueden cambiar con el tiempo y varían dentro y entre culturas.[9] La identidad de género es la sensación interna y personal de ser hombre o mujer. Para las personas transgénero, su sexo asignado al nacimiento y su propio sentido interno de identidad de género no coinciden.  

Sexo: Es una clasificación biológica que define a los hombres y las mujeres de acuerdo con las características físicas y las capacidades reproductivas. Las diferencias de sexo están relacionadas con la fisiología de los hombres y las mujeres y, en general, se mantienen constantes en todas las culturas y en el tiempo[10].  

Inclusión social: Es el proceso de mejorar los términos de participación en la sociedad para las personas desfavorecidas por edad, sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión o condición económica o de otro tipo, a través de mejores oportunidades, acceso a recursos, voz y respeto por los derechos. Individuos y grupos quieren ser incluidos en tres dominios principales: mercados, servicios y espacios[11].  

Integración de género: Implica identificar y luego abordar las desigualdades de género, que enfrentan las y los estudiantes en el ambiente escolar. Implica deconstruir ideas estereotipadas que fomentan la discriminación y la violencia.

Autoconcepto y autoestima: El autoconcepto es la idea que se tiene de sí mismo. Es la representación mental de todos y cada uno de los elementos de la persona. Se trata de un elemento cognitivo, e incluye todas las ideas sobre la personalidad, la capacidad, la apariencia física, etc., pero sin aplicarles ningún valor negativo o positivo [12]. La autoestima es la valoración que el sujeto hace de su autoconcepto[13]. Es, por tanto, la comparación de todas estas ideas con el modelo que consideramos perfecto. De este modo, evaluamos positiva o negativamente cada característica de nuestra imagen física, psicológica y social, según encaje o no en la idea de “lo que queremos llegar a ser” (Bermúdez, 2000).

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