Gibran Khalil Gibran
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GIBRÁN KHALIL GIBRÁN
LAGRIMAS Y SONRISAS
(1914)
Revisado por: Carlos J.J.
PALABRAS PRELIMINARES
En ningún caso cambiaría las risas de mi corazón por las riquezas de las multitudes; ni me contentaría con convertir en quietud a las lágrimas de mi agonía interior. Es mi ferviente deseo que toda mi vida en esta tierra sea por siempre de lágrimas y sonrisas.
Las lágrimas que purifican mi corazón y me revelan el secreto de la vida y sus misterios,
La risa que me acerca a mis prójimos;
Las lágrimas que me unen a los desdichados,
La risa que simboliza la dicha de mi propio ser.
Prefiero mil veces la muerte feliz antes que una vida vana e inútil.
Un ansia eterna de amor y belleza es mi deseo; ahora se que los favorecidos no son sino desdichados, pero para mi espíritu los suspiros de los amantes son más reconfortantes que la melodía de una lira.
La flor envuelve sus pétalos al oscurecer y el Amor la arrulla, y al amanecer abre los labios para recibir los besos del Sol anunciados por fugaces cúmulos de nubes que llegan y se van.
La vida de las flores es esperanza y logros y paz; es de lágrimas y risas.
Se evaporan las aguas y ascienden hasta convertirse en nubes que se arraciman en los picos y los valles; y al enfrentar la brisa, cae sobre los campos y se confunde con los arroyos que corren dichosos hacia el mar.
La vida de las nubes es una vida de reuniones y despedidas; de lágrimas y sonrisas.
Así el alma se separa del cuerpo y se dirige hacia el mundo material, transitando como una nube por los valles de tristeza y las.. montañas de felicidad, hasta que enfrenta a la brisa de la muerte y retorna a su lugar de origen, ese océano infinito de amor y belleza que es Dios.
LA CREACIÓN
El Dios desprendió un hálito de Sí mismo y de él creó a la belleza. Derramó sobre ella su bendición y la dotó de gracia y bondad. Le dio la copa de la felicidad y le dijo:
-No bebas de esta copa hasta que hayas olvidado el pasado y el futuro, porque -la felicidad no es nada más que un momento pasajero.
Y Él también le dio la copa de la tristeza y le dijo:
-Bebe de esta copa y comprenderás el significado de los fugaces instantes de dicha en la vida, porque la tristeza está siempre presente.
Y el Dios la dotó de un amor que la abandonaría para siempre en el momento en que ella experimentara por primera vez la alegría terrena, y de una dulzura que se desvanecería cuando conociera por primera vez la adulación.
Y Él la colmó de sabiduría celestial para que la llevara por el recto sendero, y colocó en lo profundo de su corazón un ojo que distinguiera lo oculto, y la creó afectuosa y bondadosa para con todas las cosas. La atavió con vestiduras de esperanza bordadas por los ángeles del cielo can las hebras del arco iris. Y Él evitó que cayera en las sombras de la confusión, que es el alba de la vida y la luz.
Entonces el Dios tomó el fuego exiguo de la hoguera de la ira, y el viento arrasador de los desiertos de la ignorancia, y las filosas arenas de las playas del egoísmo, y la tosca tierra pisoteada por los siglos, y a todos los mezcló y modeló al Hombre. Dotó al Hombre del ciego poder que lo enfurece y lo enloquece, y esa locura sólo se extingue ante el acuciante deseo, y lo llenó de vida, fantasma de la muerte.
Y el Dios rió y lloró. Se sintió abrumado de amor y conmiseración por el Hombre, y lo privó de Su protección.
¡APIÁDATE DE MI CORAZÓN, ALMA MÍA!
¿Por qué lloras, Alma mía?
¿Acaso desconoces mis flaquezas?
Tus lágrimas me asaetean con sus puntas,
Pues no sé cuál es mi error.
¿Hasta cuándo he de gemir?
Nada tengo sino palabras humanas
Para interpretar tus sueños,
Tus deseos, y tus dictados.
Contémplame, Alma mía; he
Consumido días enteros observando
Tus enseñanzas. ¡Piensa en todo
Lo que sufro! Siguiéndote mi
Vida se ha disipado.
Mi corazón se ha glorificado en el
Trono, pero ahora no es más que un esclavo;
La paciencia era mi compañera, mas
Ahora se ha vuelto en mi contra;
La juventud era mi esperanza, mas
Ahora desaprueba mi abandono.
¿Por qué eres tan acuciante, Alma mía?
He rehusado el placer
Y he abandonado la dicha de la vida
En pos del camino que tú
Me has obligado a recorrer.
Sé justa conmigo, o llama a la Muerte
Para que se desencadene,
Pues la justicia es tu virtud.
Apiádate de mi corazón, Alma mía.
Tanto Amor has vertido sobre mí que
Ya no puedo con mi carga. Tú y el
Amor son un poder inseparable; la Materia
Y yo somos una debilidad inseparable.
¿Cesará alguna vez el combate
Entre el débil y el poderoso?
Apiádate de mí, Alma mía.
Me has mostrado la Fortuna
Inalcanzable. Tú y la Fortuna moran
En la cumbre de las montañas; la Desdicha y yo
Estamos juntos y abandonados en lo profundo
Del valle. ¿Se unirán alguna vez
El valle y la montaña?
Apiádate de mí, Alma mía.
Me has mostrado la Belleza y luego
La has ocultado. Tú y la Belleza moran
En la luz, la ignorancia y yo
Somos uno en la oscuridad. ¿Invadirá
La luz alguna vez las tinieblas?
Tu deleite llega con el Fin,
Y ahora te revelas anticipadamente;
Mas este cuerpo sufre por la vida
Mientras vive.
Esto es, Alma mía, el desconcierto.
Presurosa huyes hacia la Eternidad,
Mas este cuerpo fluye lento hacia
El Fin. Tú no lo esperas,
Y él no puede apresurarse.
Esto es, Alma mía, la tristeza.
Te elevas raudamente, por el mandato
De los cielos, mas este cuerpo se desploma
Por la ley de gravedad. No lo consuelas
Y él no te quiere.
Esto es, Alma mía, la desdicha.
Eres rica en sabiduría, mas este
Cuerpo es pobre en comprensión.
Tú no te arriesgas
Y él no puede obedecer.
Esto es, Alma mía, el límite de la desesperación.
En el silencio de la noche visitas
Al enamorado y gozas con la dulzura
De su presencia. Este cuerpo será por siempre
La amarga víctima de la esperanza y la separación.
Esto es, Alma
...