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Gestión curricular en mi práctica educativa


Enviado por   •  2 de Julio de 2021  •  Ensayo  •  1.517 Palabras (7 Páginas)  •  118 Visitas

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Gestión curricular en mi práctica educativa

Mtro. Norvin Flores Santos

SESIÓN I. Actividad 1

Brian Marconis Aquino Marroquín

Cuarto Cuatrimestre, Sede Tapachula “G”

Maestría en Educación En

Gestión e Innovación Educativa

Mayo, 2021

GESTIÓN DE EMOCIONES

Desde mi persona

El manejo de las emociones es la capacidad de una persona para manejar y guiar diferentes tipos de emociones (emociones positivas o negativas). Las emociones pueden entenderse como sentimientos o sensaciones muy fuertes producidas por estímulos, que pueden ser hechos, ideas y recuerdos. Todos podemos sentir y percibir emociones agradables, generalmente llamadas emociones positivas, mientras que otras no lo son tanto. Estas emociones están marcadas como emociones negativas, pero son fundamentales para nuestra supervivencia y adaptación al entorno. Menos, claro, también es muy importante.

Las emociones son inevitables (alegría, miedo, tristeza, enfado ...) y todo el mundo sabe que no se pueden cambiar. Lo más deseable es que cada uno de nosotros deje que esta emoción nos invada y sea capaz de controlarla de forma consciente y correcta.

Es decir, incluso si intentemos reprimir una emoción y nos neguemos a experimentarla, siempre ocurre lo inevitable y es que tarde o temprano la emoción saldrá a flote, de la misma forma que pasa con el agua que siempre encuentra salida y rendija por la que fluir, y muchas veces con mayor intensidad. Por el contrario, cuando una emoción nos invade de forma exagerada sin ningún control e inunda todo nuestro pensamiento, esta euforia no ayudará a la felicidad emocional.

En mi caso, las mejores maneras que encontrado para controlar mis emociones han sido hablando conmigo mismo de una manera positiva. De esta manera, mi pensamiento y mi diálogo interno (eso que me digo a mí mismo y eso que me repito constantemente) influye de manera directa y muy potente en cómo me siento después. Así que, sabiendo esto, ¿por qué no modificar esas afirmaciones si no son lo suficientemente agradables y positivas por otras que sí lo sean?

Pero antes de empezar a pensar de manera más positiva, primero suelo que identificar, entender y vaciar esos pensamientos que provocan o mantienen esas emociones desagradables y que me hacen sentir triste, asustado o enfadado.

Así, una vez detectados, voy poco a poco cambiándolos y modificándolos por otros alternativos y positivos. ¿Cómo? Me ayudo en la escritura de verso y prosa. De esta forma siempre puedo entenderlos sin que ninguno se quede en el aire, y describo en los mismo textos soluciones o alternativas positivas.

En esta estrategia la práctica continua es fundamental, cuánto más lo hago, cada vez tardo menos tiempo, esta forma de pensar se automatiza, y ha sido la manera principal de pensar e interpretar la realidad que me rodea, consiguiendo, de verdad que me sienta mucho mejor, física y emocionalmente hablando.

A partir de esta estrategia inicial, he empleado otras de forma complementaria. Por medio de la racionalidad y el pensamiento, suelo realizar una valoración general de mi persona antes, durante o después de la situación que me genera la emoción negativa. ¿Me siento mal porque no dejo de pensar en algo negativo que no consigo modificar y no consigo alejarlo de mi cabeza? De esta forma, cuando tengo un pensamiento negativo detectado e identificado, me convenzo a mí mismo de las mejores maneras para afrontarlo o solucionarlos, según sea el caso. Siempre me preparo con diferentes alternativas.

Otra estrategia que suelo usar es pensar más allá de la situación presente, es decir, visualizar mi futuro más inmediato. Normalmente, cuando nos sentimos muy agobiados por una situación, nuestras emociones se vuelven intensar y no nos dejan pensar con claridad. Y es que esa emoción tan intensa, hace como de filtro oscuro que nubla todo lo demás. Aunque en ese momento tan sólo sea capaz de vivir el presente, intento reflexionar que la vida sigue y pasarán las horas, los días, las semanas, ¿me seguiré sintiendo así? A partir de esa pregunta, comienzo a encontrar soluciones.

También suelo usar el ensayo mental, es decir, gracias a que soy muy imaginativo, suelo reproducir diferentes situaciones o hechos en mi mente.  Considero que eso es muy bueno, pues la emoción desagradable puede reducir cuando nos preparamos previa y mentalmente para ello.

Al hacer esto, me visualizo en la situación e imagino todas las probabilidades, desde la peor hasta la mejor, tratando de ver las posibles causas y consecuencias en ello. La ventaja es que se lidiar con el fracaso, por lo que, aunque la situación no se vea nada agradable, casi siempre me mantengo realista y positivo. Hacer esto de manera mental, hace que sienta menos ansiedad, y genera confianza en ti mismo.

Desde mi practica educativa

Los alumnos aprenden mejor si los maestros son capaces de generar en ellos emociones que faciliten el proceso de aprendizaje. Si un alumno siente desánimo, aburrimiento o estrés la mayor parte del tiempo, entonces cómo podrá ser su funcionamiento en la escuela. Es por ello que dentro de mi práctica docente siempre considero variables que tradicionalmente no se han tenido en cuenta en la educación, como son las emociones, inclusive antes de que se le denominara como tal dentro del Nuevo Modelo Educativo Nacional implementado en 2018, pues considero que las emociones tienen un enorme impacto e influencia en cualquier toma de decisiones, las relaciones sociales, el rendimiento, el aprendizaje o la creatividad.

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