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Geografia


Enviado por   •  4 de Mayo de 2013  •  2.333 Palabras (10 Páginas)  •  227 Visitas

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El paisaje fluvial es la manifestación de un sistema extraordinariamente complejo que sobrepasa sus propios límites geográficos; ya que se ve afectado tanto por la utilización del agua como por el uso del suelo en toda la cuenca vertiente.

El paisaje fluvial constituye, por lo tanto, la manifestación de un sistema extraordinariamente complejo. Esta manifestación es una propiedad estructural del sistema, pero no es la estructura del mismo, de este modo, cuando la estructura es modificada también cambia la nota en la que se manifiesta, y cuando se actúa sobre la nota para modificarla podemos alterar la armonía que existe entre la estructura citada y su manifestación.

Al reflejarse en el paisaje fluvial la estructura y los elementos del ecosistema en su más amplia concepción, el estado del mismo es, a su vez, una manifestación de lo que podríamos llamar la salud del río, de su cuenca vertiente y de las aguas superficiales y subterrá- neas que lo alimentan. Entre los muchos factores que inciden en la estructura del ecosistema y en consecuencia en su manifestación en el paisaje fluvial se pueden destacar los siguientes:

–El grado de erosión en la cuenca. Este viene condicionado por los tipos de materiales geológicos existentes en la cuenca, la orografía, el régimen de precipitaciones y la cobertura vegetal. Las modificaciones de algunos de estos aspectos, especialmente del último, altera radicalmente el grado de erosión.

–Los materiales geológicos erosionados, después transportados y finalmente depositados, constituyen la base sobre la que se desarrolla el suelo y en éste arraiga a su vez la vegetación y ella condiciona la fauna. Por ello, las características edafológicas del suelo, la climatología de la zona, la vegetación y la fauna se encuentran íntimamente relacionadas.

–La gestión del agua, ya que modifica tanto el régimen natural de aportaciones hídricas por retenciones de agua en embalses, derivaciones para usos consuntivos, vertidos que aportan materiales, fundamentalmente fósforo y nitrógeno. En síntesis, la utilización del agua en la cuenca incide de manera decisiva en el ecosistema fluvial al modificar el régimen natural de escorrentía y la disponibilidad de nutrientes en el agua.

–La modificación de los usos del suelo en la cuenca vertiente. Como es, por ejemplo, el sellado de terrenos naturales y el consiguiente aumento de escorrentía, o la transformación de terrenos forestales en agrícolas que deja el suelo parcialmente desprotegido y puede incrementar tanto el riesgo de erosión como el de inundación.

–Las obras que afectan a los propios cauces que pueden implicar el aumento de la velocidad de circulación del agua o el incremento de las puntas de avenida. Como consecuencia de todo lo anterior, la máxima calidad del paisaje fluvial sería aquella que correspondiese a un ecosistema ecoló-gicamente maduro en el que la cuenca hidrográfica del río estuviese ocupada por una biocenosis desarrollada en armonía con el suelo y con el clima; por lo tanto, en este, como en casi todos los casos, la calidad paisajística de un entorno fluvial no tiene por qué referirse a un determinado gusto estético o canon de belleza. La cuestión esencial es por lo tanto si el ecosistema fluvial y el paisaje por él manifestado está o no en armonía con la naturaleza de la cuenca vertiente, no si el paisaje del río y de sus riberas parece más o menos atractivo. Permí- tasenos el símil de asociar los ríos al sistema circulatorio humano, en éste el problema esencial es si existe o no arterioesclerosis y lo que condiciona dicha existencia que es la presencia de colesterol en cantidades muy elevadas. Parece entonces obvio que es mejor actuar sobre las causas que motivan la presencia de colesterol en la sangre que sustituir total o parcialmente el sistema circulatorio por otro nuevo, que en el caso de los ríos podría ser, por ejemplo, uno más frondoso porque entendemos que es más bello.

Los ecosistemas fluviales como singularidades territoriales:

Los ríos y sus riberas ocupan, al menos en climas mediterráneos, porciones muy pequeñas del territorio; ya que, en relación con la superficie total de la cuenca vertiente rara vez superan la diezmilésima parte. Esta reducida presencia territorial no se corresponde con su importancia ecológica, ya que debido a la presencia de agua forman ecosistemas biológicamente muy ricos y bien estructurados; además, por su fisonomía lineal, constituyen corredores ecológicos que conectan sistemas ambientales que si no fuera por ellos quedarían aislados. Se trata por lo tanto de auténticos caminos de la vida porque a través de ellos se produce la auténtica y a veces única articulación medioambiental del territorio.

Esta visión, contrasta con la tradicional que le ha venido asignando a los ríos la exclusiva función de suministradores de recursos hídricos para soportar el abastecimiento de agua que demanda las actividades humanas; cuando no como vía de eliminación de residuos líquidos.

En este sentido, la Unión Europea establece a través de la Directiva 2000/60/ce del Parlamento Europeo y del Consejo de 23 de octubre de 2000 un marco comunitario de actuación en el ámbito de la política de aguas, cuyo objeto es establecer un marco para la protección de las aguas superficiales continentales, las aguas de transición, las aguas costeras y las aguas subterráneas que:

a) prevenga todo deterioro adicional, y proteja y mejore el estado de los ecosistemas acuá-ticos y, con respeto a sus necesidades de aguas, de los ecosistemas terrestres y humedales directamente dependientes de los ecosistemas acuáticos.

b) promueva un uso sostenible del agua basado en la protección a largo plazo de los recursos hídricos disponibles.

c) tenga por objeto una mayor protección y mejora del medio acuático, entre otras formas mediante medidas específicas de reducción progresiva de los vertidos, las emisiones y las pérdidas de sustancias prioritarias, y mediante la interrupción o la supresión gradual de los vertidos, las emisiones y las pérdidas de sustancias peligrosas prioritarias.

d) garantice la reducción progresiva de la contaminación del aguas subterránea y evite nuevas contaminaciones; y

e) contribuya a paliar los efectos de las inundaciones y sequías.

El paisaje fluvial es la manifestación de un sistema extraordinariamente complejo que sobrepasa sus propios límites geográficos; ya que se ve afectado tanto por la utilización del agua como por el uso del suelo en toda la cuenca vertiente.

Conclusiones

De lo anteriormente expuesto podemos obtener las conclusiones siguientes: Los ríos y sus riberas constituyen ecosistemas singulares de alto valor medio ambiental ya que la presencia de agua permite el desarrollo

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